-¿En qué coyuntura política quedó la FCS después de la elección de decano?

-La campaña fue muy respetuosa, poco agresiva y no dejó enconos, si bien los dos candidatos representamos sensibilidades distintas. Confío en que en el proceso de cogobierno vamos a tener todo el apoyo posible. Me gustaría incorporar gente del equipo de apoyo de la candidatura de Lanzaro. Yo tuve todos los votos de los estudiantes, siete de los diez de egresados y siete de los 15 de docentes. Los docentes hicieron un plebiscito y se dividieron a la mitad, yo tuve 106 votos y Lanzaro, 122. Es una realidad que tengo que tener muy en cuenta.

-En la campaña algunos docentes se quejaron de que el orden estudiantil hoy tiene demasiado poder en la facultad. ¿Comparte ese análisis?

-El orden estudiantil tiene poder en toda la Udelar, porque así es como funciona el cogobierno. En el Claustro tiene diez de los 35 votos, no tiene mayoría. El que tiene mayoría es el orden docente, con 15 de los 35. Es cierto que el orden estudiantil tiene la característica de votar unido, lo que le da mucho poder, el poder de los diez votos, que los ejerce con plenitud. De cualquier manera, quiero destacar que aspiro a ser el decano de todos los órdenes, y la forma como se repartieron los votos muestra que tengo apoyo en todos ellos. Aspiro a que sea un decanato de equilibrio.

-¿Cómo impactó la reciente elección rectoral de la Udelar en la elección de decano de la FCS?

-Me gustaría aclarar que así como Lanzaro no expresa a [Roberto] Markarian, yo no expreso a [Álvaro] Rico, como se ha dicho. Entre la gente que nos apoyó hay quienes apoyaron a uno u otro candidato a rector. No creo que sea bueno asimilar las dos candidaturas a ese clivaje que se dio en la elección por el rectorado. Hoy hay un rector elegido y tenemos que cerrar filas detrás de ese rectorado, trabajando con lealtad institucional, que quiere decir apoyar las cosas con las que estemos de acuerdo y disentir cuando no estemos de acuerdo.

-¿Qué medidas implementará en el corto plazo?

-Un área en la que tenemos que poner el foco es la enseñanza; nos gustaría mejorar la capacidad de retención de estudiantes. Se inscriben entre 800 y 1.000 todos los años, y 30% de ellos nunca aparecen por la facultad. El plan de estudios que se puso en marcha en 2009 tiene mucha flexibilidad, hasta 30% de los créditos son opcionales. Pero tenemos un escollo en el ciclo inicial: está demasiado cargado de cursos y los estudiantes tardan dos o tres años en hacerlo, cuando lo deberían hacer en uno y medio. Hay que encontrar una solución que facilite un camino más rápido y mejor para los estudiantes. Hay una comisión que trabaja con propuestas, en algunas hay acuerdo y en otras no, ahí vamos a poner los esfuerzos en 2015 para que en 2016 tengamos un ciclo inicial diferente. Otro tema ocurrió en la facultad en los últimos diez años: tenemos hoy una cantidad muy grande de egresados (entre 80% y 90%) que trabajan en empresas públicas o privadas, no trabajan en la Udelar. Tenemos programas de posgrados muy enfocados en lo académico, y con los egresados que no son académicos tenemos que mejorar la formación permanente; incluso me gustaría explorar un posgrado de tipo profesional. Nuestro sistema de posgrados tiene 18 diplomas, 12 maestrías y seis doctorados, pero con un enfoque académico, excepto en los diplomas. Nuestro sistema tendría que permitir que una persona que trabaja en una empresa siga estudiando y pueda hacer una maestría o un doctorado, pero de tipo profesional. Esto tiene también un objetivo político: acercar a la facultad al orden de egresados, que suele ser el que está más despegado de la Udelar. La tercera cosa es el apoyo que espero darle al desarrollo de la enseñanza en el interior. La facultad participa activamente con dos licenciaturas en la Regional Norte, una Tecnicatura en Desarrollo en el Centro Universitario de Tacuarembó, y con el ciclo inicial optativo social en la Regional Este, junto a toda el área social. Pero no hemos tenido una estrategia de desarrollo de la facultad en el interior, y eso es lo que quiero construir, no sólo en mi decanato, sino de acá a 15 o 20 años.

-¿Cuál considera que es el estado de situación de las políticas sociales a nivel nacional? ¿Cuál debe ser el rol que juegue la FCS al respecto?

-Las políticas sociales en Uruguay desde 2005 dieron un salto cualitativo y cuantitativo impresionante. La facultad colabora mucho con ese proceso, a veces formalmente (nos piden que colaboremos con el Ministerio de Desarrollo Social [Mides], por ejemplo). Tenemos muchos proyectos, pero también hay muchísimos profesionales que egresan de la facultad, caminan una cuadra y son contratados en el Mides. Sin embargo, es posible que debamos hacer algo más en la formación, tal vez poner más énfasis en la formación de posgrado de políticas sociales; tenemos algunas cosas, pero no un programa regular y periódico.

-¿Cuáles considera que son los mayores desafíos del agro actualmente?

-El primer tema es la migración campo-ciudad. Ahí hay que entender que lo que ocurre no es lo que se dice en la mayor parte de los diagnósticos, que es que la gente se está yendo del campo. Lo que está ocurriendo es que la gente trabaja en el campo pero vive en los pueblos y ciudades del interior. Los estudios que hemos hecho muestran que la proporción de gente que trabaja en el campo prácticamente no disminuyó en los últimos 30 años, pasó de 13% a 12%. Lo que varió es la cantidad de gente que trabaja y vive en el campo, hubo un proceso de migración residencial desde las áreas dispersas hacia las pobladas, por una cuestión de servicios. Lo que busca la gente es el acceso a educación, salud y luz eléctrica. Eso, junto a que el teléfono celular y la motito permiten una comunicación rápida, lleva a que no sea tan necesario vivir en el campo cuando el trabajador puede estar con su familia en la ciudad, mejor atendido, y ahora es él el que se desplaza a trabajar todos los días. Lo otro es que el crecimiento productivo del sector agropecuario no puede hacerse a expensas de la afectación de los recursos naturales. Tenemos que usarlos adecuadamente para dejarles el legado a las próximas generaciones, y ése es el gran desafío.