En la madrugada del 3 de diciembre de 1984 una nube tóxica escapó de la filial india de la fábrica de pesticidas estadounidense Union Carbide, y causó ese mismo día la muerte de miles de personas. Hubo casos de ahogamiento, hemorragias internas y convulsiones. En los centros de salud no se sabía cómo tratar los distintos síntomas porque ni siquiera se conocía qué productos se almacenaban en la fábrica. Hasta el día de hoy se desconoce qué había en los tanques, al menos oficialmente, porque se considera “secreto de empresa”.

Una de las irregularidades que cometió la empresa fue que los tanques de almacenamiento tenían más contenido del permitido, porque la demanda era menor a lo esperado. Además, al momento del accidente no funcionaba ninguno de los seis sistemas de control encargados de evitar un escape de gas.

En los años que siguieron a ese incidente hubo miles de muertes como consecuencia de la contaminación. Según los datos oficiales, son 5.295 personas las que han muerto, pero las organizaciones de víctimas elevan esa cifra a 22.917. También aseguran que medio millón de personas sufren secuelas de la contaminación tóxica: 33.781 personas tienen discapacidades graves y 508.432, leves.

Con el paso de los años, se descubrió que Union Carbide no sólo fue responsable de la falla que causó la nube tóxica, sino que también había dejado de hacer el mantenimiento de los estanques en los que se almacenaban los tóxicos dentro de la planta. Como consecuencia de esto, los restos químicos se filtraron en el subsuelo y alcanzaron los cursos de agua que utilizan los sectores más pobres de la ciudad para su vida cotidiana. Su consumo ha causado una gran variedad de enfermedades y discapacidades, incluidas malformaciones físicas, problemas respiratorios y parálisis.

Esta consecuencia, que las autoridades nunca han intentado paliar, es la que actualmente tiene mayor impacto entre la población de Bhopal. “Hace un mes nació un niño sin un brazo y sin una oreja”, dijo al diario español El Mundo Rachna Dhingra, que integra una organización civil que asiste a las víctimas. Si no es por el agua contaminada, también pueden sufrir problemas médicos por transmisión genética de las secuelas de la contaminación que sufran o hayan sufrido sus padres.

Estos niños, además, crecen en un contexto difícil por las consecuencias que este desastre tuvo para su familia. En muchos casos sus padres no están en condiciones de trabajar, y en otros no consiguen trabajo. La única compensación que recibió 93% de las miles de víctimas fueron 300 euros, una única vez, en 1989.

El relator especial de Naciones Unidas sobre sustancias tóxicas, Baskut Tuncak, advirtió en un comunicado que “todos los días nacen nuevas víctimas del desastre, que sufren de por vida problemas de salud”. Las organizaciones civiles de Bhopal lamentan el “patético tratamiento” que reciben en los hospitales públicos los afectados.

Las organizaciones de víctimas enviaron al primer ministro Narendra Modi una lista de reivindicaciones, entre las cuales figura el pago de indemnizaciones y la limpieza de 350 toneladas de residuos que siguen en la fábrica. El gobierno anunció hace dos semanas que va a evaluar el pago de indemnizaciones y revisará la cifra de víctimas.

Además, el Estado representa a las víctimas en una causa civil contra la empresa que hoy es dueña de Union Carbide, Dow Chemical, a la que le reclama 1.200 millones de dólares. En la Justicia penal, ocho responsables indios fueron condenados a dos años de cárcel en 2010 por homicidio por negligencia, recordó la agencia de noticias Efe. Quien era entonces propietario de Union Carbide, el estadounidense Warren Anderson, estuvo detenido en Bhopal, salió bajo fianza y se fugó de la Justicia india, situación en la que permaneció hasta su muerte en setiembre.