El general Rubén Darío Alzate, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta Titán, fue secuestrado en circunstancias que ayer no parecían claras. La fuerza a la que pertenece reúne a la Policía y las distintas reparticiones de las Fuerzas Armadas dedicadas al combate de grupos ilegales en el departamento de Chocó. Entre esos grupos se cuentan dos frentes de las FARC.

Alzate se trasladaba en lancha por el río Atrato junto al cabo que la conducía, el capitán Jorge Rodríguez Contreras y la abogada Gloria Urrego. El general no contaba con ningún tipo de seguridad -situación excepcional tratándose de personas que ocupan este tipo de cargos-, viajaba desarmado y, al igual que los otros, salvo el conductor, iba vestido de civil.

El militar que manejaba la lancha advirtió a Alzate que estaban entrando en “zona roja”, dominada por las FARC, pero el general ordenó continuar. Al llegar a su destino, que era un grupo de viviendas conocido como Las Mercedes, varias personas salieron de las casas y secuestraron a Alzate, Rodríguez y Urrego. Todo esto según el relato del conductor de la lancha, que se fue al advertir que estaban secuestrando a quienes viajaban con él, mientras los supuestos guerrilleros le gritaban para que no huyera.

En sus declaraciones a los medios, tras una reunión de gobierno convocada de urgencia, Santos dijo que se investigarán las condiciones del secuestro de Alzate, pero aseguró que ya se sabía que los autores habían sido guerrilleros de las FARC. El presidente también dijo que dio órdenes a las Fuerzas Militares para que hicieran las “operaciones necesarias” para rescatar a los tres secuestrados.

Varios medios colombianos recuerdan que en febrero de 2012 las FARC anunciaron el fin de los secuestros con fines extorsivos, pero se reservaron la posibilidad de capturar a “prisioneros de guerra”, como policías o militares. Si se confirma que Alzate está en manos de las FARC, sería el militar de mayor rango secuestrado por la guerrilla.

Un editorial que publicó en su página web la Agencia de Noticias Nueva Colombia (Anncol), vinculada con las FARC, calificó como “sospechosa” la “entrega del ‘chacho’ de la guerra contrainsurgente imperial en Colombia” -en referencia a Alzate- “a un ‘supuesto’ comando de las FARC en el Chocó”. En la nota se ridiculiza el relato de los hechos: “[Alzate] con 31 años de experiencia en combate, lancero, con especializaciones [...] abandona sus escoltas y toda esa asfixiante panoplia de seguridad que rodea a estos personajes, se sube [...] prácticamente solo a una pequeña lancha y llega a un perdido caserío ribereño [...] donde lo están esperando escondidos en unos ranchos de paja unos cuantos guerrilleros de las FARC para retenerlo y precipitar la ruptura de los diálogos de la Habana”. La nota concluye que “tal estupidez” no es propia de “un mambrú condecorado como Alzate”, y agrega que el ex presidente Álvaro Uribe “por el momento, ha logrado su objetivo soñado de romper los diálogos de La Habana”.

Ayer de tarde no se habían pronunciado los negociadores de las FARC que están en Cuba, pero una fuente cercana a ellos dijo a la agencia de noticias AFP que están intentando esclarecer los hechos porque “no saben realmente” qué sucedió con Alzate.

Sin dudar sobre la responsabilidad de las FARC, el presidente de la Comisión de Paz del Senado, Roy Barreras, recordó que la guerrilla y el gobierno mantienen el estado de guerra pese a las negociaciones para terminar con el conflicto, tal como reiteró en varias oportunidades el propio Santos. “Bajas y retenciones de soldados ocurren en la guerra”, dijo en su cuenta de Twitter, en la que también reclamó: “Liberación inmediata de los dos colombianos. Secuestro inaceptable y errores militares inexplicables no pueden acabar proceso de paz!”.

En un sentido similar se pronunciaron Carlos Lozano, vocero de Marcha Patriótica, y Clara López, ex candidata a la presidencia por el Polo Democrático. Estos dos partidos políticos, junto a otras formaciones de izquierda, llamaron a una tregua entre el gobierno y la guerrilla hasta el fin de las negociaciones en La Habana.