¿Qué harán el domingo?

-El cierre del año y el inicio de la etapa congresal. Como somos una organización nueva queremos que la discusión sea un proceso largo, que va a estar dividido en tres etapas: la de las definiciones ético-filosóficas, la de la política estratégica y, finalmente, la organizativa. Nacimos un mes antes de las elecciones de octubre y el objetivo era muy claro: aportar a la victoria del FA. Pero ahora viene otra etapa en la que ya no está tan claro el objetivo, y hay que discutirlo.

Ustedes insisten en el objetivo de construir una organización política en tiempos en los que se piensa que la política es sólo votar.

-La nuestra no fue una salida electoral, sino salir a construir organización en una instancia electoral; obviamente lo principal era aportar electoralmente al FA con actividad militante. En tan poco tiempo y casi sin recursos económicos, sabíamos que los votos iban a ser relativamente esquivos, pero eso no nos importaba. La política sigue siendo la principal herramienta que tenemos para organizarnos y conseguir mejores condiciones de vida: conjuntos de acuerdos, mecanismos de funcionamiento y toma de decisiones, para luego participar en los diferentes espacios de poder, que no se restringen solamente a la institucionalidad del gobierno, sino que también abarcan la participación y la militancia a nivel social. Esta discusión para la izquierda de hace años era obvia; ahora, para muchos las organizaciones políticas ya no importan, sólo hay que tener grandes estructuras “juntavotos”.

¿Se sienten responsables por el fracaso electoral de la Corriente de Acción y Pensamiento-Libertad (CAP-L)?

-Hoy, por suerte, la mayoría de los que están en la organización no estaban antes en la CAP-L. Los que nos fuimos lo hicimos en una etapa específica, después de las elecciones internas. Habíamos tenido nuestras deliberaciones en el Congreso, participamos en las internas y luego entendimos que las dificultades y diferencias que teníamos no iban a poder ser resueltas en el corto plazo, y que en esas condiciones no tenía sentido que cada uno fuera un lastre para la estrategia de los otros. Apostamos por no entrar en el “internismo” e ir hacia la construcción de algo nuevo que tampoco implicara dividir a la CAP-L. Lo que teníamos para decir lo dijimos en el organismo correspondiente. Sobre el resultado electoral de la CAP-L, no nos sentimos responsables. Fue un resultado que -al menos cuando yo estaba- ya se preveía y visualizaba.

Entre las señas de identidad que plantean están la descentralización, la participación y la ética en la política.

-Pensamos que las organizaciones deberían intentar parecerse lo más posible en su funcionamiento a la sociedad que de alguna forma aspiran a construir. Pero uno no deja de vivir en la sociedad en la que vive, y está expuesto a las contradicciones que la sociedad tiene, además de las que están dentro de uno. Nuestro aporte tiene que ver con lo participativo en las decisiones. El elemento más interesante en el que tratamos de sintetizar esto es algo así como intentar dar vuelta la situación en el análisis y poner la vida en el centro de la política. Hoy el centro de la política es la mercancía. Ésa es la base del desarrollo capitalista: mercantilizar todos los espacios posibles y transformar todos los aspectos de la vida en una mercancía. La gran estrategia de estos tiempos pasa por invertir esa situación. Hay que ver por dónde pasan los nuevos fenómenos de acumulación política. El FA viene ganando con 50% y poquito, pero no podemos pensar que el país va a estar dividido en esas dos mitades siempre. Si entendemos que los objetivos del FA son para la mayoría, tenemos que seguir pensando que capaz que es posible que mayor cantidad de gente apoye su proyecto político. Hoy ése es el gran desafío.

¿Consideran necesaria una reforma constitucional?

-Estamos totalmente de acuerdo con que hay que llevar adelante un proceso de reforma constitucional. Necesitamos una carta magna que refleje más la sociedad que aspiramos a construir que la sociedad que queremos mantener. Tienen que entrar elementos novedosos relacionados con la institucionalidad. Hay que reformar el sistema de justicia y trabajar sobre los derechos. Actualmente hay algunos derechos que están por encima de otros, como el de la propiedad. Hay que ir a un equilibrio de derechos, y hay una agenda de derechos liberales, en los que hemos avanzado en estos años, que deben incorporarse. Hay que comenzar a trabajar ya en conjunto no solamente con las organizaciones políticas sino con toda la sociedad, incorporar temas, y luego se verá cuál de los cinco mecanismos de reforma que existen se utiliza. Hace unos años había cosas que no se nos ocurrían. Que cada niño pudiera tener una computadora era impensable. Sin embargo, ahora queremos que cada niño reciba un instrumento musical. Lo hemos hecho en algunas escuelas, facilitando la compra para que el niño aprenda música, y por medio de la música logre el desarrollo artístico pleno. Otra propuesta es que, más allá de la certificación del conocimiento, ¿por qué los salones de las facultades no pueden tener una web cam y que cualquier ciudadano pueda asistir a una clase desde su casa? Son cosas que se pueden hacer y que tienen costos marginales en comparación con el impacto que pueden llegar a tener.

¿Cómo ven la implementación desde el MEC de la estructura que crea el nuevo Código de Proceso Penal (CPP)?

-Es necesario crear una nueva institucionalidad de rango ministerial integrada por lo que hoy es el Ministerio Público y Fiscal, la Fiscalía de Gobierno e incluso la Defensoría de Oficio, que hoy está en el Poder Judicial. Hay que asegurar el acceso de los ciudadanos a la Justicia. En este país, quienes pasan por el Poder Judicial, sobre todo en lo que es la lógica penal, son los más pobres, y 90% son defendidos por defensores públicos. Es una deuda brutal, hay que fortalecer ese espacio, y así como hoy está la Fiscalía, ese CPP es inaplicable, porque implica una gran cantidad de funcionarios, la formación de éstos y hasta inversiones edilicias.

¿Cuál es la incidencia que tiene el MEC en la enseñanza pública?

-Los entes autónomos de la educación tienen el rango institucional con mayor grado de autonomía que existe en nuestra normativa. Desde el punto de vista formal, el momento especial de incidencia del MEC es cuando se proponen los nombres de los consejeros. Luego lo que existe es una vinculación política, porque las propuestas de nombres que se hagan van a tener que ver con aquellos que son los mejores para desarrollar las mejores políticas. Hemos manejado la idea de que hay una aproximación asintótica en el vínculo del MEC y los entes de la enseñanza. Acercarse lo más que se pueda, porque el tema se ha puesto en la agenda de la gente, y lamentablemente, a veces no desde el mejor lugar ni con los mejores argumentos. La discusión en materia educativa que hemos visto en los últimos años ha sido nefasta. No hemos tenido charlas con la futura ministra, María Julia Muñoz, ni con el subsecretario, Fernando Filgueira, pero el presidente electo, Tabaré Vázquez, ha dicho que la educación va a ser uno de los temas centrales. Filgueira tiene trayectoria en el análisis de las políticas educativas, y creo que la oposición va a tener que estudiar un poco más. Cada vez que quieran salir a hablar de educación, no les va alcanzar con los 140 caracteres de un tuit.

A partir del video que subiste en Facebook de una discusión entre Graciela Bianchi y algunos alumnos, la figura de ésta tomó protagonismo. ¿Te sentís responsable en parte?

-A esta altura creo que sí. El tema no fue un video, sino el proyecto que se estaba planteando para la educación. Tenemos diferencias con Bianchi en temas educativos, y en otros. A partir de entonces aprendí que callarse y guardar silencio cuando estás en el medio del tapete sólo favorece a la incomprensión de un hecho y habilita a que otros construyan el relato. Todo se trasformó en un show. Respondí a todos y cada uno de los correos que me llegaron, y puedo asegurar que más de 95% de quienes comenzaron agrediendo terminaron reconociendo lo que yo estaba planteando.