El gobierno de Corea del Norte presentó ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) un informe acerca de la situación de los derechos humanos en su país. Se trata de una respuesta a un informe que esta organización dio a conocer en febrero, en el que denuncia que en Corea del Norte se cometen las más diversas violaciones a los derechos humanos, incluidos los asesinatos en masa y la reclusión en campos de concentración.

El informe norcoreano indica que este tipo de denuncias son promovidas por “las fuerzas hostiles [que] azuzan constantemente el ‘problema de los derechos humanos’ en un intento de dañar la imagen [del país] y acabar con el sistema social y la ideología elegida por la población coreana”.

Choe Myong-nam, el encargado en la cancillería para los asuntos vinculados con la ONU y los derechos humanos, reconoció que su país puede tener algunos asuntos pendientes (“es posible que sea necesario establecer más viviendas e instalaciones sociales para dar a la población mejores condiciones de vida”), pero negó la existencia de campos de concentración. Dijo que sí existen “centros de detención con trabajo”, en los cuales los prisioneros “mejoran su mentalidad y revisan sus errores y son reformados por medio del trabajo”.

La comisión de Derechos Humanos que realizó el informe de febrero y organizaciones civiles surcoreanas enfocadas en los derechos humanos en Corea del Norte consideraron que las declaraciones de Choe y el informe presentado por Pyonyang muestran un progreso, ya que el gobierno se negaba a dar información sobre las actividades que realizaba en su territorio.

Este progreso coincide con un acercamiento entre Corea del Norte y la Unión Europea para tratar asuntos vinculados con los derechos humanos y con la visita de una delegación de altos cargos norcoreanos a Corea del Sur, que fue interpretada por el Ministerio de Unificación de esta última como un intento de “abrir una nueva etapa” entre ambos países.