El domingo, el FA repitió el triunfo en Montevideo, Canelones, Maldonado, Rocha, Salto, Soriano y Florida, y amplió sus mayorías a Colonia, San José, Río Negro y Paysandú. Ese crecimiento en la cantidad de departamentos se refleja también en la distribución de sus votos. Mientras que en octubre de 2004 el 50,31% de los sufragios frenteamplistas correspondió a la capital del país y 49,68% al interior, en los últimos comicios la relación se invirtió: obtuvo 52,52% de sus votos en el interior y 47,48% en la capital.

Por su parte, el PN obtuvo mayorías en los ocho departamentos restantes, y el PC, si bien recuperó caudal electoral en todos, no logró mayoría en ninguno. Gran parte de los votos perdidos por el PN se fueron, o volvieron, al partido liderado ahora por Pedro Bordaberry, lo que permite comprobar, de alguna manera, aquello que la fórmula colorada repitió en casi todos sus actos: que los colorados ahora podían volver a votar colorado. Esta vuelta a sus orígenes de miles de militantes desencantados con su partido en 2004 explica, en opinión del intendente nacionalista de Colonia, Walter Zimmer, que el FA le sacara la mayoría al PN en ese departamento. “El FA creció un poco pero no mucho”, dijo en diálogo con la diaria, “lo que pasó fue [que hubo] un traslado de gente que votó al PC que estaba en el PN; blancos que no querían votar a la fórmula o colorados que volvieron a su partido”, dijo.

Zimmer puntualizó que en su departamento la diferencia de votos fue menor que en otros, como San José y Soriano, donde hubo “una corrida de gente del PN al PC y al Frente”. Las razones de ese movimiento tienen que ver, para el jefe comunal de Colonia, con el desarrollo de la campaña que realizó la fórmula nacionalista. “La condición de la campaña no colmó las expectativas; hubo descalificaciones, términos que se usaron que no le gustaron a la gente”, señaló, en referencia a la “confrontación verbal” en la que cayó la fórmula conformada por Luis Alberto Lacalle y Jorge Larrañaga. “Es el momento de hacer esa autocrítica, para no volver a cometer los mismos errores”, recomendó.

En San José, importante reducto del herrerista Juan Chiruchi (intendente interventor al final de la dictadura y varias veces elegido desde 1985 hasta la fecha), el PN perdió desde 2004 a 2009 a razón de mil votos por año (ver comparativo). El diputado reelecto Alberto Casas sostuvo que esto se debe a una “estrategia del FA”, que, según su opinión, “se ha dedicado estos cinco años a los departamentos en los que hay mayor concentración de gente”. Para Casas, el PN simplemente “no pudo contrarrestar” esa acción. Agregó que, a su entender, la diferencia se hace en Ciudad del Plata, donde la población “se informa a través de los medios de la capital, y no por los medios de comunicación de San José”. “La diferencia radica en esa población, que tiene un comportamiento igual al de la capital”, aseguró.

Los conflictos internos de su partido en territorio maragato, que incluso llevaron a retrasar la elaboración de la lista herrerista, no jugaron en contra. Al contrario; Casas dice que “la población identifica muy correctamente a los dirigentes” y la demora en formalizar la oferta electoral se debió a que “procuramos una competencia interna y las ansias de superación”. En cambio, opinó el legislador, “en el PC y en el FA la mayoría de la gente no sabe quiénes son los dirigentes locales”.

En Río Negro la disminución de votantes nacionalistas tiene la misma contrapartida que en el resto del país. “El PN bajó muchísimo con relación a la elección anterior, en favor del PC, de eso no hay dudas”, señaló el diputado nacionalista Daniel Mañana, quien, sin embargo, no supo cómo explicar ese corrimiento. “Explicación no tengo; cuando uno elige candidato a la Presidencia va a optar por el mejor candidato”, se limitó a contestar, alegando que Río Negro fue tradicionalmente un departamento colorado.

La diputada frenteamplista Nora Gauthier sí encuentra razones para que su partido haya mantenido e incluso aumentado la votación en su comarca. Para la legisladora, Río Negro “recibió un trabajo muy bueno a nivel del Ejecutivo”. “Por la atención que tuvo el departamento fue uno de los lugares en los que hubo debate político permanente, de la Dirección Nacional de Vivienda, el Ministerio de Desarrollo Social y los temas agrarios”, enumeró. Además, para Gauthier influyó “la palabra de [José] Mujica, que también estuvo siempre presente en la prensa, y eso generó un grado de conciencia en la gente”.

A su vez, para la diputada, la gente “se abroqueló con el tema con Argentina, con el corte del puente, y el gobierno no fue omiso, varias autoridades de relevancia llegaron al departamento para tratar de apaciguar los ánimos, y la gente demostró respeto hacia lo que aportó el gobierno”. Para Gauthier, los “agujeros negros que dejó Botnia”, fundamentalmente después de que terminó la construcción de la planta, generaron que el Ejecutivo “estuviera muy atento a lo que pasaba aquí”.

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Estas idas y vueltas de votantes entre el PC y el PN probablemente se repita en noviembre, en ese caso nuevamente a favor de los blancos. Las autoridades coloradas ya recomendaron acompañar en el balotaje a la fórmula Lacalle-Larrañaga y, en los hechos, estos votantes colorados de 2009 votaron en 2004 a Larrañaga para la presidencia. “No he escuchado voces discordantes [con la declaración del PC en apoyo al PN], por lo tanto me da la impresión de que la mayoría de los votantes del PC van a votar en favor del doctor Lacalle”, pronosticó Mañana.

Gauthier dice que esto no será tan así. “A mucha gente no le gustó que Bordaberry, a pocas horas de las elecciones nacionales, cambiara las banderas de la renovación del partido. Hay mucha gente que estaba entusiasmada con ese proyecto colorado, que no va a votar a un conservador que no tiene nada que ver con el PC, como es Lacalle. He recibido varias manifestaciones de gente, sobre todo mayor, que no va a acompañar esa decisión del partido”, contrarrestó Gauthier. “Muchos se sintieron realmente frustrados, y ahí tenemos un capital para trabajar”, dijo la diputada frenteamplista.

Falló la profecía

Luego de las elecciones nacionales, los intendentes que no tuvieron buen desempeño de su partido en territorio propio destacan que en los comicios municipales la ciudadanía elige según distintos parámetros, para los que no vale tanto la fidelidad partidaria. Por ejemplo, en Rivera, departamento históricamente colorado y con dos administraciones seguidas de Tabaré Viera, el partido terminó tercero. Viera dijo estar igual “muy contento”, ya que en octubre de 2004 obtuvo 21% de los votos y el domingo el PC llegó a 26%. “En la elección departamental la gente vota otra cosa, un proyecto departamental más allá de los partidos”, dijo, y aseguró que en mayo de 2010 el candidato a intendente del partido, Marne Osorio, tendrá buenas chances de ser electo.

En Treinta y Tres la situación es similar. Pese a que según los sondeos de opinión el intendente frenteamplista, Gerardo Amaral, tiene buenos niveles de aceptación entre la población, el domingo pasado se impuso el Partido Nacional. “Ganó por menos que en 2004”, dijo Amaral a la diaria, si bien reconoció que la “capitalización de la gestión por parte de la fuerza política es menor”. “Hay una parte de la población que no es frenteamplista pero apoya nuestra gestión, pero para las nacionales mantiene su filiación partidaria”, explicó.

Para Zimmer, la situación del Partido Nacional en Colonia no se mantendrá para las municipales, en las que la gente “vota más a la persona, al vecino, la gestión, que al partido político”. “Si ahora el Frente, entonado, quiere salir a pelear con más fuerza, la lucha puede ser más intensa”, reconoció el jerarca, pero advirtió que si el FA “no tiene un candidato firme” la elección del PN se revierte.