La sustitución de Gargano por el Ruso Pérez alteró en algo la calma que tiene y transmite la selección uruguaya de fútbol. Ocurrió en los minutos previos cuando los jugadores preparaban sus músculos para el esfuerzo que se venía y el Ruso sintió “un dolorcito en el aductor izquierdo”. El entrenador hizo entrar a Gargano y, seguramente (¿quién lo sabe?), mantuvo equilibrios y calidad en el medio juego.

Antes de ese contratiempo inicial -y los que luego presentaría una cancha que no estaba en buenas condiciones y el frío acentuado por la nieve que cayó en el segundo tiempo- todo el plan hacia este partido, tomado como un mojón preparatorio más hacia la clasificatoria mundialista en marcha, transcurrió dentro de carriles conocidos. El equipo iba en busca de “rendimiento, comportamiento y resultados” como machaca el Maestro a sus alumnos, sin sorpresas ni en los nombres convocados ni en la integración titular. Apenas un “queríamos ver especialmente a Gastón Ramírez” se puede destacar de las resoluciones y las expresiones de Tabárez. Una pequeña novedad, en tanto el ex Peñarol y actual jugador del Bologna, de 21 años, integra desde tiempo atrás el proceso celeste.

Admitan otro asunto previo antes de contar que todo empezó muy bien en el partido que se jugó ayer en Bucarest en tanto al minuto y 40 segundos el nombrado Ramírez evolucionó hacia zona defensiva del rival, marcado por dos hombres y la raya, en el costado izquierdo del ataque uruguayo, escapó y lanzó un pase fuerte y rastrero que, en el borde del área, Gargano dejó pasar y Cavani, el Edinson de Salto y del Napoli, convirtió en golazo con una precisa pegada de zurda entrando desde la derecha. 1-0 tempranero y tranquilizador.

De sistemas y flexibilidades

Pero antes una salvedad. Se puede establecer que Uruguay jugó con un sistema 4-3-3. Es difícil objetar esto. ¿Y si hubiéramos puesto que Uruguay jugó con un 4- 4-2 estaría errado? Seguramente, no. En muchos pasajes vimos a Cavani integrado en la línea de volantes -con Gargano, Egidio y Ramírez- tapando subidas del rival incluso en las cercanías de Maxi Pereira. Y, finalmente, si se hubiera dejado establecido que Uruguay jugó con un sistema de 4-2-3-1 -tan europeo, tan moderno también estaríamos bien cerca de la verdad porque estuvo claro que los dos volantes netos fueron Gargano y Egidio. Tampoco se fuerza nada de lo que se observó en la cancha si se considera enlaces a Cavani por derecha, a Forlán por el centro y a Ramírez por izquierda estando claro que Luis Suárez fue el punta neto moviéndose hacia uno y otro lateral.

Con lo anterior se quiere hacer un elogio a la flexibilidad táctica que siempre muestra el equipo celeste, no sólo en este partido. Y, sin visiones esquemáticas, ésa es una de las razones del éxito que, ahora y circunstancialmente, se matiza en la constatación de que se llegó a la 14ª presentación internacional sin derrotas (empezando en el Uruguay- Holanda del Centenario, en junio del año pasado, y pasando por Copa América, Eliminatorias y otras yerbas hasta llegar a los rumanos).

Porque, aunque a nuestra selección le resultan difíciles todos los partidos, es un equipo difícil para cualquiera por esa flexibilidad, y la apuesta al equilibrio defensivo ofensivo crea condiciones para que los valores individuales importantes que se poseen -sobre todo en ofensiva- crezcan en su dimensión dentro de un colectivo que funciona. No importa el sistema sino cómo funciona.

Primer tiempo uruguayo

En la primera parte el protagonismo fue de los celestes. Tras el gol inicial se dio un cuarto de hora de predominio que dejó la impresión de que se enfrentaba a un rival de modestísima fuerza futbolística.

A los 15 minutos, Cavani estuvo al borde del segundo gol al estrellar contra el poste un tiro que aprovechó una buena habilitación de Suárez, que entró por la izquierda. Y a los 36 llegó la acción del discutido fallo del árbitro húngaro. Todo comenzó en buenas combinaciones colectivas que, al llegar al área, se plasmaron en una rápida pared Cavani-Suárez-Cavani que dejó al salteño de cara al golero, a quien intentó esquivar hacia el centro del área para quedar pronto para el toque al gol. Y ahí lo tocó Tatarusanu y cayó. En puridad fue penal y roja para el golero. El juego siguió con los celestes no pudiendo creerlo.

Luego hubo otras oportunidades: un pase profundo de Cáceres dejó solo a Forlán que definió alto apurado por el golero y, a los 44 minutos, al mismo Forlán le faltó un último enganche en otra oportunidad de gol clarísima ante un pase de Ramírez.

Sólo dos llegadas fuertes fueron desarrolladas a su favor por el equipo local. Un buen tiro en el horizontal desde fuera del área, a los 24 minutos, terrible zapatazo, y otro disparo desde lejos de Pintilli en el final.

Segundas partes…

El técnico Piturca hizo cuatro modificaciones al empezar el segundo tiempo y le cambió la cara al equipo. Rindió más, incluso predominó en varios pasajes. Gabriel Torje, el mediocampista de Udinese, se vio mejor acompañado. Ya en el segundo minuto se le escapó a Fucile, recién ingresado, pero terminó con un remate pifiado cuando había movido a toda la defensa celeste.

Dos minutos más tarde, logró espacio de Fucile y levantó un muy buen centro, que el también recién ingresado Stancu cabeceó con fuerza y de pique para plasmar el empate en una acción en la que se pudo detectar poca concentración de la última zona uruguaya.

Ya la nieve era protagonista y el encuentro entró en una zona de paridad que en nada se parecía a lo visto en los 45 iniciales. Uruguay buscó desnivelar el tanteador pero ya el juego fue una sucesión de ataques alternados. El partido mantuvo el atractivo y hubo posibilidades de gol para los dos. Y la nieve siguió cayendo y fue mostrando que “piernas y mentes no están al máximo”, como dijo Tabárez en la conferencia de prensa, al mismo tiempo que destacó “el esfuerzo” que había concretado el equipo en un ambiente difícil.

Lo que se viene

El próximo partido de la selección será ante Rusia en Moscú el 25 de mayo y pocos días después volverá la clasificatoria sudamericana con dos partidos seguidos en el Centenario, el sábado 2 de junio ante Venezuela y el domingo 10 frente a Perú, como para intentar mantener el primer puesto. En agosto se jugará un amistoso ante Francia en Le Havre.

El empate 1-1 ante Rumania sirve, en tanto se enmarca en estas prácticas obligadas para un fútbol exportador. Un paso más para seguir en buenas condiciones en el camino hacia la Copa del Mundo de Brasil, hacia la copa de las Confederaciones del año próximo, también en tierra brasileña, y, en menor medida, en tanto los protagonistas serán mayoritariamente más jóvenes, hacia los Juegos Olímpicos de agosto en Gran Bretaña.