El nutrido grupo de hinchas cerrenses que acompañaron a su equipo en esta nueva incursión copera se volvió desde la frontera con algo más que algún bagayito. En medio del mar de camisetas rojas que inundaron el coqueto Paiva Olivera riverense -relanzado internacionalmente con un duelo que tuvo clima festivo- la sonrisa final se la quedaron toda los albicelestes, que vieron cómo su equipo le jugó de igual a igual a uno de los más pesados de la Libertadores 2010 y sigue mandando en su serie después de tres partidos. No creo que haya muchos exponentes superiores al Inter en este torneo. Y en esta primera prueba de fuego -antes había enfrentado a los más modestos de la serie, los ecuatorianos Deportivo Quito y Emelec- Cerro aprobó con buena nota.

Pero si anoche fuera de la cancha hubo sonrisas, dentro de la cancha escasearon en los más de 90 minutos del vibrante duelo entre villeros y gaúchos. El conjunto de Pablo Repetto mostró seriedad, aplicación y entrega para terminar en tablas con el encumbrado Inter, que, además de tener un apoyo masivo en las tribunas riverenses, presentó una escuadra con pretensiones y chapa copera. Pero el empate final, justo, demostró que en la cancha no pesan los presupuestos, ni la parafernalia exterior. Cerro frenó la potencial reedición del Carnaval de Rivera jugando un buen partido, siendo agresivo en la marca, atacando con sus armas y sabiendo cerrar el juego en el segundo tiempo, infinitamente más chato que el primero.

Los filosos ataques por las bandas del Inter y el buen aprovechamiento de las pelotas quietas ofensivas de Cerro pautaron la primera etapa, que además tuvo como ingrediente mucho roce y varias patadas de más. Los dos arqueros, el experiente Abbondanzieri y el novato Rolero, se lucieron en varias ocasiones ahogando los gritos de gol, mientras en el centro de la cancha competían en dureza el argentino Guiñazú, el Chancho Dadomo y algunos más. Del lado uruguayo, el riverense Mora fue locatario y comandó las incursiones ofensivas de su equipo, bien apoyado por los volantes, que se desdoblaron muy bien y el Inter marcó la cancha con sus desbordes, buen manejo de la bola y su velocidad para ofender. Sobre el final del primer tiempo era clara la sensación de supremacía colorada, pero el entretiempo y el reordenamiento de las líneas fue clave para Cerro, que en el segundo tiempo se replegó bien y cortó los circuitos de ataque rivales. Los brasileños -un representativo bien mercosuriano, con dos uruguayos y tres argentinos en la cancha- jugaron mucho tiempo en terreno cerrense, pero no supieron encontrarle la vuelta al partido. Sobre el final fue evidente que habían optado por la capitulación, seguramente pensando en la revancha, que se jugará el próximo 31 de marzo en el Beira Rio portoalegrense.

A dicha instancia el sobrio equipo albiceleste llegará como puntero, algo que pocos podían suponer cuando comenzó a jugarse la serie. Las perspectivas de pasaje de fase ya son bastante más que una ilusión para los que viven, vibran y sufren en las calles con nombres de países.