Damián es el nieto de la reconocida bailarina y vedette del carnaval uruguayo Martha Gularte e hijo del compositor, músico y cantante Jorginho Gularte, reconocido como uno de los mayores exponentes del candombe. Aunque se refirió a la música de su padre y la relación con sus propias creaciones, prefirió no declarar sobre el turbio incidente en el que se vio envuelto hace diez años. Según la versión judicial, Jorginho cayó por una escalera en un local bailable de Montevideo, aunque en su momento se procedió a la investigación de guardias de seguridad que estaban bajo sospecha de haberle propinado una golpiza. No hubo procesados y el caso actualmente está cerrado.

-Para entender tus influencias musicales contame de tu crianza, que fue entre Uruguay y Brasil. ¿Qué te trajiste en lo artístico?

-Soy uruguayo y me fui a vivir a los 13 años a Brasil, donde empecé a tocar la guitarra. Antes había aprendido un poco de bajo eléctrico, pero fue allí que conocí y arranqué a tocar bossa nova..., y claro que me traje influencias de la música brasilera. Es fundamental para mí. Creo que Caetano Veloso es un personaje muy importante en mi música por todos los estilos que él ha hecho, por sus distintas formas de hacer música. Después, obviamente, João Gilberto y toda esa onda. En Brasil empecé a cantar con un cantautor uruguayo que estaba viviendo allá, Esteban Restuccia, que es el hijo del actor de teatro Alberto Restuccia. Con él más que nada ensayamos canciones suyas pero no las llevamos tanto al escenario. Yo tenía 15 años y eso fue una gran influencia: tener delante a alguien que toca la guitarra y canta sus propias canciones. Arranqué a componer a los 16 y él fue quien escuchó mis primeras canciones.

-¿Cuándo regresaste a Uruguay?

-Volví a los 19, cuando le pegaron a mi papá. Estuve yendo y viniendo todo el 2002 y a los 20 decidí que no podía estar viajando todo el tiempo, así que me instalé en Montevideo.

-¿Cómo está tu padre?

-La va llevando como puede, ahí. Quedó con secuelas importantes de memoria y lenguaje, es alguien que necesita estar acompañado por una enfermera las 24 horas.

-Contame de tu relación de antes. ¿Aprendiste música con él?

-Sí, es un referente. Parte de la rítmica la aprendí con él, algunos toques de la mano derecha en la guitarra, del candombe y de la bossa nova, esas cosas. Igual lo mío es más un camino propio, aprendí por las mías.

-Por 2004 habías editado el trabajo Regularte, un disco en su homenaje en el que participaron Hugo Fattoruso y Rey Tambor, Jorge Drexler, Fernando Cabrera, No Te Va Gustar, Fernando Torrado y Los Terapeutas, entre otros. ¿Cómo surgió esa idea?

-Regularte fue una idea del Negro [Fernando] Torrado Parra. Me propuso llamar al Mamut Gustavo Muñoz, que es el bajista de toda la vida de mi papá y el que grabó en sus cuatro discos. Dijo que sí y empezamos a hacer una lista de músicos para hacerlo. Por suerte pudimos contar con la mayoría de ellos, ¡estuvo increíble! Elegimos las canciones de manera que cada músico explotara su estilo.

-En ese disco tocaste el tema “Ineluctable”, que no es de los más conocidos. ¿Por qué lo elegiste?

-Eso fue lo primero que grabé profesionalmente. Ese tema lo siento muy en el estilo de las canciones que hago yo y hasta me influenció después en letras que escribí. “Ineluctable” es una canción que tiene palabras complicadísimas, yo ni sabía lo que quería decir ineluctable Hay una que es kefalé, con k, y me pregunté ¿de dónde sale esto?

-¿Y qué significa “kefalé”?

-¡Ni me acuerdo! Pero me acuerdo de que a partir de ahí empecé a usar el diccionario de sinónimos como una herramienta de composición, se me viene un sonido de una palabra y busco si existe algo fonéticamente parecido.

-El tema “Ineluctable” no está tan vinculado al candombe.

-Algo que dejamos bien claro en Regularte es que la música de mi papá va por muchos lados. Quizás él no supo venderse de la forma correcta, porque siempre estaba hablando de candombe, pero iba por estilos distintos: rap, hip hop, rock and roll, reggae, bossa nova, samba… Y yo me siento identificado por su gusto musical, por sus influencias, más que por la música de él.

-En 2008 grabaste tu primer disco solista, Individuo rodeado, que era un disco más pop. Manjar hembra es más acústico. ¿Por qué se dio ese cambio?

-El primer disco es más pop, tiene bajo eléctrico, teclados, guitarras con cuerdas de acero y guitarras eléctricas soleando. Pero es un disco que no moví todavía, decidí guardarlo y va a salir más adelante. Inmediatamente después del primero grabé el segundo, que es completamente distinto, porque es un estilo con el que me siento más identificado. No me siento tan pop, por más que de repente puedo hacerlo. Hay sólo un candombe y es de mi viejo, “Muchacho de esquina”. El otro tema suyo es el chorinho, que se llama “Sinaí”. El resto son todos míos, en letra y música. Hay una canción en particular, que se llama “Distorsión”, en la que indagamos mucho en la improvisación. Arranca como una canción, no digo estándar, pero que no tiene sobresaltos, y después pasa a ser una locura en la cual todos están inventando al mismo tiempo. Hay tres guitarras, dos acústicas y una eléctrica: las acústicas improvisan cosas rítmicas y la eléctrica va generando un clima. Libertad total.

-En lo letrístico encontré muchas imágenes, uso de metáforas. ¿En qué te inspirás?

-Hay varias temáticas. La canción que le da nombre al disco, “Manjar hembra”, es una canción de temática erótica, que es muy distinto a escribir sobre amor. Son cosas vivenciales, todavía no tengo canciones que cuenten una historia. Son pequeñas imágenes, letras cortas, prima la música.

-Pasaste del pop a una fusión bien abierta. ¿Tu próximo trabajo hacia dónde va?

-Me gusta la dirección del segundo disco, existe la posibilidad de que haga otro proyecto en esa dirección. Me interesa mucho un proyecto eléctrico haciendo blues, pero con acordes y melodías de bossa nova, más complejas, no sé, medio “spinettiano”. Tengo canciones para los dos lados. Tengo que ver, pero es temprano para eso porque el segundo disco es nuevo y el primero nunca se escuchó. Creo que una de las cosas lindas de este segundo disco es que está la personalidad de los músicos, dejo que hagan sus aportes. Y es lindo que en cada proyecto esté la cabeza de los músicos que están tocando conmigo.

-¿Trabajan de un modo anárquico o sos el director técnico?

-Se dan las dos cosas. En “Distorsión” y en “Tantra” fue un poco anárquica la cosa. Creo que si se llama a unos músicos para un proyecto es porque se confía en ellos, en lo que van a dar. En el primer disco hubo muchísimos ensayos y el segundo fue más espontáneo: algunos ensayos y entramos a grabar. Me gusta más esa forma, me interesa para el futuro.

-¿Tu padre responde a tu música? ¿Sentís que disfruta cuando la 
escucha?

-Creo que sí, las veces que lo llevamos a ver algún toque le gustó. Creo que sí, igual le cuesta expresarlo.

-¿Te hubiese gustado haber compartido algún proyecto con él?

-¡Sí, seguro!

-¿Nunca zaparon cuando eras chico?

-Sí, pero apenas. Debe de haber algún casete por ahí, pero pasa que le pasó eso cuando yo tenía 19, entonces casi no dio el tiempo. Es algo que quedó pendiente pero que no pudo pasar. No siempre salen las cosas como uno quiere.

-¿Será posible que él vuelva a tocar?

-Él agarra un poco el tambor piano y hace dos o tres acordes de la guitarra... Pero no, ya sabemos que eso no va a pasar. Esa parte, la parte de artista, no está más.