Este viernes el PIT-CNT recibirá nuevamente a las centrales sindicales de Argentina, la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). Las organizaciones sindicales de ambos países ya habían mantenido un encuentro dos semanas atrás, en el que se comprometieron a “propiciar y ayudar a la construcción de un marco de diálogo franco y fraterno” entre sus gobiernos. Allí los trabajadores uruguayos plantearon a sus pares argentinos su preocupación por las restricciones impuestas por el gobierno del vecino país a las exportaciones uruguayas, en particular en los sectores automotor, papel y alimentos. Las centrales argentinas se comprometieron a interiorizarse en la situación. “Les hicimos un planteo global de las preocupaciones que teníamos, les entregamos un listado de los sectores y de las empresas más afectadas. Este viernes veremos en qué se pudo avanzar”, explicó a la diaria Milton Castellano, del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT.

La semana posterior a la de carnaval, una delegación de la Asociación Nacional de Empresas Recuperadas por los Trabajadores (ANERT) viajará a Argentina por el mismo tema. Dentro de la asociación hay dos empresas afectadas particularmente por las restricciones argentinas: la Cooperativa de Trabajadores Cerámicos (CTC) de Empalme Olmos (ex Metzen y Sena), que recuperó la fábrica de cerámicas Olmos, y la imprenta cooperativa Pressur, ubicada en Nueva Helvecia (Colonia). La primera tiene trancada una exportación de vajilla por un monto de 350.000 dólares porque las autoridades argentinas han demorado las autorizaciones, y la segunda se ha visto perjudicada por varias medidas adoptadas por el gobierno de Cristina Fernández. Pressur debió enviar a sus 110 trabajadores -todos ellos cooperativistas- al seguro de paro en febrero, y mañana evaluará en asamblea si extiende el seguro de paro también por el mes de marzo.

Enrique Gaucher, integrante de Pressur, explicó a la diaria que una medida que les perjudica especialmente es la disposición del gobierno argentino de que las empresas de ese país que realicen importaciones deban exportar productos por el mismo monto. Muchos de los clientes de Pressur no exportan y comercializan los libros que le compran a la imprenta en el mercado interno, por lo que esas ventas se frenaron. Además, “se frenaron las cobranzas” y Pressur no ha logrado cobrar 80% de las deudas que tiene en Argentina, explicó Gaucher. “Estamos tratando de recuperar la cobranza y haciendo gestiones para poder tener como cooperativa algún trato especial con Argentina para exportar”, agregó. Otra restricción tiene que ver con el trámite ante un instituto encargado de verificar las tintas de los libros que se importan. “En algunos casos han demorado dos meses en analizar las tintas, y el cliente no tiene ninguna certeza de que el producto le va a llegar”, explicó Gaucher.

A esta situación se suma que una vez adquirida la imprenta por los trabajadores, se descubrió una deuda millonaria del anterior dueño, y eso implicó que se cortara la operativa con el Banco República. “No era un problema nuestro, hubo un ocultamiento de información [por parte del dueño anterior] y eso nos trajo un perjuicio económico muy grande”, explicó Gaucher.

El Fondo de Desarrollo (Fondes) prestó a Pressur seis millones de dólares, pero el préstamo se utilizó fundamentalmente para pagar las deudas del dueño anterior y posibilitar que los trabajadores adquirieran la empresa.