-Recién me estabas contando que fue a partir de la campaña de Polonia en España 82 que empezaste a jugar al fútbol... En lo que respecta a Mundial, ¿qué vino primero, el fútbol o la política?

-La película empezó de una manera confusa, porque estaba construyendo el escenario para un documental sobre el movimiento Solidaridad, basado en aquellos tiempos de ley marcial en 1982, y leí unas memorias muy interesantes de unos personajes que terminaron apareciendo en el mundial. Las memorias eran de algunos prisioneros a los que no se les permitía mirar el mundial, y los oficiales les decían algo así como “si sus compañeros siguen haciendo manifestaciones y reclamos no van a ver el mundial”. Fue a partir de ahí que me di cuenta de que esa historia era interesantísima y que mi anterior escenario podía esperar. Creía que había algo muy importante en esa historia, porque nunca conecté esos dos puntos: el detalle de que la copa del mundo sucedió mientras había una ley marcial. Los soldados desaparecieron de la calle, pero los miembros de la oposición estaban escondidos y la mayoría de ellos ya estaban apresados, y los niños de aquella época no estábamos al tanto de todo ello.

-Vos eras muy chico para tener noción de aquéllo...

-Sí, no tenía idea. Recuerdo cuando vi los tanques y la milicia caminando por la calle todo el invierno y parte de la primavera, o una vez que estaba paseando con mis padres en el centro de la ciudad y empezamos a llorar por el gas lacrimógeno. Son como extrañas memorias, por lo que me quedé un poco shockeado cuando asocié el mundial y aquel período histórico. Inmediatamente me di cuenta de que había algo importante en ese tema, porque no es obvio, no hay nada obvio en esa historia, al menos desde mi perspectiva. Entonces empecé a buscar en los archivos y había muchos otros presos que decían lo mismo. La mayoría de ellos estaban muy contentos de poder ver el mundial y de alguna manera les dio algo de aire fresco. Pero creo que lo más extraño es que aquello haya pasado en muchos lados en un período bastante similar. Uruguay tuvo el Mundialito -conocí ayer al director de la película- y también Argentina en el 78... Entonces, sí, podría quedarme horas tratando de explicar por qué pasó aquello, pero creí que era importante escribir sobre eso.

-Esto que me contabas de España 82 debe de haber sido una paradoja para prisioneros que, por un lado, hinchaban por la selección de su país, pero que al mismo tiempo sabían que su triunfo servía para tapar cosas que estaban pasando ahí mismo.

-Estaban muy conflictuados. Definitivamente. Por eso estaba muy interesado en lo que pensaban. Muy rápidamente percibí algo polarizado con respecto a lo que era el mundial. Uno de mis entrevistados fue de los que estuvo más tiempo en prisión -tiene gran carisma y la cámara lo ama-, pero estaba seguro de que no había nada malo con respecto a ver el campeonato. Había otro en situación similar que decía que estaba totalmente mal ver el mundial, porque, de cierto modo, era una forma de aprobar lo que estaba pasando en el país. Es interesante, porque mucha gente está reaccionando ahora, incluso antes de que se haya estrenado el film en Polonia. Leí hoy en Facebook, en la página de nuestra productora, que uno decía que no había nada heroico en el partido con la URSS, que todo estaba arreglado desde antes. A la gente le encanta pensar que saben más que todos, pero eso me encanta, es tan divertido; es muy humano pensar que uno es quien tiene la razón.

-Al final del partido se genera esa jugada en la que vos hacés particular hincapié, en la que uno de los jugadores comienza a retener la pelota contra el banderín del córner, que era una forma de garantizar el empate.

-Ésa fue una de las cosas más grandes que hizo en la cancha. Fue heroico, algo que para mucha gente tuvo el espíritu de tomarles el pelo a los soviéticos. Para mí lo que hizo en el córner fue justicia poética. Fue fantástico, una versión diferente del banner del movimiento Solidaridad en el estadio, al menos en mi opinión. Fue como una metáfora, desde algún punto. Es de esos momentos que se vuelven mucho más que futbolísticos, como la mano de Maradona.

-Kusturica trató de hacer de aquéllo una gran metáfora sobre la relación entre los países subdesarrollados y el resto de Europa...

-Sí, pero a mí me pareció que la historia de “la mano de Dios” empieza y termina en esa frase. Maradona mismo dijo que aun si hubiese sido su mano, era la mano de Dios. Así que creo que no es necesario crear una crítica política de ello. Igual, no estoy muy a favor de ese forzamiento que hace Kusturica a la hora de crear esa metáfora.

-Mundial forma parte, junto con otros films, de la muestra de cine que el festival de Cinemateca hizo sobre Telewizja Polska. Teniendo en cuenta que Polonia tiene una larga tradición de grandes programas y películas pensadas para televisión, ¿cómo fue la relación de la película con los canales polacos?

-La televisión en el caso de nuestra película fue de una enorme ayuda, especialmente por parte del canal TVP Kultura, que es el canal temático de la televisión nacional. Es un gran canal. Gracias a éste pude hacer un gran estudio en los archivos. Cuando te metés en los archivos nunca sabés qué va a pasar, eso es lo que aprendí. Hice tres o cuatro investigaciones diferentes en el mismo canal, sobre el mismo tema, para percibirlo desde diferentes ángulos. Afortunadamente gracias a esto obtuve un material fantástico que fue llevado al público por primera vez con esta película. Hay material realmente genial, y la mayoría tuvo la suerte de ser grabado y almacenado en celuloide. Dos años después aparecieron otras cámaras que fueron la primer versión del BetaMax, por lo que tuvimos la suerte de conservar una excelente calidad de imagen. Creo, además, que el mundial estuvo muy bien cubierto por la televisión. Por ejemplo, el lío en el aeropuerto: sólo salieron al aire unas pocas escenas de eso, en cambio había un montón de registro que estaba grabado, que quedó completamente por fuera de la edición. Un montón de colegas me preguntan cómo fue que pude llegar a ese material. Por eso digo que la televisión polaca tiene un inmenso archivo y podés hacer cosas fantásticas si tenés disposición y tiempo. Incluso estoy muy contento de compartir en este festival una selección con películas [de televisión polaca] que me parecen realmente buenas.

-En una escena de Mundial se reprende a los jugadores por hacer una pequeña parada antes de un viaje para visitar al papa Juan Pablo II. Me llamó particularmente la atención que el movimiento Solidaridad estuviera tan relacionado con la Iglesia Católica.

-Después del 89, cuando Solidaridad ganó las primeras elecciones, el movimiento sufrió una división. Solidaridad en los 80 fue un movimiento que recogió muchísimas motivaciones en un solo grupo, porque era un símbolo de oposición, pero no era un monolito, estaba sujeto a divisiones internas. Con respecto al apoyo de la Iglesia Católica es bastante lógico; el comunismo siempre estuvo en contra de la religión, es como fuego y agua, no podés conectar esas dos cosas, el comunismo racionalizaba todo y no había lugar para Dios en ese modelo de sociedad. Es por eso que la Iglesia siempre estuvo a favor de la oposición democrática. Creo que lo que pasó en el 89, lo que generó siempre un gusto amargo con respecto a Solidaridad, es que introdujo un sistema de libre mercado que cambió nuestra vida, y eso fue introducido por miembros del sindicato. Las demandas más famosas que ellos tenían en los 80 eran sobre libertad de expresión y un tipo de futura democratización de la vida, pero los primeros reclamos famosos que hicieron en el puerto de Gdansk fueron, desde una perspectiva actual, algo bastante shockeante. Todo iba alrededor del valor y el nivel de vida, no era acerca de la libertad, era algo mucho más movido por cuestiones económicas, y de un sindicato que filosóficamente era socialista. Así que hay muchos problemas a la hora de analizar linealmente los cambios que se dieron en el movimiento.

-¿Cómo te manejaste para dar con los futbolistas? ¿Fue difícil o estaban disponibles?

-Estaban disponibles. Creo que sólo era cuestión de arreglar las entrevistas con bastante tiempo. Los llamé con ocho meses de anticipación. Tomó un montón de tiempo hacer la película, buscar plata, fueron tres años. Muchas investigaciones en televisión y en un archivo llamado Osrodek Karta, que guarda documentos de todos los movimientos de oposición en los 70 y 80, y en donde nos ayudaron muchísimo, porque no nos cobraron nada por un montón de fotografías que incluimos en Mundial. Fue algo muy importante, porque es el único material actual para cubrir el tiempo de Solidaridad en prisión.

-¿Cuáles son tus expectativas? ¿Creés que el film va a tener un impacto político o va a congregar principalmente a entusiastas del fútbol?

-¿Mis expectativas? Siento curiosidad acerca de qué interpretaciones va a tener la película. Lo que querría es que funcione en niveles diferentes, que muestre un trozo de tiempo muy específico, la ley marcial, que va más allá de lo político o el fútbol. Es por eso que hay tantas cosas: canciones de la época, escenas que muestran qué estaba pasando, una idea de contexto de qué pasaba en muchos niveles en Polonia en ese momento. Quiero ver qué pasa cuando la gente perciba esa conexión de dos niveles, el político y el futbolístico. Lo que más quiero evitar es que la gente salga o llegue con lecturas muy lineales o condescendientes. Para mí el pasado siempre es mucho más complicado que el presente, porque el pasado es donde guardamos nuestras memorias y donde están documentadas. Uno no puede documentar todo, no puede copiar la vida en presente, por lo que sólo puede hacer uso de partes de la realidad por medio de material que fue proyectado antes. Eso fue lo que me motivó desde el comienzo, a no crear una explicación muy simple de lo qué pasó, por ejemplo, que los jugadores de fútbol fueron usados por el gobierno. No estoy de acuerdo con esa opinión. Creo que fueron usados, pero ellos también estaban jugando con el gobierno.

-En cierto momento hacés esa comparación entre la unión de los jugadores y la unión del movimiento Solidaridad...

-Sí, en cierto sentido. Los jugadores de fútbol no estuvieron en la misma situación, nunca pasaron por una situación similar a la oposición política, pero igual tuvieron los huevos para crear un fantástico show, y su motivación fue enorme en relación a lo que estaba sucediendo. Quizá sin la ley marcial el resultado del mundial hubiese sido completamente diferente. Estoy seguro de que lo que le pasaba a mi país era algo que afectaba a los jugadores y traté de mostrar eso, aun sabiendo que no son intelectuales, que no estaban motivados de las mismas maneras que estaba la gente en la prisión, porque en definitiva cuando empiezan a jugar piensan en meter un gol, no piensan en que si meten un gol podrían generar algo a favor del movimiento Solidaridad y esas cosas.