Una manera de leer Los Pérez viajan a Marte es atendiendo a las convenciones más o menos establecidas de la literatura para adolescentes y preadolescentes: las oraciones de factura relativamente simple, el recurso a protagonistas en la misma franja de edades que los destinatarios ideales del libro, las tramas y referencias culturales cercanas a los lectores, el empleo de un lenguaje que intenta construir cierta habla “plausible” y “joven”, entre otras, son pautas que aparecen muy visibles y bien hilvanadas en esta disfrutable novela de Pablo Roy Leguísamo (Montevideo, 1981), con su narrativa ágil y divertida.

Pero hay otros elementos en el libro que justifican otra vía de entrada. Desde la ciencia ficción, por ejemplo, saltan a la vista una serie de referencias a varias tradiciones y obras del género, en especial la trilogía Marte Rojo (1993), Marte Verde (1994) y Marte Azul (1996), de Kim Stanley Robinson (Illinois, 1952), en la que se describe el intento, a lo largo de varias generaciones, de convertir a Marte en un planeta como la Tierra (lo que en la jerga del género se conoce como “terraformación”). En Los Pérez... no sólo son mencionados los libros de este autor sino que, para los colonos marcianos de la historia, el autor de Marte Rojo es reverenciado como un prócer (se habla de un “Parque Robinson”, por ejemplo). Además, el método de terraformación elegido por Leguísamo es uno de los considerados en la citada trilogía. Es posible pensar, entonces, que en tanto ciencia ficción, Los Pérez viajan a Marte surge de una matriz temática originada en Kim Stanley Robinson; en ese sentido, la novela de Leguísamo se inscribe limpia y efectivamente en una tradición del género.

Rowling adentro

Otro de los referentes rastreables en Los Pérez… es la saga de Harry Potter (1997-2007); a diferencia del procedimiento que opera sobre la trilogía de Robinson, la ficción de JK Rowling aparece no tanto como una referencia temática, sino como el disparador de un ejercicio metanarrativo. Santiago, uno de los protagonistas, es fan de las novelas de Héctor Porthos, una saga de aventuras espaciales en plan Star Trek para chicos. La inclusion de esta serie -escrita por "K Yorwing" -permite a Leguísamo generar un comentario sobre la literatura juvenil.

A lo largo de las 240 páginas del libro encontramos bastante narrativa de Héctor Porthos y los visitantes del planeta Mostafar, el volumen de la saga que está leyendo Santiago. Leguísamo opta por incorporar esa ficción de una manera difusa: como el estilo de ambas secciones es muy parecido, no sabemos si estamos leyendo una cita in extenso del libro o si el narrador de Los Pérez está de alguna manera parafraseando la obra ficticia de K Yorwing.

También es interesante que los capítulos “Porthos” estén ilustrados, mientras que los episodios “Pérez” no. La parte gráfica, a cargo del dibujante argentino Marcos Vergara (1973), juega con la narración secuencial más propia de una historieta que de una ilustración “clásica” y colabora a generar la distancia entre la fase “real” del libro (las aventuras de los Pérez) y la “ficción dentro de la ficción” (el relato de Héctor Porthos).

Estas complejidades “metaliterarias” aportan al espesor de Los Pérez viajan a Marte, pero no necesariamente al disfrute de la lectura desde un lector juvenil (aunque tampoco deberían ir en su detrimento). De todas formas, se podría señalar que la trama parece un poco desbalanceada, en tanto casi exactamente tres cuartas partes del libro transcurren entre los preparativos para el viaje y el viaje en sí, mientras que la -mucho más interesante- porción “marciana” de la novela se liquida demasiado rápido y con cierta sensación de que Leguísamo apretó el botón de fastforward para incluir, de golpe, una trama de alienígenas y secretos escondidos hace milenios.

Otras yerbas

Otra línea de lectura de Los Pérez… sigue su construcción del concepto de “lo uruguayo”. La familia protagonista es elegida para “representar” a Uruguay en una gran oleada de colonos enviados a Marte, y por decreto del gobierno debe “prepararse” asistiendo a cursos de cultura que les permitirán mantener vivas las “tradiciones uruguayas”. Y resulta ser nada más y nada menos que el mate el disparador del principal aporte de los Pérez a la vida en la ciudad marciana.

En cualquier caso, la construcción de lo uruguayo es un tema recurrente en las ficciones de Leguísamo. Ya en los cómics de Freedom Knights se notaba la compulsión a incorporar elementos claramente “uruguayizantes” en las situaciones y en la concepción de los personajes. Los Pérez no es una excepción, si bien cabe leer lo “uruguayo” de los personajes y sus circunstancias en clave irónica.

En cualquier caso, esta primera novela de Pablo Leguísamo es más que atendible. Por su mirada a las tradiciones de la ciencia ficción supera notoriamente a El colegio de los chicos perfectos, de Federico Ivanier, otro ejemplo de la presencia del género en la literatura juvenil local. A la vez, su ambición, su extensión y complejidad extra en cuanto a los planos narrativos la colocan por encima de Nueve horas, de Fernando González, que también hacía abundantes referencias a los clásicos de la ciencia ficción y narraba una historia disfrutable y entretenida.