Al inicio de la semana, la entrega de los premios Oscar capturó la atención de millones aquí y afuera, y el evento confirmó la consagración del último trabajo del cineasta Charles Ferguson, Inside job, documental largo que aborda causas y efectos de la crisis global. El film había sido presentado el año pasado en Cannes, y entonces el autor explicó su convicción de que el cisma económico mundial no era de ninguna manera un accidente, y de que “era evitable”. “Durante 40 años después de la Gran Depresión, EEUU no tuvo ni una sola crisis financiera. Sin embargo, la progresiva desregulación del sector financiero desde la década de los 80 ha dado paso a una industria cada más criminal, cuyas ‘innovaciones’ han generado una sucesión de crisis financieras”, cada una “peor que la anterior”. Atento al fenómeno que analizó, recordó que el poder y la riqueza de ese sector han garantizado que de entre sus operadores y ejecutivos “pocas personas han sido encarceladas en cada una” de ellas. “Nadie ha sido encarcelado, a pesar del fraude que ha causado pérdidas de billones de dólares”. Esperanzado en que sus menos de dos horas de celuloide ayuden a “comprender la naturaleza esencial y las causas fundamentales de este problema”, Ferguson aspira a que se atienda “la importancia de restaurar la honestidad y la estabilidad a nuestro sistema financiero”, y de exigir “responsabilidad a aquellos que lo han destrozado”. Más cerca en el tiempo de la premiación por la Academia que de la unción por Cannes de Inside job, el poeta Juan Gelman escribió un artículo sobre el tema, publicado en enero en Página 12 y reproducido por la revista Trabajo y Utopía del PIT-CNT bajo el título “Una crisis tipo Jano”, referencia al dios romano de dos caras que, entre otras hazañas, había inventado el dinero. El argentino desnuda crudamente algunas contradicciones especialmente agudas entre las vidas de las víctimas estadounidenses de la crisis y las de quienes se beneficiaron (benefician) con ella. “Los bancos siguen confiscando casas y departamentos cuyos propietarios no logran pagar la hipoteca. Pero no todo es tan oscuro para algunos. El informe más reciente de la financiera JPMorgan Chase es luminoso en tal sentido: revela que en 2009 obtuvo beneficios un 48% superiores a los de 2008 y que el año pasado tampoco le fue mal: sus ingresos del primer cuatrimestre de 2010 aumentaron un 47% respecto del mismo período de 2009”. Las subjetividades lo ratifican, ya que, según Jamie Dimon, director ejecutivo del banco, éstos reflejan “una amplia recuperación económica. Pienso que el futuro es extremadamente esplendoroso”; el 71% de los compradores se declaró “feliz, contra el 40% en 2007”. Gelman también informa sobre una encuesta reciente elaborada por American Express Publishing y el Harrison Group, que develó los 28.000 millones de dólares en gastos suntuarios realizados durante 2010 por la población con capacidad de hacerlo. Claro que hay más. En 2010 se vendió 13% más automóviles que en 2009, mientras que la producción de acero aumentó 18%, según economist.com. Y otra perla: las ganancias de las grandes corporaciones crecieron 27% en el último cuatrimestre.

The dark side

Del otro lado, el escritor remite al flanco principal de la recuperación estadounidense: los desocupados, cuyo número “prácticamente no disminuyó en los tres años que dura la crisis, en los que se perdieron 8 millones de puestos de trabajo, es decir, 14 millones, incluidos los más de 6 millones que no trabajan desde hace medio año”.

Y desempolvando un clásico del marxismo, The Wall Street Journal dio cuenta de que semejante ejército de “reserva de desempleados produce una persistente baja de los salarios: ‘Entre 2007 y 2009, más de la mitad de los trabajadores de tiempo completo que perdieron su empleo después de tenerlo tres años por lo menos, y encontraron luego otro de tiempo completo, reciben un salario menor... la tercera parte, un 20% menos’”. EEUU lleva 20 meses con el índice de desocupación sin bajar y seis de cada diez desempleados deben pedir dinero a familia o amigos; y muchos de los que consiguen empleo actualmente deben aceptar el salario mínimo. Citando a una académica de la Universidad de Massachusetts, Gelman señala que casi nueve de esos diez trabajadores ya no pueden solventar sus gastos básicos en alimentación y salud. Después acude otra vez a The Wall Street Journal: “Las investigaciones muestran que los hijos de quienes han perdido el empleo y consiguen otro con un salario inferior también padecen este hecho. Un grupo de economistas llevó a cabo en 2008 un estudio sobre la relación de los salarios padre/hijo de 60.000 familias en el período 1978-1999. Los hijos de víctimas de los despidos masivos de la recesión de 1982 recibían ingresos un 9% más bajos que los de padres que no padecieron esa suerte”. La OCDE, donde convergen todos los países desarrollados y muchos otros en vías de serlo, ya colocaba a mediados de la década anterior a EEUU como el tercero más pobre entre sus miembros.

Cine para todos

También a través de The Wall Street Journal pero mediante una entrevista que le concediera el año pasado, Ferguson acude al nudo gordiano cuyo corte precipitó una crisis largamente incubada: el proceso de desregulación de los sistemas financieros impulsado por los gobiernos neoliberales durante la década de los 80, que condujo a la emergencia de “una industria criminal, en particular la banca de inversión”. El artista dice que esto “es verdad en dos sentidos: la forma tan literal en la que estas personas han violado la ley”, y luego explica que el film enumera “una lista de actividades criminales a gran escala por las que se ha desarrollado una cultura de una banca de inversión sin restricciones, en la que la gente puede hacer lo que quiera”.

Simultáneamente, “la tesis secundaria” que propone la obra consiste en caracterizar una actividad que “se ha vuelto más poderosa y rica, ha corrompido las instituciones y a las personas que deberían haberla contenido -obviamente el sistema político, el sistema regulador y, menos obvia pero igualmente importante, el mundo académico y la investigación de la disciplina económica”.

Cabe agregar la inclusión en el documental de figuras como Dominique Strauss Khan, director gerente del FMI, George Soros, prominente financista y operador húngaro-estadounidense y Christine LaGarde, actual ministra de Finanzas de Francia.