Varios sofocones en los primeros 20 minutos le provocó a Nacional el modesto y bien intencionado equipo melense, que perdió de lo mejor que tenía -al caso, el sanducero Leonardo Rivero, el argentino Juan Casado y Abel Nazario- y todavía no integró bien a sus refuerzos más prometedores -el brasileño Marco Aurelio, Hugo Costela, el colombiano Quiñónez, Juan Martín Rodríguez (el hijo de Juan Jacinto) y el volvedor Mauricio Ruiz- siendo víctima de sus propias imprevisiones y limitaciones económicas y, como todos, de una inevitable y tempranera vuelta del fútbol oficial en el año mundialista.

Nacional, que ya a los 21 minutos encontró el gol abrecaminos, llegó a esta instancia con casi todo el potencial que le hizo ganar en muy buena ley el Torneo Apertura, pero sufriendo las bajas de dos puntales -los ya nombrados Matías Rodríguez y, de última, su figura más brillante y todavía prometedora, la del holandés Nicolás Lodeiro- más el común denominador de las piernas y las ideas todavía mal afinadas.

En la jugada previa a ese primer gol, el árbitro Orfila estuvo muy bien en no sancionar un tiro penal por falta a Gustavo Varela, primero porque la pelota seguía a disposición de los tricolores y después de dos o tres segundos se puede volver atrás, y dar la ventaja mejor que, en este caso, fue nada menos que el gol inmediato en vez de un tiro libre penal.

Como el segundo tanto se amontonó con el primero, gracias a otra deliciosa maniobra de Matute, el partido pareció estar más que definido y finalmente así fue, a pesar del descuento inmerecido que llegó sobre el final del PT, y gracias al tercer gol que sobrevino cuando había transcurrido media hora del ST.

Hay que hacer honor al equipo dirigido por el arachán Danielo Núñez y recordar que dos minutos antes del cabezazo de Chapita Blanco, tras nueva fineza exacta del Ángel del fútbol, Cerro Largo tuvo el empate en aquella mandada a fondo del ex River, Fabricio Núñez, quien tocó bien hacia atrás para que tirara, bien de frente al arco, el impetuoso Pablo Olivera, impidiendo el gol otra tapada bárbara que, por provenir de Rodrigo Muñoz, no causa extrañeza ni debemos calificar como excepcional.

Volvemos al copete de esta nota: el partido no fue un trámite de fácil resolución pero al final el mayor peso colectivo e individual hizo lo suyo -Muñoz, por ejemplo, juega en Nacional- y los tres puntos quedaron en el Parque.

Alguna consideración debe referirse necesariamente a las dos variantes que mandó el DT de Cerro Largo al comenzar el segundo tiempo. Cuando las deficiencias mayores se habían registrado en defensa, el hombre sacó dos jugadores de ataque. Conclusión: el equipo tiene más soluciones para el ataque que para la defensa.

También los cambios de Eduardo Acevedo dejaron interrogantes pendientes, sobre todo la entrada de Balsas y las salidas de Mauricio Pereyra y del Tata González, llevando a Varela al lateral.

Pero le siguen sobrando buenas cartas en la mano al DT tricolor y a partir de ello el hincha sigue soñando con ganar siempre, ya en la competición interna como en la Copa Libertadores que se viene. Ya se picó al frente y eso siempre importa.