No es la primera vez que un lector se muestra ofendido con alguno de los artículos de humor publicados en la sección “El Faro del Final del Mundo” o “Los Informantes (Diario)”, pero tal vez ésta haya sido la reacción más vehemente.

La lectora Fanny Puyeski manifestó su desagrado con tres columnas publicadas sucesivamente el viernes 23, el lunes 26 y el martes 27 de abril. La primera, de “Los Informantes”, titulaba: “El INAC informó que 89 hoteles de México tienen carne uruguaya en el menú; mientras tanto, 170 hoteles de Italia tienen carne uruguaya en el book”, y debajo de una foto de cuatro jóvenes aparecía la leyenda “Con ésta sí, con ésta no, con esta señorita me acuesto yo”.

La segunda, de “El Faro”, afirmaba, siempre en el habitual tono absurdo de estas noticias inventadas, que “Francia prohíbe velo islámico en liceos y ahora los adolescentes musulmanes faltan menos y casi no usan internet”. Y acotaba en la bajada del título: “‘Desde que sus compañeras no usan burka, mi hijo va siempre a clase y ya no se encierra horas en el baño’, aseguró la madre de un liceal”.

Finalmente, al día siguiente, “Los Informantes” publicó un artículo titulado “El proyecto de huellas genéticas para investigar delitos sexuales está trancado por falta de voluntarias que tomen muestras”. Y tras un texto en el que sugería que “las enfermeras tienen que extraer sangre de los criminales pero agarraron todo para el lado de los tomates”, el pie de una foto de una mujer con una jeringa indicaba: “Los criminales se tranquilizan cuando les digo que la aguja va en el brazo”.

Según Puyeski, se trata de publicaciones “ofensivas e intolerables”. En el primer caso, “la nota, la foto y la leyenda al pie son denigrantes, además de demostrar ignorancia del femicidio (genocidio de mujeres) y la violación de los derechos humanos”. Además, según ella, “señala un tratamiento vulgar, irrespetuoso, obsoleto y grosero del tema que hiere la sensibilidad de cualquier persona moderna”.

Posteriormente, en un mensaje enviado directamente al director de la diaria, Puyeski denunció “la violencia machista de los tres últimos ‘Faros del Final del Mundo’”, asociando a los autores de la nota de humor con una “generación de hombres de alrededor de 40 y aun más jóvenes que han asimilado y perpetuado los valores fascistas de la dictadura en la que fueron educados en los liceos y escuelas”.

Descargos

Sin entrar en las denuncias puntuales de la suscriptora, uno de los autores de la sección de humor de la diaria, Marcos Morón, explicó en una palabra el objetivo de su trabajo: “divertir”. “Creo que eso es algo válido en sí mismo, y es bueno y necesario para las personas”, explicó. Morón consideró que “El Faro” e “Informantes” no promueven valores dañinos y que “a veces la gente asocia la burla, la ironía o la parodia con agresión”. “Yo no comparto eso”, agregó. Luego reflexionó sobre la naturaleza del humor, que en algunas ocasiones ofende a personas y segmentos de la población, “porque se malinterpreta la intención de la persona que formula la crítica o la burla”.

“Mucha gente se siente dolida u ofendida porque dentro de una nota humorística  (o programa de televisión o canción o cuplé de murga) se haga mención a temas que involucran el dolor de los demás, independientemente de la intención con la que se haga. Pero en líneas generales, me parece que cuando el lector entiende que lo que se escribió no se hizo con la intención de dañar, sino simplemente para divertirse y divertir a los demás y, eventualmente, aportar a reflexionar sobre un tema, lo acepta de buena gana”, sostuvo.

Conclusiones

Con esta reflexión, el humorista apunta intuitivamente a uno de los conceptos clave del humor posmoderno: su naturaleza hedonista y lúdica. Como lo explicaba hace dos décadas Gilles Lipovetsky en La era del vacío, el humor actual es un fin en sí mismo.

Más que perpetuar valores fascistas de la dictadura, los humoristas de la diaria parecen estar defendiendo valores posmodernos. No se trata de un “humor comprometido” sino del humor por el humor, justificable simplemente por la sonrisa que genera.

Esa forma de humorismo suele ser políticamente incorrecta. “La denuncia burlona correlativa de una sociedad basada en valores reconocidos es sustituida por un humor positivo y desen-vuelto, un cómico adolescente a base de absurdidad gratuita y sin pretensión”, dice Lipovetsky. El humorista actual, continúa el autor, no se toma nada en serio, desdramatiza lo real, banaliza y relativiza todo, y se caracteriza por “una actitud maliciosamente relajada frente a los acontecimientos”.

Creo que a eso apuntan esas secciones y sólo así deben ser interpretadas.