El presidente José Mujica siguió ayer con su ajetreada agenda en España. Se reunió con Mariano Rajoy y con uruguayos radicados en ese país. En la cena estuvieron, como invitados, autoridades y empresarios españoles, y futbolistas y cantantes uruguayos.

Un respiro

Más distendido, Mujica participó ayer en una cena en la casa del embajador uruguayo en España, Francisco Bustillo. Al aire libre y con una parrilla de fondo, el presidente conversó con personalidades varias. Estaba en ronda con el ex presidente español José Luis Zapatero, el presidente del grupo Prisa (propietario del diario español El País), Juan Luis Cebrián, directivos de El Mundo y otros empresarios españoles, cuando llegaron Cristian Cebolla Rodríguez y Diego Godín. “¿Qué dicen, gurises?”, salió a saludarlos. Antes también había estado con Jorge Drexler.

Unos 250 uruguayos que viven en España -algunos fueron desde Barcelona especialmente- lo esperaban en la fundación Casa de América para escucharlo, saludarlo o sacarse una foto con él. Fue recibido con una cuerda de tambores, aplausos y gritos. También recibió algunos reclamos: el más reiterado fue el voto consular. El jet lag y las diferencias horarias todavía lo tienen a mal traer. Mujica confesó que, como en las últimas noches, en la madrugada del jueves se despertó sin poder dormir, y por eso se puso a leer “un librito”: Cuentos chinos, del periodista argentino Andrés Oppenheimer.

Mujica quiso transmitir ánimo a los uruguayos. Les dijo que aunque “no andamos perfecto”, la economía crece y ha disminuido la pobreza; en particular, la pobreza rural. Reiteró lo que a su entender es uno de los problemas estratégicos del país, la tasa de natalidad “cobardona”: “¿Quién va a pagar la jubilación de los viejos del futuro?”.

También valoró los aportes de la diáspora, y se refirió a la situación de los uruguayos en España: “Sé que está entreverada la baraja y que seguramente muchos de ustedes se acostumbraron a vivir en un país que iba para arriba y de repente… y se sufre el doble”. Dijo que en Uruguay “andamos buscando alguna gente para algunos trabajitos”, pero reconoció que si bien hay “algunas disposiciones” para promover el retorno de los emigrados, “no tenemos la capacidad de absorber a todos los que quisieran venir”. “Espero que la generación ‘ceibal’ se vaya haciendo cargo y tenga otra eficiencia y otra presteza, y no tengamos que tener ni porteros ni ascensoristas, que tengamos todos trabajos productivos”.

“Admiración política”

La reunión con el presidente español, Mariano Rajoy, giró en torno a las impresiones de ambos sobre la Alianza del Pacífico, bloque en el que los dos países participan como observadores, y sobre las posibilidades de avanzar en la negociación de un acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, además de repasar el estado de las relaciones bilaterales. A pedido de Presidencia española no hubo conferencia conjunta de los mandatarios y tampoco firma de acuerdos. Primero Mujica se reunió a solas con Rajoy, que lo recibió en el Palacio de la Moncloa, y luego compartieron un almuerzo con los ministros Luis Almagro (Relaciones Exteriores), Fernando Lorenzo (Economía), Roberto Kreimerman (Industria) y Enrique Pintado (Transporte y Obras Públicas) y el equipo de asesores del presidente español.

Mujica parte esta mañana a Cádiz a recibir el Premio Libertad Cortes de Cádiz, que le entregará la alcaldesa Teófila Martínez, y en la tarde viajará al norte, a Vitoria-Gasteiz, capital administrativa del País Vasco, donde se reunirá con el lehendakari Iñigo Urkullu Renteria.

Mañana viajará al Vaticano para encontrarse con el papa Francisco. Ayer se refirió a la religión, y admitió que “no puede” creer en Dios, pero dijo que tiene “admiración política” por la Iglesia Católica, “con todas sus contradicciones”. “Pero hay muchos curas revolucionarios de la época de Artigas y antes que llevaron conocimiento y creatividad”, apuntó. Según explicó el canciller Almagro, el presidente comparte con Jorge Bergoglio la visión integracionista de América Latina, y de eso quiere hablar Mujica.

Volvió a explicar lo que había dicho el miércoles sobre los uruguayos y el trabajo: “Se calentaron porque dije que éramos atorrantes. ¡Laburando cualquiera la hace! Para mí es un mérito de Uruguay que no nos matamos laburando”. Comparó la situación con China, y aunque reconoció que ese país se está convirtiendo en una gran potencia, provocó un aplauso al decir que no quiere trabajar “como los chinos”. “Yo quiero vivir como Uruguay, porque, sencillamente, la vida es corta y se nos va”.

En su discurso ante la colonia de uruguayos hizo un fuerte énfasis en su visión integradora de América Latina. “Nunca vi a los gobiernos de América Latina tener tanta diversidad y sin embargo estar tan cerca. Ahora, cuando las papas queman, en 24 horas nos juntamos todos”, aseguró. Destacó que el gobierno pidió el ingreso como país observador en la Alianza del Pacífico y en el Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), y afirmó que, donde haya una reunión, “los americanos del sur vamos a estar”. “Siempre estaban los muchachitos del norte con la batuta, ahora no los dejamos ni pisar”.

En revisión

Comparando la actual crisis española con la uruguaya, el presidente aseguró que de esas situaciones “hemos aprendido algunas cosas: que no se puede tener un déficit enorme, que no se puede jugar con la inflación y que hay que estar con un ojo abierto con los bancos, porque de pronto te pasan por el embudo y después socializamos las pérdidas. Y esas cosas no son de izquierda ni de derecha, son fruto de la experiencia”. Aseguró que hoy Uruguay tiene un sistema bancario “saneado, y si [algo] se nos puede criticar es que nos pasamos para el otro lado”.

Quizá pensando en los uruguayos que tenía enfrente, aclaró su visión sobre “la revolución”. “No está con los carteles en la calle; la revolución es tener la audacia de instrumentar cosas nuevas para dar respuesta a los dramas más hondos de la sociedad”. Y agregó: “No hay que ser revolucionario una vez. A lo largo de la vida hay que estar revisando los dogmas de los que uno se pudo haber enamorado y ya no funcionan”.

Terminó su discurso y bajó a saludar a los uruguayos, que le pedían fotos, le preguntaban por su perra Manuela y lo elogiaban. Ya afuera, sentado tomando un té, los uruguayos lo rodearon con preguntas diversas. Uno le pidió que se involucrara en la situación en Siria. “Siria lo precisa a usted”, le dijo. Mujica lo miró extrañado y cansado. Apenas deslizó como respuesta un “es complicado”.

También preguntaron sobre el proyecto de regulación de la marihuana, pero el interés principal estaba en el voto consular. “Dicen que no nos afecta, pero tenemos a nuestra familia”, “nosotros mandamos remesas”, “tiene que salir ahora que tenemos mayoría”, le decían. “Nosotros también queremos, pero no alcanza con esa mayoría, precisamos 20 votos”, respondió el presidente.