El fin de año huele a fin de curso, entre postales y despedidas. Entre tanto juego, ayer cantaron la retirada al 2014 Peñarol y Racing. Gran partido. Con mucha dinámica y fluidez en el tratamiento de la pelota, chances para ambos equipos, la emoción de la incertidumbre duró hasta el final. Y ganó el de Sayago -segundo y con méritos de la tabla del Apertura- por su incansable propuesta. La escuelita que dirige Marcelo Larriera trata a todos por igual, mérito de un entrenador que predica pedagogía de buen fútbol y la pone en práctica con didáctica en la cancha. Con la idea fija de ir e ir, Racing dio vuelta, en 15 minutos, el partido que perdía 0-2. Alta calificación, gran semestre: aprobado con honores.

Juan Pablo Rodríguez fue la voz cantante de un equipo que no paró -aun abajo en el marcador- de generar situaciones de gol. Peñarol ganaba desde el inicio porque fue efectivo al toque, mucho más certero que su rival. Damián Macaluso puso cabeza desde el vamos con el 1-0 cuando apenas transcurrían 4 minutos, y luego Jonathan Cabecita Rodríguez definió, con oficio, el manual del perfecto contragolpe aurinegro, y puso el 2-0. Iban 35 minutos, el carbonero tenía dos goles en dos situaciones; Racing acumulaba seis chances desperdiciadas. Entonces apareció el socio de Juan Pablo, Carlitos Acosta. Primero en la generación de situaciones y después en el goleo, para el brindis.

Como una ráfaga

Tener no es signo de injusto, y no tener tampoco prueba la virtud. Hablo de la pelota, y de las razones para jugar con y sin ella. El partido abierto por las propuestas marcó un ritmo bastante vertiginoso. Daba la sensación de que se calmaría a medida que los físicos mermaran, pero fue todo lo contrario. Acosta definió, como los grandes maestros de antaño, lo que fue el 1-2, y 6 minutos después empató el partido gracias a una pelota que quedó suelta (mal rechazo de Andrés Rodales hacia atrás que dejó expuesto a Peñarol). No hay justicia en el fútbol: hay goles. Y Racing aprovechó que se sabía la lección y siguió levantando la mano. Larriera mandó al frente a Gabriel Fernández, y el Torito, en la primera que tuvo, un minuto después de su ingreso, definió ante la salida de Pablo Migliore y colocó el 2-3 para la escuelita a los 20 de la segunda mitad. Calificación: muy bueno sobresaliente.

Paolo Montero, que venía invicto en sus dos partidos como entrenador manya, tiró variantes, pero no encontró soluciones. Hernán Novick fue el que más intentó, aunque siempre armó las jugadas lejos de la ofensiva, por la presión racinguista. Además, salvo en algunas del primer tiempo, la zaga verdiblanca no dejó jugar a los puntas de Peñarol. Estuvo más cerca Racing de ampliar las diferencias y liquidar el pleito que el carbonero de empatarlo. La excepción fue la jugada del final de Sebastián Píriz, pero su cabezazo, que buscaba red, encontró foso y agua.

El final es la tabla: el conjunto de Sayago, con un campeonato para ser campeón, fue segundo, porque lo de Nacional fue extraordinario. Abanderado de sus ideales intentará, para la primera mitad del próximo año, meterse en una copa internacional.

Enhorabuenas y postales

El fin de año de Peñarol huele a votos, que dirán sus socios si son de renovación o no. Montero puja por mantener su puesto en el banco, pero todo depende de la elección -o de la voluntad del candidato elegido- que se aproxima. No quedó nada para festejar. El fútbol da revanchas al mismo tiempo que la tarjetita en el pino pide por un próspero año nuevo.