Como seguramente todo el mundo se imagina, la tapa de un diario es, por muchas razones, el punto vital más expuesto. Es lo que primero verán los lectores (y también los no lectores en la mayoría de los casos, aunque no en el de la diaria porque no se exhibe en los kioscos) y es también lo último que hay que cerrar cuando se espera información importante de último momento. Es el lugar de destaque por excelencia, y aun en casos como el de la diaria, en que la tapa no está pensada para atrapar al lector y hacerlo comprar el ejemplar, seleccionar las mejores imágenes, los titulares más apropiados y las noticias de las que hay que poner un avance supone un esfuerzo importante y la toma de decisiones que deben ser rápidas y firmes al mismo tiempo.

Hace unos pocos días, el jueves 24 de enero, el diario El País, de España, publicó una supuesta foto del presidente venezolano Hugo Chávez intubado. No tardó en ser advertido el error, por lo que la dirección del diario (o quienes estaban al frente en ese momento) resolvió retirar de los kioscos la edición que ya había sido distribuida y lanzar una nueva tirada en la que no se incluía la foto en cuestión ni la noticia a la que estaba asociada y cuyo título era “El secreto de la enfermedad de Chávez”. Ese mismo día, en la edición digital, El País publicó un nota de disculpas a los lectores y prometió que el hecho sería investigado. Al día siguiente, en la edición del viernes, un suelto brevísimo en la parte inferior de la portada (la nota con la foto de Chávez había ocupado más de un tercio de la tapa, además de estar ubicada en el lugar de mayor destaque) anunciaba que en la página 5 el diario pedía disculpas por la publicación de una foto falsa del presidente venezolano. Por supuesto, el error fue un escándalo y los lectores no demoraron en hacerse oír, por lo que en la edición del sábado Tomás Delclós, defensor del lector en El País, escribió una columna en referencia al hecho en la que se da cuenta de cómo se generó el error, se hace mención a “varias sentencias del Tribunal Constitucional español [que] establecen el criterio de que ante una colisión de la libertad de información con el derecho a la intimidad debe darse preferencia, en general, a aquella”, y se agrega que el Libro de Estilo del diario establece que las imágenes desagradables “sólo se publicarán cuando añadan información”. Porque el problema, para los lectores, no se limitaba a la falsedad de la foto, sino que se extendía a la pertinencia de su publicación, aun cuando hubiese sido auténtica. Pero a la explicación de Delclós se suma, en la misma columna, una larga carta de Javier Moreno, director del diario, quien, luego de reiterar las circunstancias en que se tomó la decisión de publicar, asegura que se hizo en la convicción de que la foto era auténtica, y aclara que en El País la decisión de publicar imágenes que puedan herir la sensibilidad de alguien o atropellar derechos es siempre discutida a cabalidad. Y claro, en circunstancias normales “una imagen similar de un dirigente político de un país con una democracia avanzada” nunca habría sido publicada, pero es Venezuela, vamos, ya se sabe.

Lo interesante es que Moreno afirma haber hablado muchas veces de las diferencias entre el error y la manipulación, e insiste en que El País incurrió en lo primero pero no en lo segundo. El defensor de lectores, por su parte, acepta la explicación y agrega, para concluir, que el hecho dejó en evidencia que hacen falta más controles para reforzar “el blindaje ante el error” que impida cometer nuevamente “estas lamentables equivocaciones”.

Es sabido que no existen medios de prensa neutrales, o cuyos contenidos (y el lugar de destaque que se les da) no obedezcan a una línea editorial que puede no ser explícita, o no haber sido nunca explicitada, pero que siempre está atravesada por la cuestión política. Lo que dice un diario, como lo que dice cualquier discurso público, puede y debe ser leído siempre sin ingenuidad en ese sentido. En el caso de El País es notorio que ni el respeto a la intimidad de una persona en apariencia moribunda ni a un Estado soberano pesaron más que el rechazo explícito que la dirección de la publicación manifiesta hacia el presidente de Venezuela. Tan fuerte es ese rechazo, tan imperioso el deseo de exponer su maldad, que eligieron publicar una foto sin verificar su autenticidad con tal de poder mostrar a Chávez en toda su miseria y denunciar con eso la farsa de su mandato. Hubo, entonces, un error (la foto era falsa), pero antes hubo la decisión de exponer deliberadamente algo que muchos podrían considerar (y consideraron) inmoral y de mal gusto.

Lamentablemente, la diaria no está libre de equivocarse en la tapa. En una semana, dos tapas salieron con errores: el primero fue informativo, el segundo ortográfico.

El martes 29 de enero, el primero de los destaques de tapa (bajo el título “Las luces del estadio”) adjudica al PIT-CNT una frase en la que se califica de “error político grave” las medidas del gobierno contra la inflación. Un lector nos hizo notar que la información era incorrecta puesto que, tal como se informaba en la página 3, la reunión del Secretariado Ejecutivo de la central aún no se había realizado (se realizaría ese mismo día) y por lo tanto las palabras mencionadas no podían adjudicarse al PIT-CNT sino a alguno de sus dirigentes. De hecho, la nota, cuyo título es “Pocas luces”, dice en la bajada: “Dirigentes del PIT-CNT consideran que medidas del gobierno para inflación son un ‘error político grave’”, y en el cuerpo de la noticia se atribuye esa calificación a Fernando Pereira, uno de los coordinadores.

En la reunión del Secretariado Ejecutivo del día siguiente se emitió un comunicado oficial de la central cuyo punto 2 dice que “el movimiento sindical considera un error político importante” el aumento anunciado de las tarifas de UTE justo al mes siguiente de haber dado bonificaciones mediante el plan UTE Premia -precisamente a lo que se refería Pereira cuando decía “error político grave”-, con lo que la equivocación de la diaria no causó un perjuicio en la información que los lectores recibieron. Sin embargo, el lector tiene razón: el avance de tapa no se correspondía exactamente con la noticia a la que remitía, y eso habla de una distracción o un apresuramiento de quien lo redactó y de quien tomó decisiones en torno a la tapa de ese día.

Al día siguiente, precisamente en el mismo lugar (el primero de los avances de la portada), y bajo el título “Camaradas”, se lee: “El Partido Comunista respaldó al ministro Venegas ante la desición de remover a Bermúdez”. Un error ortográfico importante (debió decir decisión) por el que creí que muchos lectores me escribirían, pero que sin embargo no resultó tan evidente o tan escandaloso como para que alguien lo hiciera. Una vez más, el apuro y la distracción causaron un error en un lugar destacado en el que habría que poner especial atención, sobre todo teniendo en cuenta que siempre, como decíamos al principio, la tapa se resuelve en condiciones de máxima tensión y agotamiento.

La tapa, decíamos, es un punto vital muy expuesto. En la diaria parecen tomarse todas las providencias para que los contenidos de la portada (incluyendo las imágenes, que tienen un lugar preponderante en esta publicación que no se exhibe en los kioscos) expresen lo que la Redacción considera más relevante, aun cuando esa relevancia no se corresponda con lo que hace más ruido en esos días. Habrá que extremar los cuidados, entonces, para que ese trabajo hecho con seriedad y esfuerzo no se estropee por el apresuramiento del cierre ni por la confianza de cada uno en el resto del equipo.

Hasta la próxima.