“Hoy no se puede ser colorado sin ser batllista y tampoco se puede ser batllista sin ser colorado”, concluyó, el miércoles 7 de agosto, el líder de Vamos Uruguay, Pedro Bordaberry, durante la presentación de la reedición de "Ideología de Batlle", escrito por Antonio Grompone en 1962.

La mayoría de los legisladores del Frente Amplio (FA), claramente, no comparte esa tesis. “Si Batlle y Ordóñez viviera estaría en el FA, o estaría coincidiendo con el FA”, especuló, por ejemplo, el senador Carlos Baráibar (Asamblea Uruguay). Baráibar considera que el FA es el partido político uruguayo “más heredero del batllismo”, al punto de que en su interna “hay gente que se define como batllista”. Según Baráibar, tanto el senador Bordaberry como el líder de Propuesta Batllista, José Amorín Batlle, “pronuncian algunas frases de Batlle, pero no toman la ideología global”. “Los auténticos batllistas, de primer nivel, estuvieron en el FA: Zelmar Michelini, Liber Seregni, Alba Roballo”, enumeró Baráibar.

El otro Pepe

El politólogo del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de la República, Antonio Cardarello, dijo que electoralmente el FA logró 
reemplazar “relativamente” al PC. “Nació como fenómeno montevideano y se fue expandiendo gradualmente en aquellos lugares donde era predominante el PC y sobre todo el batllismo. Es la vieja L colorada: la costa y el litoral, que fueron reductos del batllismo”, dijo. Cardarello explicó que en esos centros urbanos estaban también las grandes industrias y las tasas más altas de sindicalización.

Cardarello agregó que mientras el PC evolucionaba hacia un discurso “más liberal”, el FA se ubicaba en aquello que “el imaginario” nacional identifica con el batllismo, por ejemplo, una mayor intervención del Estado en la economía, emulando las políticas públicas de la década del 50.

El politólogo también habló de las diferencias entre José Mujica y Tabaré Vázquez. Dijo que el actual mandatario “no es batllista” y que por su orígenes herreristas “no es un defensor a ultranza del Estado”, sino que más bien “desconfía de éste y de su burocracia”. Vázquez, en cambio, tiene un origen socialista y en sus inicios estaba “muy apegado al batllismo”. “Tiene un discurso más cercano al Estado como escudo de los más débiles, por lo que sus posturas se parecen más a las de un batllista”, reflexionó.

Otro dirigente de AU, el presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Orrico, militó en la lista 15 hasta 1967, cuando resolvió alejarse porque ese movimiento “había perdido la batalla interna dentro del Partido Colorado [PC]”. Orrico reconoce que los programas de gobierno del FA tienen una “muy importante influencia del batllismo tradicional”.

En esa línea, el senador Enrique Rubio (Vertiente Artiguista) coincidió en que el FA es “el más fiel heredero” del batllismo en el mapa político uruguayo, por ejemplo, en temáticas como “la sensibilidad social, el peso del Estado y empresas públicas importantes”. Rubio opinó que existen diferencias conceptuales en cuanto al rol que le asigna el FA a la sociedad civil y sus formas de participación, pero fue enfático al sentenciar que el partido de gobierno es el único que “cultiva y desarrolla” la idea de un Estado de bienestar. “Puede ser una continuidad de trazos gruesos y énfasis ideológicos que no está en ningún otro sector político”, agregó.

Álvaro Vega, diputado del MPP, también piensa que entre Batlle y el FA hay “ciertos puntos de contacto”, a pesar de que les tocó gobernar en épocas tan distantes. El urbanismo, el papel del Estado, la cercanía con los sindicatos y la reivindicación del rol de la mujer fueron temas explicitados por Vega. El diputado floridense subió la apuesta: dijo que actualmente el FA es el mejor representante del pensamiento batllista y que Vamos Uruguay sería “la herencia de los antibatllistas”. “El sector de Bordaberry es herencia o viene de la lista 14, del pachequismo. Es cualquier cosa menos batllista”, sintetizó.

Desde la tradición

Por su parte, María Elena Laurnaga, del Partido Socialista, puntualizó que si bien el FA incorpora los “ideales de igualitarismo” del proyecto batllista, también se plantea una superación de ese modelo. “El FA quiere algo que la sociedad capitalista de hace un siglo no se planteó: un proceso de redistribución de la riqueza”, matizó la diputada, antes de subrayar que si bien hay coincidencias con la “pelea batllista” por una sociedad igualitaria, las diferencias surgen al momento de identificar “cuál es la raíz de la inequidad”.

El secretario general del Partido Comunista del Uruguay, Eduardo Lorier, manifestó que en filas coloradas Batlle y Ordóñez “hace rato que fue olvidado y ya nadie sabe qué hizo ni qué creó” y que los principales dirigentes dejaron de lado al batllismo “muy tempranamente”. “Sus representantes batllistas pasaron a ser frenteamplistas, como Michelini y Roballo, pero desde el pachecato en adelante hubo un abandono de la propuesta batllista. Hoy no existe el batllismo: lo eliminó una corriente del PC y los batllistas se fueron al FA”, resumió Lorier.