-Malpaso ha cambiado muchísimo. De un estilo marcado por lo gótico, que se veía en el debut Hard in the Kaos [2000], hasta la fusión con elementos folclóricos que se comenzó a escuchar a partir de Demoliciones [2001] y, más que nada, en El Tony Park ha vuelto al pueblo [2004]. Por esas transformaciones pasaron integrantes, entraron y salieron; sin embargo, Malpaso siguió existiendo, ¿qué es lo que les hace ahora decidir cerrar definitivamente la banda?

-Me parece que es un proceso súper natural. Doce años es un montonazo y ya está. Se completó, se completa ese ciclo. Otra cosa que podría pasar para que esto siguiera sería ir de gira por Europa, cosa que no va a suceder, entonces se podría decir que artísticamente está completo. Ahora cada cual hará su camino, en diferentes direcciones, más o menos.

-Respecto a lo de Europa, ¿puede ser que se les haya agotado la nafta por el entorno general uruguayo, en lo que refiere a difusión y temas similares?

-En ese sentido siempre fue todo bastante adverso. No es por hacer la víctima, ni mucho menos, pero no fue muy estimulante la parte de respuesta o de respaldo. Lo que nos pasó fue que en nuestros comienzos había una brecha gigantesca entre lo que pretendíamos ser y lo que éramos. Siempre tuvimos ese ideal enfrente y ese abismo que nos separaba de él, y con el tiempo nos fuimos acercando cada vez más a eso que queríamos ser. Creo que está bueno terminar ahora, porque con La estática del infierno llegamos a un punto que era bastante parecido a lo que siempre pensamos hacer. Pero cuando alcanzamos una vez ese ideal, ya no había mucho más que hacer. Llenamos el álbum de cromos. Aunque es ilusoria esa idea de perfección definitiva. Siempre va a faltar una figurita.

-La última figurita se llama La estática del infierno, ¿de dónde salió el nombre?

-La estética del infierno salió de un cuento de Bolaño que se llama “Los sabios de Sodoma”, que se encuentra en El secreto del mal. En el disco hay una errata, dice: “Los sueños de Sodoma”. Ahora hicimos unos stickers para tapar ese error. Me quería matar.

-¿Cómo se suma a la narrativa de la obra de Malpaso?

-Hay cierta coherencia, una pequeña suma de relatos un cachito sórdidos. Cierto estado de violencia, algunos textos bastante más agresivos de lo que sería nuestro habitual. Hay algunos poemas a los que considero realmente buenos. Es un disco muy rockero, no tiene casi nada posgrabado. Suena fuerte mismo.

-En ese sentido, ¿Todo sobre el amor [2008] sería como un punto intermedio entre El Tony Park y este disco?

-Ponele que éste es “Todo sobre el odio”. La idea era que este disco fuera “Todo sobre el odio”, cualquiera fuera el nombre que se le terminase poniendo, y es éste. Una especie de contrapeso. Que nuestra banda termine con un “Todo sobre el odio”, no sé, por algo será. Es necesario rescatar cierta negatividad, algo que me parece que está bueno, que es necesario. Porque en estos tiempos se ha llegado a una corrección política tan total, en todas sus formas de cultura, que es pasmosa, que implica, a mi entender, un acto de autocensura, muchas veces casi inconsciente. El que hace la canción feliz, la obra feliz y el acto feliz, todo así, feliz, feliz, feliz... Si hacés siempre eso, o tú eres maníaco, o eres estúpido o eres un cínico, y yo no entiendo eso. El otro día leí una entrevista a Escanlar en la que él decía: “Se ha politizado la cultura”. Cualquier gesto cultural se lee políticamente, ¿no? Si tú dices “me gusta esta murga”, quiere decir algo políticamente, y si no lo dices, significa lo contrario. Pero esa politización es berreta, ¿no? Yo no quiero que escuchen que mi disco diga, por ejemplo, “comentando el paisaje atroz” y que piensen que estoy hablando mal del gobierno. No estoy hablando ni mal ni bien del gobierno, para eso están las murgas. Si yo digo “comentando el paisaje atroz” no quiero que la gente esté pensando en los titulares del diario, la situación del país, etcétera. Mirá, la situación humana es una mierda hace miles de años y lo seguirá siendo más allá de todos los gobiernos progresistas. No estoy hablando del gobierno, estoy hablando de otra cosa, de algo que tiene que ver con… el secreto de tu madrugada. El infierno de tu propio ser. No me importa de qué partido sos. Si sos un hijo de puta, un miserable, un santo, lo peor o lo mejor, o un gusano mediocre; no me importa, más allá de lo que esté pasando en los titulares del periódico. Entonces se da mucho que la cosa va hasta ahí, como hasta los titulares. Me parece una cosa bastante berreta, una degradación de lo que tendría que ser, quizás, la poesía. Un empobrecimiento poético, de que no vayamos más de ahí. “Para eso están las murgas”, digo yo. Están bien, fenómeno, pero para mí, lo nuestro, lo mío va por otro lado.

-Quizás haya sido por esa razón que creaste cosmogonías alternativas como el pueblo de El Tony Park, un lugar apartado en donde poder decir “todo lo que digo, lo digo en referencia a este otro mundo, no al Uruguay de los titulares”, como decís vos.

-Bueno, puede ser. En el caso de La estática del infierno los personajes están inscriptos en un mundo más amplio que los de El Tony Park. Son relatos no tan acotados a un pueblo. Pero también insisto con eso, que no se interprete desde eso, de los titulares de los diarios. Es como que está instalado y es una cosa súper berreta. Vaya y lea a los griegos, déjese de joder. O lea los pesados pesados. Lea aDostoievski, yo qué sé. O escuche música de la pesada, escuche a Yupanqui, Hank Williams, Johnny Cash, no sé, déjese de joder. Tanta pavada, no da.

-¿Malpaso fue víctima de alguna de esas interpretaciones?

-No sé, no sé, yo qué sé, puede ser [risas]

-Te lo pregunto por el enojo con el que decís esto último.

-No, estoy medio quemado con eso, nada más. Igual, me importa un carajo. Es eso del todobienismo. El arte tendría que rescatar la negatividad. Yo no soy un semiólogo ni nada por el estilo, pero en el “no” está el individuo, es la última trinchera.

-Mientras hablábamos sobre los cambios de Malpaso me preguntaba si los cambios eran homogéneos; en el caso de que no lo fueran, ¿quién estaba en el lado más rock?, ¿quién fue responsable del viraje hacia el folclore?

-Es un viaje en el que nos colgamos todos. Ahora igual sonamos bastante rock y todo. Pero ponele que mi mente ahora ya está en otro lado. Ya te digo, la música que estoy escuchando: Amalia de la Vega, Yupanqui, Alberto Mastra, Hank Williams, Lhasa de Sela, yo qué sé, sacá tus propias conclusiones.

-Es curioso, porque la banda fue depurando elementos externos al rock hasta terminar sonando más ásperos y punk que antes; sin embargo, vos estás en ese otro viaje.

-Sí, pero nunca nada es tan plano, y lo que lográs concretar es algo atrás a tu mente. Lo que yo te ofrezco en este disco de ahora es lo que pasó hace como tres años, lo que está pasando ahora es intangible.

-¿Pensarías este disco como un disco póstumo o como un último disco?

-No, un último disco. Por eso el disco se regala con la entrada del toque, ¿no? O sea, es para liquidarlo y hacerlo total. Una liquidación de cierre de temporada. Póstumo sería si comenzaran a aparecer grabaciones perdidas por ahí, que puede haber. El toque de la Zavala Muniz va a estar bueno. Va a haber unos temas viejos, pero va a ser parecido a uno que hicimos hace tiempo en el Planetario, muy lindo. Yo no puedo hablar sobre los resultados finales de lo que fue la banda.Veremos hasta dónde llega, si alguien se emociona, si para alguien significa algo. Y ya está, ¿qué vamos a hacer? Hicimos el intento honesto, definitivamente honesto, y torpe quizá, definitivamente torpe. Veremos qué pasa. Es algo que significa mucho para nosotros y un poco de gente más.

-¿Qué queda detrás de ustedes?

-La sombra. Un montón de años, una amistad tremenda y la memoria de lo aprendido. Si volviera a hacer algo después de esto, cometería muchos menos errores.