Horacio Peralta y Santiago Morro García apostaron a más, sumaron goles y asistencias de gol para ser protagonistas fundamentales de la victoria del sábado. La hinchada valora la vuelta a la vida futbolística de un Chino Peralta que se muestra muy mejorado físicamente como para retomar exitosamente sus innegables cualidades técnicas, y el resurgimiento de Santiago García, una promesa que mostró desniveles cuando le llegó la hora de confirmar sus fuertes esbozos iniciales en el equipo principal, luego algo diluidos, lo que le hizo pasar a un segundo plano.

Ambos han pasado a ser titulares firmes y, con ello, consiguen estabilidad y crecimiento. Luis González -que tiene apuestas basadas en el conocimiento profundo que tiene del plantel- va sumando alternativas a su búsqueda del mejoramiento del rendimiento. Al final del partido fueron entrando a la cancha Matías Cabrera, Robert Flores y Cauteruccio y con ellos el rendimiento colectivo no bajó. Por lo contrario, mostró más matices, más riqueza técnica, más versatilidad. Y en este contexto debe sumarse al excelente Matías Mirabaje -que esta vez no pudo ni estar entre los suplentes porque sus características se asemejan mucho a las de varios de los nombrados-, a Richard Porta y Maxi Calzada -ambos sentidos-, al suspendido Mariano Pernía y ni nombremos al Muñeco Gallardo, que estará un tiempo largo en dique seco y a quien recordaron con un gran cartel sus compañeros al entrar a la cancha del Centenario.

Nacional ganó 4 a 2 y se arrimó al pelotón de avanzada. Afirma su rendimiento. Está en la pelea. Parece haber olvidado los empates con Wanderers y El Tanque más aquel contraste doloroso ante Fénix (0-3) en el propio Parque Central.

No quita y, por lo contrario, agrega mérito a su última presentación con victoria, el haber superado a un rival que llegó con pretensiones de no ser un simple sparring mostrando ambiciones fundadas, resistiendo con aplomo ante los mejores momentos del rival y quedando cerca en el tanteador hasta el cuarto gol, cuando Peralta puso, por tercera vez en el partido, una diferencia de dos goles entre uno y otro equipo.

Por cierto que dos minutos después de ese cuarto gol, Diego Scotti tuvo la posibilidad neta de arrimar a Miramar Misiones nuevamente a distancia mínima, cuando recibió de frente al arco una buena bola del incisivo Seba Fernández y falló por poco en el remate, no pudiendo concretar el 4 a 3. Por supuesto que resulta fundamental destacar aquella acción que dejaba el tanteador 2 a 2 y que derrumbó el asistente Gustavo Maggiolo, en un fallo de ésos que quitan el ánimo deportivo.

En una mandada a fondo, el lateral derecho Pablo Alfonso culminó su acción con fuerte remate desde fuera del área que dio en el horizontal del arco defendido por Rodrigo Muñoz. El rebote lo recogió Ignacio Christofersen haciendo el gol con definición precisa y totalmente legal. Maggiolo cometió el error funesto de marcar una falta que tiene, al menos, tres características: 1) error de visualización que puede provenir de una distracción o cualquier otro motivo, lo que nunca será disculpable, 2) no cumplir con la disposición que lo obliga a no sancionar una posición adelantada si no está seguro de su existencia; la FIFA enseña que, en caso de duda, no se debe castigar a un equipo por posición adelantada, 3) incurrir en el peor de los errores, el que anula un gol convertido lícitamente.

Lo cierto es que el equipo del Parque Batlle pasó al 2-1 en forma inmediata a estar 2-0 abajo luego de la siesta inicial; que luego demoró apenas cuatro minutos en pasar del 3-1 en contra a un 3-2 hostigador, manteniendo incertidumbre en la mayor parte del encuentro.

Luis González acertó en incorporar al equipo, desde el principio, un segundo delantero (Chaves) para “ayudar” al Morro y también en desdoblar la acción de los volantes de contención, quedando el ordenado Marcelo Palau como el jugador más pegado a la línea de cuatro, mientras que el fogoso Tito Ferro jugaba por delante de él, rompiendo juego. Miramar Misiones ganará puntos y luchará duramente por conservar su estadía en Primera División, logro recién conquistado. Tiene jugadores muy bien dotados, entre los que se destacan Scotti y Sebastián Fernández, pero prima el sentido colectivo y excelentes criterios de juego.

Nacional todavía no entusiasma, más allá de que el núcleo duro de su hinchada parezca totalmente exaltado, más preocupado en sus cantos permanentes y sin intervalos, independientes de cómo funcione el equipo. No son, o parecen no ser, espectadores que vibren al compás de lo que se ofrece en la cancha, actuando en forma independiente a lo que ocurre, paralelamente, en la confrontación estrictamente futbolera. No entusiasma, decíamos, pero abre caminos a la esperanza, deja la expectativa abierta.