2013 puede quedar en el recuerdo por muy diversos motivos. Fue, por ejemplo, el año del matrimonio igualitario y la regulación de la marihuana, de los pedidos de procesamiento para el ministro de Economía y el presidente del directorio del Banco República, de la clasificación para el Mundial de Fútbol de Brasil y el asesinato de Sergio Lemos en Santa Catalina. En cuanto a nuestra cooperativa, fue el año en que el proyecto de comunicación iniciado en 2006 con la diaria logró expandirse al editar la revista Lento y abrir, junto con la cooperativa Demos, la perspectiva de que Giro comience transmisiones de televisión digital abierta en 2014.

Todo esto ha significado y significará tareas y caras nuevas. Se pone a prueba la consolidación del grupo humano y su capacidad de abrirse a otras articulaciones y alianzas. Implica cambios de identidad e identidad en el cambio. Al tiempo que redistribuimos responsabilidades y aumenta la cantidad de áreas de trabajo, afrontamos el desafío de confiar cada vez más en cada persona y construir nuevas confianzas.

La adjudicación a Giro del futuro canal 38 fue un proceso complejo y difícil. La evaluación de nuestra propuesta por parte del Poder Ejecutivo puso sobre la mesa una cuestión crucial para el crecimiento de relaciones sociales más libres: la cuestión de cómo articular las empresas autogestionadas con las inversiones de gran porte, de modo que cada parte pueda obtener lo que busca y está en su naturaleza.

Estamos convencidos de que la experiencia acumulada y la reflexión sobre esa experiencia nos ponen en condiciones de demostrar que hay respuestas fecundas en esta materia. Respuestas necesarias para que la autogestión no quede arrinconada en una especie de divisional B de la economía, ni acotada por una dependencia del Estado que la desnaturalice.

Somos conscientes de la enorme responsabilidad que implica haber avanzado hasta esta encrucijada. Somos descendientes y deudores de varias generaciones anteriores, que fueron abriendo paso para experiencias alternativas en el terreno de los medios de comunicación. Ahora depende de nosotros, en buena medida, que proyectos futuros de mayor envergadura reciban la posta en mejores condiciones. Se trata de eso y de ir elevando los criterios acerca del mínimo aceptable.

Giro, no será, por supuesto, la diaria por televisión, como Lento no ha sido, ni por asomo, una versión mensual y con 100 páginas de la diaria. En las nueve ediciones que lleva la revista, se ha apostado a propuestas que, si bien pertenecen a la misma familia ideológica de intereses, sensibilidades y modos de entender este oficio, no se habían desarrollado y en algunos casos ni siquiera se insinuaban en el producto que ofrecemos de lunes a viernes. Por ejemplo, otras maneras de narrar y aportar explicaciones, fuera de la falsa disyuntiva entre investigación y relato, de valorizar las imágenes y el humor, de mirar desde el espacio entre la noticia y la historia. Todo esto a propósito de una agenda propia, que presta especial atención a los cambios, a las fronteras y a los placeres. Apuestas que resultaron exitosas, no sólo desde el punto de vista comercial sino también en términos periodísticos: lo puedo decir sin pudor porque el mérito es de otras personas, y en eso hay otra muestra de que crecemos.

La televisión es el medio de comunicación que más requiere trabajo colectivo, aunque lo que llega a las pantallas parezca la suma de unos pocos desempeños individuales. Creemos ver “el programa de Fulano” o “el informativo de Mengana”, sin saber que a menudo los Fulanos y las Menganas son como estrellas de cine que interpretan sus papeles, ponen la cara y el carisma en la cumbre de una pirámide humana que los selecciona, los viste, los maquilla, construye los relatos que protagonizan, escribe sus parlamentos y registra su actuación, entre muchas otras labores que aparecen en los créditos finales, cuando la mayor parte del público ya no presta atención. Al mismo tiempo, mucho de lo que debería ser política de comunicación consistente surge, en cada empresa, de múltiples equipos y centros de decisión no coordinados, y así se malgastan esfuerzos y talentos, sin llegar ni cerca de la potencia posible.

Una de las tareas más difíciles y a la vez más fascinantes en esta etapa fundacional de Giro es organizar de otro modo las interacciones entre lo individual y lo colectivo, y entre la unidad y la diversidad. Un poco lo que hicimos al preparar la diaria. Cuidar y aprovechar al máximo los recursos en el marco de la autogestión, para lograr un producto que sea claramente distinto porque funciona en forma diferente. Un producto cuyo atractivo no resultará necesariamente de que sus trabajadores sean mejores desde el punto de vista individual, sino de que sean más libres y más responsables; de que articulen sus libertades y responsabilidades con más eficacia creativa, para que cada persona pueda dar lo mejor de sí y estimular el desempeño óptimo de las demás. Un canal en el que, desde ambos lados de la pantalla, podamos reconocernos con satisfacción.