En una de las mesas del bar Santa Catalina tuvimos un mano a mano con Flavio Reggiani, conocido como El Ministro (bandoneón), y Yuri Venturín (contrabajo y director). Con la misma impronta anarquista con la que tocaron por casi tres años en las calles de San Telmo, los músicos hablaron con la diaria por turnos, mientras almorzaban el plato de la casa.

-Han estado en escenarios muy distintos, como la Fiesta de la X, el teatro Solís y el Auditorio Nacional Adela Reta.

Yuri Venturín (YV): -Está bueno que nos sigan aceptando.

El Ministro (EM): -Siempre es una sorpresa. La Fiesta de la X, por ejemplo, fue una sorpresa, e incluso nos dieron el escenario principal, junto a Jaime [Roos] Skay [Beilinson], [León] Gieco. Después salió lo del Solís, que estuvo muy bueno, y agotamos entradas enseguida. Lo hicimos tres veces, y después incluso nos presentamos en el SODRE, a donde fueron más de 1.000 personas.

-Ya cuentan con un público definido en Montevideo.

EM: -Sí, igual ahora, el viernes 21 [por hoy], tocamos en un lugar más próximo a los espacios que nos gustan a nosotros y que frecuentamos, como el CAFF, nuestro lugar en Buenos Aires. Es un poco más relajado que un teatro, digamos, se puede acompañar el ritmo con los hielos en el vaso. Lo bueno es que uno puede intercambiar con el público antes y después del espectáculo, algo que para nosotros es importante.

-Es la primera vez que vienen con Julieta, ¿cómo la definirían?

YV: -Tiene un timbre de voz muy agresivo, directo. La verdad es que no se tuvo que amoldar a la orquesta, sino que cuando pensamos en quién podía ocupar ese espacio, la primera y única persona en la que pensamos fue ella. No es que hayamos organizado un casting o algo por el estilo.

-Además cuenta con formación en teatro, y ustedes tienen una fuerte impronta dramática en escena.

EM: -Tiene una cuestión enigmática muy interesante. A mí me gustó y me entusiasmó desde un principio, cuando a Yuri se le ocurrió su nombre. Además, iba a ser complicado con un tanguero, sobre todo para que no se cayera en la comparación. Con ella cambió mucho el significado, incluso, de las letras, ya que todo se resignifica. Julieta tiene esa cuestión teatral y de escena, por la que al instante sentimos que ya formaba parte de la orquesta hacía mucho. Además, le aportó una cuota misteriosa e interesante que a mí, particularmente, me encantó. Será porque me gustan las chicas.

-Es inevitable preguntarles cómo vivieron la salida del Chino Laborde.

EM: -Era algo que se iba dando paulatinamente hasta que, cuando sucedió, ya se sabía. Tiene que ver con el desgaste artístico y humano. Fueron 13 años... En un momento no coincidían mucho las fechas: él decía que no podía o no sabría si podía viajar, etcétera. Lo más extraño es que no haya pasado antes. Pero hay que tener claro que Julieta no es un reemplazo. La del Chino fue una etapa que nos encantó, pero la Fernández Fierro siempre fue más allá de sus músicos e integrantes. Éste siempre fue el espíritu de la orquesta. Esta propuesta es diferente y creo que le suma mucho interés, no sólo por la curiosidad de ver el cambio, sino por la propia Julieta y su puesta en escena, su forma de decir.

Entre la audacia, la actitud y la gestión

A Yuri Venturín le incomodaba el sol y nos propuso entrar al bar para seguir con la charla mientras El Ministro aprovechaba para probar la ternera con papas. El director de la OTFF conversa pausado y con entusiasmo.

-¿Por qué la referencia tan temprana a Pugliese? ¿Eso tiene que ver con la Escuela de Música Popular de Avellaneda, a la que fueron varios de ustedes?

-Tuvo que ver con las cuestiones estéticas con las que nos identificamos, y la que más se aproximaba era la orquesta de Pugliese. Hasta el día de hoy, si ves un video de la orquesta -lamentablemente no hay muchos, y menos de la buena época-, la fila de bandoneones se mataba. Las caras que ponían los tipos eran increíbles, tipo “me mirás mal y te parto la columna”. Pugliese es lo que sentimos más cercano a nosotros, incluso mucho más que [Astor] Piazzolla, a pesar de que hacemos referencia a música que ocurría cuando muchos de nosotros recién nacíamos. Era la orquesta más dura y más pesada en su estética.

-¿Cómo viven la autogestión de la orquesta?

-Más que por la referencia a Pugliese, surgió como una consecuencia natural. Nosotros comenzamos con la orquesta como cualquier grupo de jóvenes. Sabíamos que el punto de partida era la orquesta de Osvaldo Pugliese, el sonido de los 60-70 y el intento de alejarse de eso buscando una impronta propia, que sabíamos que sólo se lograba a fuerza de tiempo y trabajo, mientras se tenía presente la inquietud. Por eso mismo, la forma de trabajar de manera cooperativa fue una consecuencia natural.

-Pero al pasar tantos años ya parece ser un posicionamiento político frente a lo creativo.

-Si no continuáramos de este modo, la orquesta no podría seguir. Ninguno está en posición de sentirse dueño ni de ejercer todas las labores que implica llevar adelante una orquesta. Nos distribuimos mucho las tareas, porque, naturalmente, unos están más capacitados que otros para determinadas tareas. Tratamos de colaborar, ya que siempre van a existir problemas, enojos y rispideces.

-Ya se ha hablado mucho del proceso de maduración que implicó TICS, además de haber incorporado una impronta más rockera a la orquesta. ¿Cómo vivieron el proceso de En vivo (2014)?

-Con la experiencia del disco anterior, que ya había grabado Walter Chacón y producido Tito [Fargo], aprendimos muchísimo. Nosotros y ellos, ya que nunca habían grabado a un grupo de estas características. Cuando estábamos discutiendo internamente si ellos eran las personas indicadas para grabarnos, llegamos a la conclusión de que había que confiar. Porque así como no existía antes la música que hace la orquesta, tampoco podía existir un productor adecuado para una música como ésta. En cuanto al disco, creo que se percibe mucho que se grabó en vivo en el club, se identifica en el audio. Por más que el sonido logrado sea muy bueno, se sigue percibiendo el ambiente de galpón. Eso no es algo que hayamos querido editar, pero tampoco caímos en la desprolijidad. Dedicamos dos días a la grabación en vivo -el 30 de abril y el 1º de mayo-, y si bien teníamos dos tomas para elegir, y trabajamos muy fuerte, uno siempre tiene miedo de que ninguna quede bien. Por suerte no fue así, y estamos muy felices con el resultado.

-Pareciera que la tendencia revisionista tanguera ha empezado a correrse un poco. ¿Ustedes lo viven así?

-Sí, en los últimos años hay cada vez más grupos nuevos -porque ya hay nuevas generaciones de grupos de tango-, que en vez de buscar puntos de partida lejanos, como tuvimos nosotros con la orquesta de Pugliese, tienen otros más cercanos en el tiempo; influencias que tienen más que ver con lo que viven. Y se están multiplicando muchísimo. Cada vez hay menos deseo de ir a lo clásico, como vos decís, de revisitar los viejos temas. Prefieren hacer cosas nuevas. Pibes muy jóvenes ya arrancan haciendo sus propios temas. Hay unos temas que no están en el disco porque los estamos haciendo ahora, que pertenecen a grupos nuevos. También ocurre que ellos interpretan temas nuestros. Esto siempre había pasado en el género: cada cual tocaba con su estilo los mismos temas, algo que en otros géneros no es habitual, al menos no con esa asiduidad. Ahora se está moviendo muchísimo todo lo que tiene que ver con esto, y calculo que en unos años va a ser todavía mejor.

-Lograron eludir el circuito tradicional del tango, colaborando en la creación de una nueva periferia, sobre todo a partir de la apertura del club.

-Sí, es una resistencia que se ejerce todos los días. A lo largo de todos los años que tiene la orquesta, siempre hemos optado y nos hemos apartado de determinados círculos. Rechazar ofertas tentadoras es nuestra especialidad. Es importante tener la convicción de que, siempre, lo fundamental es hacer lo que uno quiere. Porque, a la corta o a la larga, genera frutos. A veces, no pasa de la satisfacción personal; otras, va más allá.

-Esto también es parte de la actitud contestataria, rebelde, de los orígenes del género.

-Sí, creo que pasa por satisfacer la calentura de uno mismo. Si uno tiene un objeto de deseo, lo va a perseguir hasta encontrarlo, y si no lo puede encontrar en ningún lado tendrá que inventarlo, tendrá que crearlo. Nosotros estamos en eso, porque pasar por la vida frustrados no tiene sentido mientras exista el objeto de deseo y las ganas de ir en pos de satisfacerse uno mismo.

-¿Cuál es el objeto de deseo de la Fernández Fierro?

-Creo que siempre fue el de ser una orquesta de tango que no pase desapercibida, que te remueva de alguna manera. En lo que tiene que ver con la técnica musical, que tenga una fuerte potencia rítmica, mucho carácter, que movilice y que se note que es en serio, porque el tango tiene mucho de eso: una seriedad no solemne.

-Pero la Orquesta también convive con otras estéticas, como el rock y el punk.

-Y sí, somos de una generación que se ha criado con eso, y quizá un poco sin querer, esas estéticas se han fundido con nuestras raíces tangueras (por ser de acá y por haber indagado en el género). Nos dimos cuenta de todas las posibilidades que ofrece el tango, es una forma de lanzamiento increíble para hacer un montón de cosas. Cuando me vienen con el discurso de que el tango está muerto les digo: “Si a vos no se te ocurre nada es cosa tuya, no nos mandes a todos a la tumba”.