En 1896 Rubén Darío publicó Los raros, conjunto de lecturas o semblanzas de autores por los que sentía un aprecio especial, entre ellos Verlaine, Villiers de l’Isle Adam, Leon Bloy, Edgar Allan Poe y Lautréamont. Del otro lado del siglo, Ángel Rama empleó el mismo término para referirse a ciertos escritores uruguayos que consideraba inclasificables o, cabe pensar, ajenos a las líneas o tradiciones más claras de la literatura nacional. Felisberto Hernández, Armonía Sommers, Marosa di Giorgio y Mario Levrero parecerían compartir ese rasgo de diferencia o de alteridad, que, de ser extendido -un poco temerariamente- al presente, podría abarcar, quizá, a Felipe Polleri y a Tarik Carson.

La obra de este último, lamentablemente, es apenas visible en el panorama de la literatura uruguaya contemporánea. Hay que buscar en revistas argentinas como Axxón (una publicación online que lleva publicando ciencia-ficción y fantasía desde 1989) o Próxima (en formato papel y mucho más reciente) para encontrar textos suyos publicados en los últimos años, muchas veces incluso reediciones de trabajos que vieron su primera luz en la década de 1970. En cualquier caso, una bibliografía más o menos completa de Tarik Carson (casi pseudónimo de Tarik Carson da Silva, nacido en 1946 en la ciudad de Rivera) debe incorporar los libros El hombre olvidado (cuentos, 1973), El corazón reversible (cuentos, 1986), Una pequeña soledad (novela, 1986), Ganadores (novela, 1991), Océanos de néctar (novela, 1992), y un buen número de cuentos publicados y traducidos en diversas antologías y revistas como las ya mencionadas. Sería interesante, entonces, pensar por qué permanece este escritor en esa suerte de invisibilidad. Sin ponernos a aventurar hipótesis “en serio”, podemos anotar -para pensarlo más tarde- que ha publicado en editoriales menores o poco presentes en la escena literaria (o quizá, mejor dicho, editoriales cuya presencia no ha sobrevivido), a falta de alguna forma de discurso legitimador de su obra desde la crítica (con la excepción de la cuarta entrega de Historia de la ciencia ficción uruguaya, un panorama del género en nuestro país escrito por Pablo Dobrinin, que puede leerse en la revista Axxón), así como un claro perfil de acercamiento a determinados géneros (la ciencia-ficción, la fantasía) por fuera de un abordaje desde la “militancia” de autores posteriores más abanderados de lo fantástico (el ya mencionado Dobrinin, Roberto Bayeto y el Pedro Peña de Eldor) y manteniendo rasgos o configuraciones propias de otras líneas literarias (Levrero, Felisberto Hernández, LS Garini, por nombrar algunos). Abundan en su obra elementos que la vuelven “extraña” al lector acostumbrado a una ciencia-ficción más “tradicional”, a la vez que terminan también por tornarla refractaria a los lectores formados en otro tipo de literatura más visible o difundida en este lado del Río de la Plata. Quizá en la estela de la consagración todavía en proceso de Mario Levrero (de quien fue amigo y corresponsal), escritor con quien comparte bastantes elementos (cierta forma de pararse ante el surrealismo, por ejemplo, así como la apuesta por un realismo superado, ampliado o trascendido), pueda adquirir más visibilidad la obra de Tarik Carson.

De hecho, la reedición reciente de sus dos primeros libros de relatos (El hombre olvidado y El corazón reversible) en un solo volumen, editado por Irrupciones Grupo Editor, en la colección “Excéntricos”, donde también han sido publicados Natalia Mardero -Posmonauta-, Daniel Mella -Noviembre-, Elvio Gandolfo (La reina de las nieves) y Levrero (La máquina de pensar en Gladys y Manual de parapsicología), seguramente colabore a ese “reflote” de uno de los autores más interesantes y, a la vez, más olvidados de la literatura reciente de nuestro país.

Narraciones extrañas

Leer los cuentos de Tarik Carson desde lo fantástico (sea lo que sea, se lo limite como se lo limite) es una de las opciones más fáciles a la hora de intentar marcar algunas pautas en este terreno virtualmente inexplorado. Posiblemente sea también una opción incompleta. Leerlo desde la ciencia-ficción en cuanto género es, también, tan poco feliz como el intento de hacer lo mismo con la obra de Mario Levrero: ambos se acercaron al género como un viajero puede “aproximarse” al centro de una ciudad circulando por su más o menos distante vía de cintura o circunvalación. De los cuentos de El hombre olvidado / El corazón reversible, entonces, ninguno puede incorporarse sin que rechine a la ciencia-ficción o, al menos, a la línea más estandarizada del género, que pasa por Asimov, Bradbury, Dick, Orson Scott Card y Connie Willis, autores de los que nadie podrá nunca decir (como sí sucede con obras de Sturgeon, Disch, Ballard, Stephenson) “esto no es ciencia-ficción”.

Pero es igualmente cierto que todas estas ficciones (con la excepción de “Por la patria”, uno de los primeros trabajos de Carson y, quizá, el que más desentona con el resto de los textos -o con la imagen de su autor que podría armarse quien recorra este volumen-, aunque no por ello deba pensarse como una obra poco satisfactoria) cancelan en algún momento esa serie de convenciones, pactos y artificios llamada “realismo” (en el sentido de opuesto a lo sobrenatural, lo mágico, lo maravilloso, lo fantástico). A la vez, ese denominador común parece resultar trivial ante la diversidad de planteos y estrategias fáciles de encontrar en este libro, que van desde la ficción fantástica posmoderna a la Alasdair Gray de “Inferencias sobre Pérez Lloyd” a los armónicos ballardianos que suenan en “Percepciones extrañas” (quizá el mejor cuento del libro). El trabajo de amplificación de un objeto ordinario hasta volverlo irreconocible y, por lo tanto, extraño al esquema de lo “real” que puede encontrarse en el cuento “Los labios de la felicidad” se acerca al Levrero de “La calle de los mendigos” (en La máquina de pensar en Gladys), por ejemplo, pero con toques de cierta ominosidad sórdida que también aparecen en “La muerte de los reflejos insoportables”, un relato especialmente “perverso”, en varios sentidos. Hay cierta encrucijada kafkiana-borgiana (el Kafka de “La construcción de la muralla china” y el Borges de “El inmortal” o “La secta de los treinta”) en “La epidemia” y también en “Un sueño viejo y oculto”, otro de los puntos altos del libro, cuento que podría ser filmado exitosamente por David Cronenberg. “El hombre olvidado”, por último -en que en cierto modo todos los rasgos e influencias mencionados parecen confluir-, reúne también paranoias, esoterismo y una manera de construir una vida (la del “olvidado” personaje) que no desentonaría en una novela de Thomas Pynchon, especialmente en Contraluz, la última publicada en castellano.

Buscando rasgos más generales, cabría decir que los cuentos del primer libro (El hombre olvidado) son más borgianos y exploratorios de influencias diversas que los del segundo (El corazón reversible), en que las estrategias parecen afinarse o postular una armonía más definida, por usar dos metáforas musicales. También es interesante resaltar una suerte de sustrato “alegórico” de la labor del artista o del modo de ser del artista, que puede ser leído desde cierta poética de lo autorreferencial o metalingüístico central, por ejemplo, a la obra tardía de Levrero.

La ciencia-ficción, la fantasía, lo inclasificable, lo maravilloso y lo ominoso confluyen en este libro de Tarik Carson, una de las exhumaciones más interesantes de los últimos años. El autor corrigió todos los textos y suprimió uno de los presentes en la edición original de El hombre olvidado, además de insertar otras modificaciones o desplazamientos de los cuentos y su orden. Vale la pena redescubrir la obra de este escritor casi olvidado, este raro entre los raros, y el libro editado por Irrupciones es la mejor puerta de entrada a una obra pródiga en sorpresas.