Los sondeos a boca de urna anunciaban ayer que el Partido Liberal Demócrata (PLD), que gobierna Japón, había ganado las elecciones de la cámara baja, lo que en los hechos significa que el mandato del primer ministro Shinzo Abe terminará en 2018 en lugar de en 2016.

El 19 de noviembre Abe anunció que se adelantarían las elecciones, después de que se informara que la economía japonesa entró en recesión. Una victoria electoral -tal como la que obtuvo- permitiría a Abe reim-
pulsar con otro respaldo su plan de reformas económicas y de políticas de defensa, que son resistidas por algunos sectores de la sociedad.

El momento era ideal para Abe. La principal formación opositora, el Partido Democrático (PD), todavía intenta recuperarse de una fragmentación interna que comenzó a sufrir mientras estaba en el gobierno y que se profundizó después de ser expulsado del poder por Abe, en 2012. La debilidad del PD es tal que presentó sólo 194 candidatos a bancas de diputado, menos de la mitad de los cargos de los que dispone la cámara baja, que son 475. Los sondeos indicaban ayer que el PD superaría los 62 escaños con los que cuenta ahora y pasaría a tener 72, lejos de los 100 a los que aspiraba.

La alianza gobernante, liderada por el PLD, logró obtener 325 escaños, dos más de los que tenía. Pero la sorpresa de las elecciones a la cámara baja fue el avance del Partido Comunista, que aumentó su representación de ocho a 20 escaños, su mejor resultado desde el año 2000. La integración del Senado se elige de forma parcial en elecciones independientes; las últimas fueron en 2013 y dieron la mayoría a la alianza gobernante.

Otro dato relevante, aunque no sorpresivo, fue el de la baja participación: 52,7%, el mínimo histórico de la posguerra, menor incluso que el 59,3% de 2012, informó la agencia de noticias Kyodo. El reelecto primer ministro dijo que la gran abstención es un dato “muy decepcionante” y subrayó la necesidad de “reforzar la confianza de los votantes”.

La victoria electoral le asegura a Abe que durante unos dos años podrá gobernar sin mayores inconvenientes -hasta las elecciones parciales al Senado de 2016- y con mayoría en ambas cámaras. Esto le permitirá impulsar sus reformas más resistidas: las económicas, que incluyen un mayor gasto público y la desregulación de varios sectores, y las de la política de defensa, que incluyen una reforma de la Constitución para fortalecer el perfil militar japonés.