El conflicto entre los árbitros de fútbol y los dirigentes de los clubes de fútbol se da entre el afuera y el adentro del gobierno del fútbol. No es una situación original. Se la puede detectar permanentemente año a año, temporada a temporada. Unas veces el conflicto se establece entre los futbolistas y los dirigentes, en otras oportunidades se instala entre entrenadores y dirigentes, en este caso el choque es entre árbitros y dirigentes.

El escenario de conflicto siempre tiene rasgos similares. Un sector del fútbol reclama, exige, reivindica, pide. Para ello utiliza su capacidad de implementar medidas de fuerza. Pueden demandar reivindicaciones específicas o de interés general. El otro sector tiene el poder y resiste los cambios. Como argumento casi siempre está primero el de la imposibilidad económica. Lo que sí está siempre presente es el asunto del poder. Los clubes actúan como dueños del fútbol todo. La máxima organización, la que dirige todo el fútbol, es la asociación de esos clubes que actúa como si fuera todo el fútbol aunque no lo sea.

Sucede que la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) fue creada por los clubes hace ya 110 años y, en ese entonces, no podía ser otra cosa. Luego de esa fundación, 32 años pasaron para que se estableciera el profesionalismo en el fútbol y muchos más tardaron en aparecer las expresiones sociales o gremiales de los diversos sectores que componen el fútbol todo.

Paralelamente, las sociedades han admitido y estructurado nuevas formas organizativas que abren la perspectiva. El cogobierno universitario les da participación a docentes, egresados e incluso a estudiantes. Nuestra organización jubilatoria, el Banco de Previsión Social (BPS), se dirige por representantes de los jubilados, de los empresarios y de los trabajadores en actividad. Las ciudades han ido incorporando organizaciones de vecinos a su propio gobierno (Concejos Vecinales, Municipios). Existen empresas privadas que dan participación en la dirección a sus trabajadores. No es novedad que haya organizaciones de la banca con representación de ahorristas.

Se podría avanzar en esta cuestión, pero baste estas menciones acotadas para que no aparezca como un dislate sin razón la posibilidad que venimos a plantear.

Antes de que el conflicto expresado de afuera hacia adentro que siempre implica un posicionamiento de fuerza para apoyar las presuntas razones de determinado reclamo, sería mejor -y en primer lugar para la AUF- si la asociación de clubes le diera participación en su gobierno a futbolistas, entrenadores (técnicos y físicos) y árbitros en tanto el todo se construye principalmente con todas estas partes, y alguna más, por cierto.

La participación de los actores principales en el gobierno de la AUF -y en este caso no nos detenemos en el cómo- vendría a establecer un sistema muy superior de relación. Se cambiaría la confrontación como camino al entendimiento, por el diálogo y la propuesta desarrollados en ámbitos establecidos y admitidos por todos los sectores.

Los clubes seguirán siendo el sector mayoritario del gobierno de la AUF, pero los sectores vivos y reales que dan vida al fútbol en las canchas no quedarían absurdamente excluidos, como sucede ahora.

Nadie perdería con una fórmula que democratizara la dirección del fútbol por la vía de dar una participación en el gobierno del deporte a sus actores principales.

Futbolistas en actividad, entrenadores y árbitros tienen mucho para aportar, no sólo en sus tareas específicas sino en mejorar el fútbol en general.

No hay soluciones mágicas, y esta propuesta no aporta una de ellas. Es simplemente la forma más participativa y más democrática de evitar la confrontación de fuerzas como método único de dilucidación de asuntos que merecen más diálogo y formas acordadas para resolver las discrepancias de fondo o circunstanciales que siempre surgen.