-¿Cuál es el principal cometido de la Escuela de Verano de la Facultad de Psicología?

-Esta escuela surge a partir del diagnostico de una situación muy crítica de la Facultad de Psicología en cuanto a actividades de investigación. A partir de ese diagnostico una de las medidas que resolvimos fue la instrumentación de esta escuela. Hay algo que no se puede resolver sólo desde adentro del tarro, no se puede resolver sólo con las capacidades que tenemos nosotros en un momento dado. Obviamente, hay cosas que la psicología uruguaya ha desarrollado y son muy potentes, muy importantes y muy ricas, pero hay otras que no y necesitamos, entre otras cosas, vincularnos con otros lugares del mundo. La facultad ha definido una estrategia de relacionamiento geopolítico a nivel internacional que tiene que ver con el relacionamiento con ámbitos académicos europeos, de Canadá, Estados Unidos, México y América del Sur en particular.

-Durante su exposición se refirió expresamente a la necesidad de fortalecer los vínculos "sur-sur".

-Ésa es una línea de trabajo que está poco desarrollada para los intereses que tenemos. Pero ya estamos empezando a concretar el relacionamiento con universidades de África, cruzando Chile por el Pacifico, Australia y Nueva Zelanda. Va todo en la línea de no sólo ver el mundo desde el ángulo prefijado desde hace mucho tiempo.

-¿Cómo debe verse entonces?

-Estamos buscando que la Facultad de Psicología, en el proceso de Reforma Universitaria, desarrolle un perfil de producción de calidad y de pertinencia social; es decir, queremos producir conocimiento de calidad para estas sociedades. Ahora, eso no pasa por acotarnos sólo a las tradiciones, pasa por ligar esas tradiciones con determinados contenidos del desarrollo de la psicología y de las ciencias sociales, que hay que ir a buscarlos en distintas partes del mundo; algunos muy lejos y otros muy cerca.

-¿Se trata de crear un ámbito para construir problemas locales?

-Las técnicas, metodologías, tecnologías y los problemas se construyen, no son naturales, entonces, así como una sociedad puede vivenciar que no son problemas determinadas situaciones o relaciones sociales, otras sociedades pueden hacer de determinadas relaciones sociales un problema. Por ejemplo, hasta que no se cuestionan las inequidades sociales, no son un problema; que determinada gente pueda estudiar y otra no, no es un problema, es más, se puede naturalizar en que no todo el mundo tiene porqué hacer estudios terciarios. Vamos en la línea de construir problemas pero obviamente no "ombliguistas" sino que tengan sentido para el colectivo social de referencia, para la sociedad de la que somos parte.

-¿Cuál es el aporte que hace la psicología?

-Nosotros no compartimos una cierta banalización de la psicología o una psicologización de todo; no es que todos los problemas o relaciones sociales se explican o modifican por explicaciones psicológicas. A veces, tanto en el ámbito académico profesional como en la vida cotidiana y a nivel global, hay una cierta banalización; lo psicológico parece que pasa a ser una especie de metadisciplina que explica todo. No estamos de acuerdo con eso, nos parece que es un error. La psicología es muy importante y es un componente que puede ayudar a explicar muchísimos aspectos de la dramática humana, pero es realmente una tontería pensar que puede explicarlo todo.

-¿Las explicaciones pasan por la interdisciplinariedad e interinstitucionalidad?

-Sí, por la interinstitucionalidad. Pero, ¿por qué no hay mayores niveles de interinstitucionalidad en las sociedades latinoamericanas? Eso sería construir un buen problema. En Uruguay, por ejemplo, hay muy bajos niveles de interinstitucionalidad, público y privado, y ni hablar a nivel público, donde coordinar entre un ministerio y una facultad de la Udelar puede llevar meses. El tema principal es la gramática humana, las condiciones de existencia de la gente y no “los problemas psicológicos”. Estos problemas, en aislado esencialistas, como fin en sí mismo, a esta escuela, a esta facultad no le interesan.