“En esta etapa de mi vida futbolera siempre traté de no trascender, dando la lucha por el club de forma anónima. Me preocupan mucho los socios y trato de que se junten. Cada socio que se borra para mí es una lágrima”, comienza diciendo Fessler.

-¿Cómo fueron los inicios?

-Fundamos el Club Atlético El Tanque Víctor Della Valle, Jorge Codesal, que falleció el 1º de marzo de 2012, y yo, junto con otros muchachos que luego fueron desapareciendo. La idea del club cuando nos juntamos era jugar. El primer partido fue para jugar con un club de barrio, de la calle Galicia y Agraciada; en aquel momento era más barrio, ahora es una zona repuestera. Pero al final nunca llegamos a jugar contra ese cuadro. El origen del verde y negro fue porque había un club, que desapareció, que se llamaba Rosarino Central y tenía verde y negro. Nosotros le queríamos poner una camiseta diferente de todas y por eso los colores, con un detalle rojo, porque todos los clubes de la zona tenían rojo. Yo soy el único que no soy hincha de Aguada, a pesar de que jugué ahí. Los demás son todos hinchas. Viviendo en Malvín mi señora me hizo simpatizante de Malvín en básquetbol. El problema era el nombre: ¿qué nombre le íbamos a poner? Había un tanque de nafta en la esquina de Yaguarón y Cerro Largo, donde está la firma Salvador Livio. Dijimos: “Vamos a ponerle El Tanque, así tenemos la posibilidad de pedir alguna plata”, pero nunca nos puso un peso. Al principio jugábamos entre nosotros y después buscamos mejorar. Hicimos partidos de barrio y luego nos inscribimos en la Liga Palermo, en la que estuvimos unos tres años y salimos campeones. Pero era más fácil porque nosotros conseguíamos jugadores profesionales sobre todo en verano, cuando estaban en la época de licencia. Trajimos muchísimos jugadores: Juan Ricardo Faccio, que estuvo en la primera etapa fundacional; Ruben González, uno de los mejores 5 que vi acá, que de River Plate se fue a Nacional e integró aquel equipo uruguayo que jugó en Ecuador y le hizo cinco goles a Argentina. Un día dijimos: “Vamos a afiliarnos en la AUF [Asociación Uruguaya de Fútbol]”. Entonces Jorge Codesal nos anotó en lo que en aquel momento era la Extra B. Cuando nos dijo que había afiliado al club nos queríamos morir: faltaban 15 días para empezar el campeonato y teníamos nueve jugadores. Eso fue en 1959. En el último envión, en la última semana, fichamos cinco, seis futbolistas nuevos. Hicimos un campeonato fenomenal, salimos campeones invictos y subimos a la Extra A. Ahí estuvimos un año y subimos a la Intermedia, donde estuvimos unos cuantos años hasta que subimos a la B. En la B sufrimos la amargura de bajar a Intermedia otra vez. Pero pudimos subir otra vez, hasta que el 3 de diciembre de 1990 jugamos la final con Sud América en el Centenario, de noche, y ganamos 2-1 con goles de Daniel Fascioli y Richard Cardozo. En Sud América jugaban el Lucho Romero, Larrea; tenía un cuadrazo. Nosotros en 1975 habíamos perdido una final con Sud América. Dio la casualidad de que cuando perdimos la final el técnico de El Tanque era Ángel Traverso. Cuando le ganamos la final de 1990 el técnico de Sud América era Ángel Traverso. 1991 tuvo la particularidad de que les ganamos a Nacional y Peñarol. A Nacional con dos goles de Elbio Hernández; el golero de ellos era Jorge Seré. Pero ese año bajamos y demoramos 20 en subir otra vez a Primera, hasta que en 2010 logramos hacer una campaña increíble. El otro día le pedí a Willy Viola, que trabaja mucho en estadísticas, que me hiciera una tabla con el puntaje desde que nosotros subimos a la A hasta este momento. Estoy seguro de que estamos entre los seis primeros lugares. A uno le da un poco de rabia que al prender la radio o la televisión de los únicos que se habla es de Nacional, Peñarol, Defensor Sporting y Danubio. El tema es que nosotros no vendemos. Los periodistas ponen a Peñarol y Nacional por sobre todas las cosas.

-¿Cuántos socios tiene El Tanque? ¿Son muchos los hinchas genuinos?

-El Tanque tiene alrededor de 600 socios. Me sorprende que mucha juventud está yendo a ver a El Tanque. Eso era algo que me asustaba. Hubo un momento en la vida del club en el que, por ejemplo, fuimos a jugar contra Parque del Plata y fuimos a la cancha de ellos los 18 jugadores, mi señora, yo, un muchacho que ya falleció y nadie más. Ni para las camisetas teníamos en ese momento. Entonces pensé: “Esto no puede ser, nosotros no vamos a existir toda la vida”. Por suerte la familia se hizo adicta a la causa de El Tanque; mi señora, mis hijos, mis nietos. Yo trato de llevar hinchas a Florida, ponemos ómnibus que salen de avenida Italia e Hipólito Irigoyen.

-¿Cómo ve el vínculo con Florida?

-Lo de Florida es un arreglo que hizo [Fredy] Varela con el intendente. Por ahora es exitoso. Claro, con las mieles de la victoria uno tiene más hinchas, más gente alrededor. Florida nos ha apoyado mucho. Al partido contra Defensor fueron 5.000 personas, contra Danubio unas 4.000. Un poco se dejó de jugar en nuestro estadio porque contra Cerro, Danubio, Peñarol, Nacional y Defensor no podíamos jugar, y los partidos que sí podíamos jugar allí nos provocaban déficit. Por ahora, en el éxito, lo de Florida está muy bien. Quiero ver si no teniendo el éxito -ojalá que nunca- nos podrá seguir yendo así. La idea mía es volver al estadio Della Valle. Lo que sueño, y vamos a ver cómo lo conseguimos, es hacer un piso de césped sintético. Es algo caro y que ningún club de Montevideo tiene.

-¿Cómo ve la actualidad del club en todos sus ámbitos?

-Nosotros no pensamos nunca en llegar a esta situación. Hay muchachos que no son mediáticos, como Fito Sayago, un reconocido pintor, Gonzalo Trabal, que fue quien hizo el mantenimiento de la cancha, y un montón de muchachada que no se aprovecha. En Tercera se está haciendo un buen desempeño y en las divisionales juveniles, aunque yo no estoy muy de acuerdo con la forma, han conseguido bastante buenos resultados. Pero hay que rodear a los jóvenes de otro entorno. En Primera hay dos jugadores que salieron de abajo, Gastón Martínez y Pablo Lima, y la verdad es que es un milagro. En 2010 y 2011 trabajé intensamente con los juveniles. Habíamos alquilado el complejo de Portones, donde tenían todas las posibilidades, canchas afuera y adentro cuando llovía. Eso era el esfuerzo de un grupo por fuera del club.

-¿Dónde surgió esa tradición que tienen de utilizar tantas camisetas diferentes?

-Se dio. Hemos vendido cualquier cantidad de camisetas. Yo debo de tener el récord de ventas, más de 300. Gente que no conozco y me llama al celular o a casa. No sé si eso se hace con el fin de recaudar... hay colores con los que no estoy de acuerdo. El verde con el amarillo, el rojo que no tiene nada que ver, la blanca con la diagonal roja que parece de River Plate argentino... Yo le digo: “Pero Varela, nos van a decir gallinas con esa camiseta blanca y roja”. A mí me gusta la verde y negra, la de siempre. Espero que no se les dé por hacer nuevas camisetas. Ahora tuve una idea buena por la cual se vendieron unas 160 a 150 dólares cada una, lo que significó el ingreso de una importante suma de dinero. Yo vendí 21 de ésas sin matarme mucho. Otros clubes del mundo ya han hecho eso de poner en las franjas los nombres de los que compraron la camiseta.

-¿Usted se ocupa de ir casa por casa cobrando la cuota social del club?

-Sí, barrio por barrio. En ómnibus. Antes tenía moto y lo hacía en moto hasta que la vendí. Son casi 600 socios. Hay anuales que no los cobro yo, hay otros trimestrales, bimestrales, hay algunos que me mandan el dinero por Abitab. Al 90% de socios los conozco.

-¿Cuándo se dan las fusiones?

-Hubo dos: con Italiano y con Sisley. Italiano El Tanque fue por 1970, 1972, creo. Jugó el Maestro [Óscar] Tabárez acá en El Tanque. Jugó dos años, cuando estábamos fusionados con Italiano.

-¿Estaban todos de acuerdo con la decisión de fusionarse con otro club?

-Sí. Nos equivocamos un poco con la fusión con Italiano. La venta de la sede de la calle Ejido fue un error que cometimos. Víctor Della Valle y yo vendimos la sede y se fue la sede de Sisley. Eso sí es una cosa que lamento. Ahora con la zona de comercios que hay allá, tener una buena cantina... En aquel momento iba muchísima gente de la zona a comer. Fue un error que cometimos nosotros.

-¿Cuándo pasó a llamarse Centro Cultural y Deportivo El Tanque Sisley?

-Por el 80 y pico. Yo organizaba mucho carnaval cuando estábamos en la calle Ejido. En Piedra Alta y Cerro Largo también, durante muchos años. Los domingos de mañana iban 3.000 personas, era muy famoso el carnaval, en plena época de dictadura. Íbamos a medias con todos los conjuntos del carnaval y fue increíble el apoyo del público. Después me cansó, era un sacrificio enorme. Cuando nos juntamos tuvimos la sede de la calle Yi, un club que se llamaba Progreso, que no tiene nada que ver con el de La Teja; después fuimos al sótano de Yaguarón y Cerro Largo donde había tenido la sede Rampla Juniors; después de ahí compramos en Yaguarón, entre Cerro Largo y Paysandú. Después, en 1975, cuando hicimos una campaña fenomenal y perdimos la final con Sud América, que en los tres partidos en el estadio se vendieron más de 70.000 entradas, con lo recaudado compramos la sede de la calle Ejido, entre Cerro Largo y Galicia. Teníamos frontón; fue un error haberla vendido. De ahí fuimos a la calle Miguelete y nos fusionamos con Sisley.

-¿El tanque de nafta que estaba en Yaguarón y Cerro Largo tenía alguna particularidad?

-No. Dijimos: “Vamos a ponerle El Tanque y al dueño le sacamos dinero”. Pero no le sacamos nada. Al principio querían ponerle Aguada pero yo me opuse. Hay un montón de hinchas de Aguada en la hinchada de El Tanque. No pueden creer que yo, habiendo jugado en Aguada, tenga simpatía por Malvín. Si le hubiéramos puesto Aguada hubiera sido un golazo, pensándolo fríamente y no con el calor y el fragor del “hinchismo” de El Tanque.

-¿Cómo es la relación con los demás fundadores?

-Es buena. Pocho [Ruben] Rodríguez es mucho mayor que nosotros, como diez años. Pero fue a Chile Pocho también, ¿eh? Yo lo veía comer y pensaba: “Es un fenómeno”. Un día vino un historiador chileno y pidió una entrevista con nosotros, me señaló a mí pero yo le dije que iba a llamar a otra persona que podía aportar más detalles que yo, y vino el Pocho. Fue tan larga la conversación, que nos quedamos sin almuerzo, fuimos al comedor y estaba cerrado. Había otro comedor en el hotel, y al rato veo al Pocho Rodríguez con un plato de tallarines enorme [risas]. Yo los días de partido trato de no comer.

-¿Pasa muchos nervios durante los partidos?

-Mis hijos me relajan todo porque no grito los goles; la procesión la llevo por dentro. Me tiene que sacar de las casillas alguien para que grite los goles. Una cosa que siempre respeté y me da bronca en la hinchada nuestra es que alguno relaje a un jugador contrario; no le encuentro motivo, no le va a hacer desmejorar el rendimiento. Eso me fastidia. Ahora, con los jueces sí. Yo no soy hincha de los jueces [risas]. Creo que en materia arbitral ha habido un quedo de los jueces, no sólo acá, en todo el mundo.

-¿Cómo llegó Juan Ignacio Marcarié a El Tanque?

-A Marcarié lo trajo un contratista, el Lobo García, yo lo conozco desde hace años. La primera vez que lo vi fue en la cancha de la Fuerza Aérea, jugando un amistoso con Peñarol, y ya esa vez me impresionó. Muy buen muchacho, con él tengo excelente relación. Cuando tuvimos aquel problema con la Policía en el Parque Central fue el que se arrimó para preguntarnos qué había pasado.

-¿Cuál fue el mejor equipo?

-El de 1961. Fue el mejor de todos los tiempos. La delantera era Morales, Risso, Quintana, Lombardo y Soriano. Jugaba un uruguayo que había estado en Brasil, Miguel Acosta, que después jugó en el primero de Cerro cuando hizo una campaña brillante y terminó empatado con Peñarol en el primer puesto. Ese cuadro de El Tanque jugaba tipo brasileño.

-¿Cuáles son las expectativas para el futuro?

-Quiero que se arrime más la juventud, nosotros no vamos a estar toda la vida. Ojo, no quiero que mis hijos ni mis nietos sean dirigentes. Nosotros estamos viviendo el momento, pero hay que mirar más allá, hay que mirar para el futuro.

-¿Está preparado el club para mirar hacia el futuro?

-Estamos en eso. Estamos iniciando esa etapa. En Argentina bajó Independiente, bajó River Plate, bajó San Lorenzo, bajó Racing; descendieron todos menos Boca. Acá yo no pensé que Bella Vista, con todos los recursos que generó, fuera a descender. Bajó Racing en su momento, bajó Central Español, bajó Miramar Misiones, bajó Progreso, bajó Rocha, a pesar de la campaña que hizo. Entonces uno tiene que mirar hacia el futuro, no el presente que estamos viviendo, que es espectacular.

-¿Y cómo se logra esa mirada?

-Con los muchachos. Yo quiero que 2014 sea un año de despegue para los juveniles. Nosotros hicimos mucho en ese aspecto. Yo abandoné a medias el proyecto de juveniles, pero es el mejor remedio para subsistir. Fíjense en Defensor...

-¿Dónde le gustaría ver al club?

-Me gustaría verlo repetir alguna copa. Creo que fue un poco la falta de experiencia, si no tendríamos que haber avanzado en la Sudamericana. Hace como 30 años, en el tablado del club, uno de los fundadores, Jorge Codesal, dijo: “El Tanque va a jugar la Copa Libertadores de América”. Nos reíamos todos. Al final fue un visionario.