Fernando Mattos (Partido Colorado) no está de acuerdo con la idea de Mujica porque implica un “trato desigual” con otros sectores, y dijo estar más preocupado por el proceso de concentración de industrias como la frigorífica, molinera o la cebada. La tierra ha registrado un proceso de “concentración y extranjerización” en estos años de gobierno del FA, pero ésta no se puede combatir con topes a la tenencia, sino fortaleciendo a los productores “para que no tengan que vender”, replicó. “Si se le asegura una rentabilidad mínima al productor mediano o grande, no vende por ningún precio. Pero la realidad ha sido que la competitividad se ha perjudicado”, aseguró el ex presidente de la Asociación Rural.

Caja de cambios

Mattos piensa que la ley de ocho horas para los rurales “apenas” reglamentó lo que se daba en la realidad. Los colorados no derogarían la normativa pero sí modificarían el régimen actual contemplando “los intereses del empleador”. “Esto grafica la mirada urbana que el gobierno tuvo con estos temas, y sumó un factor de conflictividad innecesario”, opinó. El candidato de AP, en tanto, está de acuerdo con “la esencia” de la ley de limitación de jornada pero asegura que su aplicación todavía no ha sido posible. “Hoy en la práctica no se cumple, tiene que haber una voluntad política más firme”.

Los colorados coinciden con Mujica en la necesidad de contar con un Fondo de Catástrofe para afrontar los fenómenos climáticos, pero se lamentan de que “no haya tenido esa idea” cuando le tocó estar al frente del Ministerio de Ganadería, según Mattos. Para el candidato al Senado por Vamos Uruguay, resulta “curioso” que Mujica haya propuesto el viernes que las sociedades anónimas rurales coticen en la Bolsa de Valores para “cristalizar” sus acciones, en clara alusión a los dichos más recientes de Luis Alberto Lacalle, que hace menos de un mes definió a esa figura jurídica como “la manera más democrática de incorporar capital”.

El asesor del Partido Nacional (PN), Rodrigo Herrero, también rechaza los topes a la propiedad de la tierra y hace una reflexión similar a la de Mattos. “No pasa por pensar que alguien vendrá a comprar todo el país, porque si un productor tiene rentabilidad y le gusta lo que está haciendo, no habrá plata del mundo que lo convenza de vender”, aseguró. A su entender, la intención del FA de pasar las sociedades anónimas rurales a la modalidad nominativa responde a ideas que promulga la izquierda “desde hace cuarenta años” y que tuvo la “obligación de aplicar” una vez en el gobierno.

“¿Por qué si hay sociedades anónimas al portador para la industria, la hotelería o el comercio no puede haber para una inversión agropecuaria? El argumento del lavado de dinero no es sólido, porque si existen intenciones de eso se puede concretar en cualquier otra actividad económica”, disparó el líder de Propuesta y Acción Ruralista.

El candidato del FA dijo la semana pasada, ante un auditorio integrado fundamentalmente por productores y empresarios, que sus posiciones respecto de estos temas no son tan “radicales” como las planteadas por el caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate en la campaña electoral de 1971, cuando argumentaba a favor de la nacionalización de la banca y contra las sociedades anónimas en el campo y la concentración de la propiedad. A los blancos, como era de esperar, no les cayó en gracia la comparación. “Si Wilson estuviera vivo habría evolucionado su pensamiento como cualquier persona atenta a los cambios del mundo y sus circunstancias. Tomar las palabras de alguien que no está para retrucarlo es el camino más fácil”, se quejó Herrero.

En cuanto a las coincidencias con las políticas agropecuarias del gobierno, admitió que la puesta en marcha del programa Uruguay Rural resultó una “herramienta útil”, aunque debería tener modificaciones. “Nuestro planteo pasa por compensar las ayudas a la producción familiar, sin que eso signifique perjuicios para el agronegocio, o los emprendimientos en gran escala”, explicó Herrero, también partidario de impulsar cambios en la política del Instituto Nacional de Colonización con respecto a las ocupaciones de tierras. “No permitiríamos esa medida como extensión al derecho a huelga y ejerceríamos la autoridad como corresponde”, prometió.

Chicos cruzados

Joaquín Secco, especialista del Partido Independiente (PI) en esta materia, considera que no se pueden obstaculizar las “tendencias mundiales del progreso”, en las que la productividad es una consecuencia de mayores escalas de producción. “La agricultura atraviesa un proceso de industrialización que es inevitable. Prohibir hoy la concentración de la propiedad de la tierra es lo mismo que quienes pretendían prohibir la industia en los primeros años de la Revolución Industrial. La historia te termina pasando por arriba”, respondió.

Tradiciones

Para los colorados, las políticas agropecuarias de Estado deberían dirigirse fundamentalmente a la ganadería, la agricultura y la forestación, y, en menor medida, a la granja y la pesca, según enumeró Mattos. El nacionalista Herrero optó por referirse a la situación de la lechería y la necesidad de políticas de Estado para promover la ganadería ovina. “No hemos conseguido los mercados para fortalecer ese sector, que socialmente es muy importante”, planteó.

El PI pretende que la producción familiar y el desarrollo moderno del agronegocio “se integren armoniosamente”, pero ésa no ha sido la política impulsada por el Ministerio de Ganadería frentista, evaluó Secco, y agregó: “Limitar el uso de la tierra va en la línea de obstaculizar el crecimiento de la forestación, la soja, la ganadería intensiva o el arroz, porque se parte de la base, errónea para nosotros, que de esa forma se ayuda a la agricultura familiar”.

Lejos de eso, Raúl Rodríguez, candidato presidencial de la Asamblea Popular (AP) afirma que la bandera de la reforma agraria que ellos impulsan “sí es la de Wilson del 71 y la del FA fundacional”. “Hablamos de expropiación de tierras, y junto a eso apoyos financieros y técnicos del Estado para los productores”, describió. Mujica “no tiene autoridad” para hablar de políticas contra la concentración y la extranjerización de la tierra, cuando “impulsó una contra-rreforma agraria” como ministro de Ganadería, según Rodríguez.