Anualmente, el Comité de los Derechos del Niño -una coalición de organizaciones sociales que monitorea el cumplimiento de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas- realiza visitas a los establecimientos de reclusión de jóvenes infractores. Ayer fueron a los centros de Colonia Berro. Basándose en entrevistas que mantuvieron allí con los jóvenes, con los funcionarios y con las autoridades, redactarán un informe que presentarán al Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU).

Respecto de instancias anteriores, este año se registraron algunos cambios, como que hay “menos trancas” para que los jóvenes puedan circular y que se está “apostando a módulos nuevos”, pero no se registra “un cambio en la modalidad de gestión”, señaló Juan Fumeiro, del Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (Ielsur). Ariel Silva, gerente de la fundación Mario Benedetti, valoró que “si bien se ve que se están haciendo cambios, no se nota que exista una política concreta basada en la reinserción”. “Las ayudas de talleres de la ONG son apenas eso, porque que vos salgas sabiendo dos canciones que te enseñaron en un taller no quiere decir que te des cuenta de la situación que viviste y de lo que te queda por delante, y de qué manera podés encararlo para reinsertarte”, señaló.

Otro problema clave mencionado por las organizaciones es la falta de capacitación de los funcionarios. “No hay personal capacitado, los directores no tienen secundaria terminada. A los operarios les preguntamos qué capacitación tienen, y nos responden: ‘Ninguna’. La mayoría ingresó sin concurso”, afirmó Fumeiro. Tampoco se trabaja con los internos sobre el concepto de responsabilidad, a juicio de las organizaciones. “No se conversa sobre el delito que cometieron, no se plantea el delito como un tema moral, que violentaron normas de convivencia”, sostuvo el integrante de Ielsur. Silva coincidió en que “la gente que está trabajando allí no tiene una capacitación específica”, y que eso impide que “el joven que está allí tenga la posibilidad de darse cuenta de lo que pasó y de tener la oportunidad de que cuando salga, actúe de otra manera”.

Por otra parte, el hacinamiento persiste y todavía quedan “gurises durmiendo en el suelo”, dijo Silva. Además, se mencionaron malos tratos anteriores por parte de jóvenes que pasaron por el centro Ser y que ya no están allí. “Todos los gurises que pasaron por el Ser dicen que los molieron a palos”, graficó Fumeiro. También coinciden en que, luego de la intervención en ese centro, la situación respecto del trato mejoró.