La reciente publicación de la Guía Didáctica: Educación y Diversidad Sexual, realizada por el MIDES y la ANEP, ha despertado críticas desde distintos actores y colectivos 1 Los argumentos esgrimidos y de público conocimiento, van desde que mediante la Guía se promueve una “ideología de género”, el atentar contra el laicismo del Estado, la promoción de opciones sexuales, la intromisión en valores que corresponden a la familia, hasta la puesta en peligro de la concepción heterosexual del mundo occidental, por demás conservadoras, falaces y a contrapelo de lo que diversos sectores de la sociedad -tanto organizados en grupos por los derechos de las minorías como pertenecientes a la academia-, vienen elaborando en nuestro país en la última década.

El intento por salvaguardar una visión de familia y relaciones de géneros que responden a la ideología legitimadora del patriarcado, desconoce prácticas que se han ido legitimando al punto de modificar la estructura jurídica, generando la aprobación de leyes como la Nº 19.075 de “Matrimonio igualitario” o la Nº 18.620 sobre el “Derecho a la identidad de género y al cambio de nombre y sexo en documentos identificatorios”; la misma Ley de Educación Nº 18.437, establece en su artículo 18 que el Estado “estimulará la transformación de los estereotipos discriminatorios por motivos de edad, género, raza, etnia u orientación sexual”.

Como es sabido, el ámbito jurídico constituye el marco regulatorio de las prácticas sociales y reconoce los derechos de los ciudadanos que los estados deben garantizar, de esto se sigue que las leyes no solo deben quedar promulgadas sino que deben ser respetadas desde el Estado promoviendo políticas públicas para su efectivo cumplimiento. Si bien las identidades de género y las orientaciones sexuales que son visibilizadas en la Guía, no corresponden a lo que la mayoría de la población asume como propias en el ámbito público, es deber del Estado garantizar los derechos de las minorías así como promover el respeto y el reconocimiento de las distintas formas de vida que conviven en una sociedad democrática.

El marco teórico que adoptan los autores de la Guía es tan actual como validado académicamente, retoma los aportes de teóricas como Judith Butler, Diana Maffia y Joan Scott, entre otros. Los conceptos que se explicitan han sido producto de una labor de décadas, en el intento de desnaturalizar prácticas discriminatorias concebidas desde la visión hegemónica imperante en nuestra cultura.

Estas elaboraciones han sido gestadas en las discusiones académicas que pusieron al descubierto concepciones esencialistas arraigadas en las vertientes de la misma teoría feminista, tanto en su versión ilustrada como en la que proclamó la diferencia de los sexos como terreno indiscutible. Precedida de la crítica realizada por intelectuales como Simone De Beauvoir, Monique Wittig, Adrienne Rich y Gayle Rubin, la teoría cristaliza en los años noventa postulando la deconstrucción de una lógica binaria de los géneros que opera mediante la matriz heterosexual produciendo subjetividades normativizadas en una secuencia de alineación perfecta entre sexo biológico, género y sexualidad. Como plantea Butler (2007: 54): “La hipótesis de un sistema binario de géneros mantiene implícitamente la idea de una relación mimética entre género y sexo, en la cual el género refleja al sexo o, de lo contrario, está limitado por él”; en otro artículo, de 1990, Butler señala: "..una de las formas en que es reproducido y encubierto este sistema de heterosexualidad coactiva consiste en cultivar los cuerpos en sexos distintos, con apariencias 'naturales' y disposiciones heterosexuales 'naturales'”.

No es menor señalar que los discursos neoconservadores que han expresado escándalo por la visibilidad de construcciones de género que desobedecen a la matriz heterosexual, comportan la carga ideológica que los identifica como funcionales a los actuales procesos políticos y económicos globales que profundizan las desigualdades económicas y culturales.

Como plantea Chandra Mohanty (2008: 420): “el capital tal como funciona ahora depende de y exacerba las relaciones de dominación racistas, patriarcales y heterosexistas”; mantener la invisibilidad acerca de esta forma de sometimiento de los cuerpos ayuda a mantener formas de dominación que se vuelven más sofisticadas. La dominación desde la globalización corporativa opera también produciendo subjetividades generizadas, que reproducen jerarquías necesarias para perpetuar distintas formas de explotación.

Es así como se continúan colonizando los cuerpos bajo criterios clasistas, raciales y sexuales, que se traducen en el privilegio de ciertos actores y sectores sobre otros 2 procesos que deben identificarse en las relaciones entre la macro y la micropolítica, entre lo público y lo privado. Para un sujeto cuya identidad se ha sido conformando como estigmatizada, sus relaciones estarán permeadas por un sometimiento vivenciado como natural, que reproducirá en la familia, en el barrio, en el centro de estudios, en el espacio virtual, en el trabajo.

En un momento donde asistimos a una desnaturalización de situaciones de opresión y violación de los derechos humanos que históricamente permanecieron ocultas en el ámbito privado, el sistema educativo como tal no puede permanecer ajeno a incorporar y promover las herramientas adecuadas para la erradicación de prácticas reñidas con el respeto y la dignidad humanas.

La presente Guía constituye un primer intento de acercamiento y difusión de una problemática que no puede seguir siendo soslayada, intento que debe ser reforzado con la profundización de la formación de los docentes, así como de la puesta en práctica de políticas de estado que intervengan y reviertan situaciones de violencia enquistadas en nuestra sociedad; de no hacerlo el mismo sistema operará como cómplice de la perpetuación de los derechos de los sectores más vulnerables.

Todo cambio cultural se inicia con una minoría que desafía lo establecido, e históricamente se instaura en confrontación con las visiones más conservadoras que reclaman una vuelta atrás a un mundo más seguro y reglado por el dogmatismo y la apelación a un esencialismo metafísico, con el fin de sostener viejas jerarquías y mantener intactas las relaciones de poder que favorecen a los sectores dominantes. Como se plantea en un diálogo de referencia del documental “Fake Orgasm” (2010), acerca de la difícil aceptación social de un cuerpo que desafía la clasificación binaria:

La sociedad no está preparada para cambiar.
(…) la sociedad no está preparada, pero la gente sí.
Individualmente estamos preparados. Como sociedad... no.
Todavía no. Hay mucha gente que piensa de manera estúpida.

REFERENCIAS:

Butler, Judith (1990). “Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista”. Traducción de Marie Lourties. Tomado de Sue-Ellen Case (ed.), Performing Feminisms: Feminist Critical Theory and Theatre, Johns Hopkings University Press, 1990, pp. 270-282.

Butler, Judith (2007). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.

Educación y Diversidad Sexual. Guía Didáctica. MIDES-ANEP, setiembre de 2014.

Jo Sol (2010). Fake Orgasm: A Film with sex lies, art and other methaphysical reflections. [Documental]. España: Zip Films.

Mohanty, Chandra T. (2008). “De vuelta a Bajo los ojos de Occidente: La solidaridad feminista a través de las luchas anticapitalistas”. En: Suárez, L. y Hernández, A. (coord.). Descolonizando el feminismo: teorías prácticas desde los márgenes. España, Cátedra.


  1. Algunas de las críticas que han sido públicas en los medios de prensa provienen de: el Arzobispo de Montevideo Monseñor Daniel Sturla, la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU), el Consejo de Representatividad Evangélica del Uruguay (CREU), la Iglesia Misión Vida para las Naciones, el Consejero de CODICEN Daniel Corbo. 

  2. “...el mercado sobre el Estado, lo global sobre lo local, el capital financiero sobre la industria manufacturera, los ministros de hacienda sobre los de bienestar social, y los consumidores sobre los ciudadanos. Su argumento es que los segundos están feminizados, y los primeros masculinizados, y (…) esta generificación naturaliza las jerarquías que la globalización necesita para imponerse” (Mohanty, 2008: 447).