En absoluto silencio y vestidas de negro, cientos de personas marcharon ayer por 18 de Julio, desde la plaza Independencia hasta la explanada de la Intendencia de Montevideo: por quinto año consecutivo, el colectivo Mujeres de Negro organizó una performance en el Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres. Cada vez se suman más personas y cada vez hay más varones; niños y niñas acompañaron la procesión, algunos con una leyenda que pedía poder crecer en un mundo sin violencia. El silencio de la principal avenida ensordecía y las filas de personas de negro eran interminables. Quienes transitaban las veredas no quedaban indiferentes, y la violencia se colaba como tema de conversación. Los niños preguntaban con curiosidad a sus padres de qué se trataba aquello. “Es una protesta para que los hombres no les peguen a las mujeres”, explicó un padre, que vendía jazmines, a uno de sus hijos, que no salía del asombro. Con rapidez, el pequeño replicó: “Pero hay hombres también”. “Claro. Porque también están en contra”, respondió el padre con naturalidad. La actividad cerró con un flashmob que buscó “significar la alegría que es poder salir contra la violencia”.

El colectivo sigue denunciando la gran cantidad de mujeres que son asesinadas por sus parejas o ex parejas en Uruguay. El Ministerio del Interior contabilizó 24 muertes entre noviembre de 2013 y octubre de 2014, pero Mujeres de Negro cita 28 casos porque les suma cuatro suicidios que atribuyen a situaciones de violencia doméstica, explicó Jenny Escobar, integrante del colectivo.

En diálogo con la diaria, Martha Iglesias, una de las fundadoras de Mujeres de Negro, consideró que la temática tiene cada vez mayor difusión y que “las mujeres se han animado a hacer las denuncias porque saben que no están solas”. Iglesias consideró que el colectivo es “la parte visible” de las decenas “de leonas” que trabajan en las comunas, dándoles contención y orientación a las mujeres que hacen las denuncias. La referente saludó también los cambios en la Policía, principalmente en la Policía Comunitaria, porque ahora no sólo reciben las denuncias en un lugar apartado dentro de las seccionales, sino que son escuchadas y “realmente contenidas”, como no sucedía antes, cuando los policías recomendaban que volvieran con sus maridos porque en la intimidad podrían arreglar los problemas.

Iglesias evaluó positivamente el uso de las tobilleras electrónicas para evitar el acercamiento de la persona denunciada a la víctima, aunque observó que es necesaria su expansión al interior del país, donde se debe fortalecer el trabajo “en todo sentido”. En el debe también mencionó la carencia de lugares alternativos para que vivan las denunciantes y consideró “inaceptables” las sentencias del Poder Judicial que dieron cabida a las explicaciones de personas denunciadas por explotar sexualmente a menores de edad que alegaron que no sabían que eran menores.

“¿Qué los trae por acá?”, fue la pregunta disparadora para dos hombres que estaban en la plaza Independencia formando una de las filas. “De grandes, hemos aprendido que el mundo está direccionado para los varones y las oportunidades para las mujeres no son iguales”, explicó Mario Díaz, integrante de un comité de género de una empresa del Estado que tiene “un techo de cristal” que hace que de los 70 gerentes de la empresa, un porcentaje muy bajo sea ocupado por mujeres. Eduardo González milita con su esposa en Mujeres de Negro y explicó: “Son pequeños pasos para lograr el objetivo y que no haya más violencia; en el momento en que estemos todos acá y no haya nadie del otro lado, se va a lograr el objetivo”.

Radiografía

Ayer se presentaron los datos de la “Primera encuesta nacional de prevalencia sobre violencia basada en género y generaciones”, elaborada por un proyecto conjunto del Consejo Nacional Consultivo de Lucha contra la Violencia Doméstica y el Sistema Integrado de Protección a la Infancia y la Adolescencia contra la Violencia, con financiamiento de Naciones Unidas. Entre setiembre y diciembre de 2013 se encuestó a 3.732 mujeres mayores de 15 años habitantes de localidades de más de 5.000 habitantes de todo el país. El trabajo permitirá comparar al país con la región y es un piso que servirá de referencia para medir las dimensiones del tema en un futuro.

Se relevaron problemas de violencia basada en género en lugares públicos, ámbitos educativos, laborales, privados (violencia familiar y en relaciones de pareja o ex pareja) y su impacto generacional. La violencia relevada no es sólo de tipo físico. En los espacios públicos se contemplan las agresiones sexuales que van desde palabras obscenas hasta la violencia física; en los ámbitos educativos o laborales se detallan situaciones de violencia psicológica, como el menosprecio o la subestimación de la mujer por el solo hecho de ser mujer hasta la violencia sexual (insinuaciones o propuestas de tipo sexual a cambio de beneficios o represalias por haberse negado a tales pretensiones). En los ámbitos privados se incluyen la violencia psicológica, física, sexual y patrimonial.

El informe concluye que siete de cada diez mujeres (68,8%) han vivido situaciones de violencia basada en el género en algún momento de su vida, y los casos se agudizan en mujeres afrodescendientes. Se desprende que la problemática se manifiesta de manera similar en todos los estratos socioeconómicos y educativos, aunque a la interna de las familias, las de menores ingresos son quienes declaran padecer mayor violencia. En cambio, las mujeres de los estratos más altos señalaron mayor violencia en espacios públicos y ámbitos laborales.

El 9,5% de las mujeres respondió haber sufrido violencia en los espacios laborales, siendo 57,8% de los agresores jefes o directivos y 42,2%, sus propios compañeros. En cuanto a la violencia familiar (ejercida por hijo/a, hermano/a, padre/madre, suegro/a, cuñado/a), 20,7% de las encuestadas declaró haber padecido algún tipo de violencia en los últimos 12 meses. Respecto de la violencia ejercida por parejas o ex parejas, 45,4% de las mujeres respondió haberla sufrido en algún momento de su vida, y 23,7% dijo haberla padecido en el último año. En la mayoría de los casos, se trata de violencia psicológica; la violencia física alcanza a 14,8% de las respuestas de quienes la padecieron en algún momento de su vida y 2,7% de las respuestas del último año. De ellas, la violencia sexual abarca a 6,7% de las mujeres que sufrieron violencia en algún momento de su vida y 0,8% durante los últimos 12 meses.

En cuanto a la violencia generacional, las niñas y las adultas mayores llevan la peor parte. En esos casos, también es ejercida por mujeres.