Si tres golazos ejemplos de perfección técnica en su ejecución -como los que ayer convirtió Fénix en campo visitante- no marcan merecimientos para llevarse los tres puntos, ¿qué es lo que deberá hacerse para ser ganador en un duelo de equipos que indica cuál es el mejor por el simple método de las conversiones en el arco rival?

Fénix impuso la ley del gol (azo) en el segundo tiempo del partido. En el primer tanto hubo perfección de ejecución en el centro de Matías Mier -a quien ya conocemos suficientemente, desde el año pasado al menos, por su fuerza y la capacidad técnica en sus desplazamientos atacantes por izquierda- y en el golpe de cabeza de Maximiliano Pérez. Fue una jugada con valor de 10 puntos. Un marronazo para dejar a Nacional al borde del nocaut, aunque pocos se dieron cuenta de ello.

Cuando tres minutos después, se unieron la sencillez del juego de Fernando Sellanes -incorporado por Rosario Martínez en uno de los dos o tres ajustes que hizo con respecto a la formación que había igualado en el Capurro ante Tacuarembó- con la capacidad de resolución inmediata del argentino Cardinali en una chilena para el recuerdo y el elogio, la convicción de que algo no previsto estaba sucediendo en el Parque Central inundó a aficionados y dejó al equipo tricolor inerme por descontrolado. El tiro libre ejecutado por Mier con maestría, casi 20 minutos después, terminaría de plasmar un tanteador que eleva al fútbol como deporte de la belleza de ejecución y de lo sorprendente al alcance de la mano.

Antes, en el primer tiempo terminado en igualdad sin goles, se vio un partido muy entretenido con cantidad de llegadas con peligro a las áreas de ambos equipos.

Sucesivas buenas intervenciones del juvenil golero panameño Luis Mejía (19) dan cuenta de que Nacional obligó a fondo, sacando leve ventaja en los méritos exhibidos. El tiro en el horizontal del lateral Martín Cardozo -entre otras búsquedas y concreciones- es un ejemplo de las fuertes oportunidades de gol que también formalizaron los de Capurro. En el intercambio ganaban los espectadores, que estaban ante un partido abierto y sin certezas para ninguno de los contendientes, más allá de que la mayoría tricolor no esperaba otra cosa que la victoria locataria.

Con distintas impresiones quedaron ambas hinchadas al finalizar el partido. Por un lado, la minoritaria de Fénix -que terminó exultante en tanto pudo presenciar tres goles de alta calidad a 20 metros promedio de donde se encontraban apostados- en esa ubicación que convierte al maravilloso Parque Central en el único escenario que, contradictoriamente, no deja margen a las hinchadas visitantes para ver el encuentro desde una buena ubicación lateral.

La mayoritaria de Nacional se retiró con distintos niveles de preocupación ante el comienzo vacilante del equipo en el Torneo Apertura.

Nacional tiene que tomar como un plus a favor el buen partido que desarrollaron jugadores como Mauricio Pereyra, quien fue de los pocos que fue subiendo en su rendimiento cuanto más dificultades se presentaban, y Marcelo Palau, quien recién llegado se constituye en factor de orden del mediojuego y con varias llegadas con peligro, al caso la media tijera al arco y un buen tiro concretados en los diez finales del primer tiempo. Capaz que Pereyra podría rendir más que lo que aporta Ferro -vehemencia e imprecisiones- en la pareja de volantes centrales. Lembo tendrá que reencontrar su estabilidad emocional en los momentos difíciles -en los fáciles cualquiera la tiene- y, como capitán, ser buen orientador de sus compañeros.

Contra El Tanque, el impensado líder del torneo, Nacional irá por una reacción que se le tornará necesaria cada día que se aproxime al sábado que viene. Será con el Muñeco Gallardo en su esperado debut, será con la vuelta de Calzada, será con Mirabaje, será con el Morro como titular, vaya a saber con quiénes será.

Para Fénix, sin agrande, mirar hacia delante es como decir “aprontate, Peñarol”, porque el aurinegro se incorporará al torneo mirando con desconfianza a este equipo querendón, que apunta a hacer primar lo colectivo pero dar fuertes alas a algunas importantes individualidades (capaz que incorporando a Vigneri) que lo sustentan como buen continuador del vicecampeón del último torneo.