Mientras que el primero sugirió que Europa puede recurrir a “respuestas latinoamericanas” para solucionar su crisis, el representante del BM dijo: “Aun si hemos sido exitosos en el pasado, no podemos estar seguros de que esa receta nos servirá en el futuro”.

“Potencialmente la crisis europea puede tener alcance global”, comentó Fernández y agregó que “hay aspectos de la experiencia latinoamericana que pueden ser de utilidad para enfrentar la actual crisis europea”. Dijo que el problema de Europa no es de liquidez y advirtió que si la política económica “persiste en apoyar con liquidez, agravará la enfermedad”. Seguir con estas políticas, hará que los problemas subyacentes se agudicen y que los acreedores oficiales terminen “contagiados” por el riesgo crediticio, y pidió “atacar los fundamentos económicos y no los síntomas”. Algo que Europa podría extraer como enseñanza de la peripecia latinoamericana es que el sobreendeudamiento, público y privado, finalmente recae como impuesto indirecto sobre la inversión. Por otro lado, sugirió la necesidad de “aislar los riesgos bancarios de los soberanos”, y cambiar los hábitos: “Una vez que uno hace la ‘rehabilitación’, es totalmente necesario ligar las reestructuras a una reforma bancaria y, probablemente, de deuda también”. Con respecto a las recomendaciones de ciertos especialistas de “dar salida” a determinados países que están “bajo presiones” del euro, calificó esa posibilidad como “catastrófica”.

La periferia del centro

La crisis europea también deja planteadas preguntas que “quedan abiertas”, ya que exceden la experiencia de Latinoamérica. Se refirió a problemáticas que enfrentan los países de “la periferia” de la Unión Europea (UE) diciendo que toman al euro “como una moneda extranjera, lo que es un problema en varios sentidos”, señaló Fernández. La política monetaria es importada desde los países centrales, y está pensada de acuerdo a su momento en el ciclo, que difiere claramente del de los periféricos. Tampoco cuentan con la “libertad” de hacer una devaluación real y facilitar el equilibrio en el mercado cambiario.

Sin embargo, Fernández indicó que en la UE hay organismos supranacionales con gran capacidad financiera y “cuya intención es ayudar”. “América Latina siempre tuvo que defenderse de un Fondo Monetario Internacional mucho menos poderoso y no muy confiable”. Sin embargo, señaló otras “facetas” que podría tener la cooperación regional en la zona euro: para empezar, los países centrales podrían efectuar una revaluación fiscal en busca de una devaluación real del euro. Otra forma de cooperación que sugirió Fernández es que los países del centro generen una mayor inflación que la de la periferia. “Si la inflación general del euro es baja, un menor nivel general de precios en la periferia generaría una brecha inflacionaria donde se podrían procesar los ajustes cambiarios, sin que esto repercuta en menores niveles salariales”. En el “extremo de la cooperación”, sugirió, “si en algún caso, un país perteneciente decide salirse del euro, los demás deberían apoyarlo”.

Seguimos aprendiendo

El representante del BID marcó algunos puntos débiles que América Latina “no puede dejar de mirar”. Las posiciones fiscales en la región en este momento son peores comparadas con lo que fueron antes de la crisis anterior (de 2002) y, si bien surgen como consecuencia de las políticas contracíclicas, implican “cierta vulnerabilidad”. También las tasas de política monetaria son “relativamente bajas”, lo que deja menor espacio para políticas monetarias. Considera que son una preocupación los riesgos financieros que puede haber dejado la “ola” de entrada de capital que viene recibiendo la región desde 2009. También hizo hincapié en los efectos que puede tener en el continente una baja en los precios de los commodities, sobre todo los de China; y en los déficits en las cuentas corrientes, que se presentan más débiles que antes de la crisis anterior. Sin embargo, entiende que estas dos últimas podrían verse “aliviadas” por la existencia de mayor cantidad de reservas internacionales.

Entiende que el impacto de un “boom de commodities”, aun sostenido, no debería tener un efecto permanente en el crecimiento de los países; “en buena parte es un efecto riqueza, no tiene un impacto en la actividad real en sí”, dijo. Además destacó que el propio resurgimiento de las inversiones a nivel mundial dirigidas hacia los commodities cuyos precios han aumentado, genera que estos precios eventualmente decaigan. Por otro lado, destacó que “las políticas monetarias súper expansivas de los países avanzados no ayudan” y aseguró que una “normalización” de las tasas de interés llevaría a una normalización de los precios de commodities. “Por suerte, estas vulnerabilidades se enfrentan a un G20 mucho más débil en cuanto a poder para ‘resolver’ temas globales” concluyó.

Atrévete

Por último, el integrante del BID consideró aspectos estructurales que “sería bueno que alguien ponga en la mesa”, con lo que Timmer concordó, agregando que “deberíamos encontrarle una solución estructural también”. Entre los problemas expuestos se encuentra el menor ritmo de crecimiento de los países avanzados. “El crecimiento en los años anteriores a la crisis estaba basado en una burbuja financiera y una fuerte desregulación, que era insostenible”. En este sentido, a futuro cree que hay un “gran” problema respecto de los Bancos Centrales de los países avanzados, quienes tienen “enormes” sobras de dinero. También preocupa el nivel de endeudamiento público que han alcanzado estas economías. “Quizás estemos ante un colapso de la zona euro, pero calculo que es más probable que sea un período de estancamiento por muchos años”. Timmer, por su parte, se concentró en los desafíos en que deberían enfocarse los bancos centrales, principalmente, “desvincular” de las tendencias de crecimiento a los países desarrollados e “intentar conectar con los ciclos económicos de crecimiento de estos países”. También insistió en “ayudar a los países en desarrollo a alcanzar el crecimiento en períodos de baja inflación” y prestar atención a China, que es quien “está liderando el ciclo de crecimiento 
productivo mundial”.

Fernández opinó que “en general, la cuestión está en ver si uno se atreve a hacer políticas o se queda reforzando los flotadores”. “Y las políticas varían país a país”, agregó.