Quienes no hayan leído la historieta en la que está basada pueden llevarse buenas sorpresas con esta película que fue descrita como un híbrido entre El hombre araña y Kill Bill. Un adolescente bastante desgraciado (se le murió la madre, las chicas de la clase ni lo miran, no es bueno en deportes, sus amigos son medio tontos), aburrido de su vida y sin horizontes más amplios que su fanatismo por las historietas decide probar realizar el sueño que muchos alimentan pero pocos se animan a tomar en serio: convertirse en superhéroe. No tiene poderes sobrehumanos, tampoco los recursos económicos de un Bruce Wayne, no practica artes marciales, no es ni siquiera un tipo especialmente fuerte o intelectualmente brillante, y el superdisfraz que adopta es un traje de buzo comprado por internet, con el que camina por ahí patéticamente durante las noches, buscando problemas que va a tratar de solucionar. En el primer intento de enfrentarse a un par de malandras, le aplican la tal paliza y lo acuchillan. Luego le irá mejor, pero es dudoso que ello sea bueno, porque se mete en problemas aun más serios, con la mafia.

Kick-Ass no es una película para niños: se habla francamente de sexo, hay referencias claras a masturbación, violencia sangrienta, humor bien negro, crueldad de parte de los villanos y también de parte de los personajes supuestamente positivos. El personaje Hit-Girl debe de ser la niña de once años más malhablada del cine angloparlante, lo cual suscitó las protestas de algunas asociaciones puritanas y de “defensa de la familia”, que trataron de caracterizar como un acto de abuso infantil hacer decir a la pequeña Chloë Moretz cosas como fuck y cunt. Curiosamente, se habló mucho menos de que su pequeño personaje anda por ahí haciendo justicia por mano propia, cosa que incluye aplastar a un tipo con una prensa de autos o atravesar a una muchacha amiga de los villanos (una que no ofrecía ningún peligro) con un par de espadas, entre algunas decenas de otras muertes.

El director, Matthew Vaughan, que adquirió los derechos de la historieta mucho antes de su publicación, rechazó ofertas de revender la idea a grandes productoras porque le pedían atenuar los aspectos salados de la película: querían subir la edad de todos los personajes principales, tamizar la violencia y las palabrotas, quizá endulzar el guión. Fue una excelente jugada, porque terminó vendiendo los derechos de distribución a mucha más plata, mantuvo una conexión más cercana con los fans de la historieta, realizó una película relativamente original y se hizo fama de tipo íntegro.

Ahora bien, cómo será la cosa, porque en realidad la película es un vil abaratamiento de la historieta y su gracia se diluye bastante si tenemos en cuenta lo que se pierde. No se puede argumentar aquí la necesidad de condensación o de convertir en acción visible lo que son descripciones verbales de la interioridad psicológica o de abstracciones (factores que se aplican en la adaptación de novelas). Las ocho revistas que constituyen el primer “libro” de Kick-Ass contienen aproximadamente la misma cantidad de escenas que la película, y en un formato bastante filmable. Las modificaciones están basadas sencillamente en la asunción de que el cine es un formato más pueril que la historieta (oh tiempos, oh costumbres). El antecedente, justamente de Kill Bill, debería haber demostrado que el mercado tolera un producto más cercano al tenor de las historietas violentas; sin embargo, la película de Tarantino es tratada como un extremo, no como un antecedente que preparó el terreno. Por otra parte, la música incidental sinfónica es un cliché atrás del otro, y la idea supuestamente tarantiniana de poner música pop festiva en las escenas de masacre carnavaliza momentos que deberían ser acuciantes, sin llegar a funcionar como una ironía a la manera de Kubrick.

Perdido en el cambio

En esta versión fílmica, la violencia es más elevada de lo común, pero no guarda proporción con la historieta en la que en la mayoría de los cuadritos cada uno de los personajes está bañado en sangre. El protagonista, Dave Lizewski, en la historieta es un rubiecito flacucho y nada lindo, mientras que aquí no se animaron a poner en la posición estelar a un muchacho sin las cualidades esperables de un potencial ídolo adolescente. Así que se habla de que Dave es débil y poco atractivo, pero vemos a un tipo alto, musculoso y buen mozo, a quien le debe de ir bárbaro con las colegas de preparatorio, que cuando se pone el traje de buzo queda imponente y que para colmo no es tan buen actor como para ocultar todo ello, y la cosa pierde la gracia. El orden de presentación de los hechos en la historia original provoca un par de importantes sorpresas y mantiene un buen período de estupefacción (luego de que surgen de la nada los inconcebibles Big Daddy y Hit-Girl); la película los expone en forma lineal y sin ninguna pizca de misterio, simplificando la recepción para los espectadores (muy) despistados. La historieta muestra los peligros de la calle en forma estadísticamente verosímil (bandas de negros, portorriqueños y la mafia italiana), que la película cambia por el enfoque políticamente correcto (una pequeña cantidad de negros entre una mayoría de blancos sin especificidad étnica, salvo los de la mafia). En cambio, se agrega un rasgo de “incorrección política” (un chiste sobre la excitabilidad del adolescente, que se apronta para masturbarse con las fotos de unas salvajes africanas en tetas, como si ellas fueran algo sexualmente impresentable) que parece que sí se tolera porque no afecta a ningún grupo de presión, sino a un “otro” lejano e indefenso: una forma bastante cobarde de ser incorrecto. Big Daddy es un tipo enfocado en la historieta sin configurar un juicio moral explícito del tipo que es costumbre en Hollywood, pero con un gran potencial crítico: es un maniático que educa a la hija para convertirla en una máquina de matar, y la hace golpear una bolsa de arena diciéndole que fantasee que es Michael Moore, le enseña que los demócratas son la peor basura; es fan de Rambo y de Dirty Harry. Luego descubriremos que su historia es bastante patética. En la película lo incorpora Nicolas Cage con aires de bueno, se omite cualquier caracterización política y el tipo queda reducido a un exagerado fanático de armamentos pero con muy sólidas y compartibles motivaciones. Las recompensas de Dave al final del libro son escasas, casi virtuales, pautando una visión de mundo de lo más amarga y desencantada, mientras que en la película Dave se gana algún premio valioso.

Las muchas buenas escenas de la película son traslaciones casi literales de la historieta, adaptadas en forma que ni siquiera es especialmente efectiva (son realizaciones rutinarias, correctas, de un excelente storyboard). Los giros diferenciados del original, aun los que no están destinados a embobecer, no mejoran nada y parecen figurar para hacer notar el laburo que se tomó el guionista. El mafioso es actuado como un rutinario villano de cine infantil. Hay un par de buenos chistes visuales a lo Tati (uno envolviendo la pintura Gun de Andy Warhol, y la otra, el reflejo de Kick-Ass en un espejo con un adhesivo de mariposita adherida). La principal virtud quizá sea la confirmación de la carismática Chloë Moretz, que se roba la película.