-¿Por qué decidieron realizar un documental sobre este disco en particular?

-No era la idea primaria. Lo que intentamos en el primer momento era registrar en imágenes el período creativo y la grabación de un disco, para una supuesta edición especial. Y como hicimos con discos anteriores, así como cambiamos de productor, cambiamos de director [Gabriel Nicoli]. Lo que pasó fue que al no tener ni sonidista, ni luces, ni nada, y al hacerse amigo nuestro, empezó a pasar desapercibido y logró estar en momentos en que nosotros ni siquiera sabíamos qué era lo que estaba haciendo ni para qué. Entonces nos abrimos, fuimos nosotros, y él estuvo en los momentos precisos y los supo capturar. Obviamente que desde el punto de vista técnico perdió algunos momentos porque hablábamos todos a la vez o no estaba bien iluminado, pero ganó en confianza. Luego de que pasó lo del accidente de Marcel, una vez que decidimos que íbamos a seguir adelante como grupo, al poco tiempo Gabriel nos dijo: “A mí me gustaría seguirlos filmando porque tengo en la cabeza hacer un documental”, y sin pensarlo demasiado le respondimos que sí. Cuando nos mostró lo que tenía armado nos dimos cuenta de que no sólo mostraba la intimidad musical de un grupo, sino también la parte humana, que no estamos acostumbrados a mostrar, pero que nos parecía interesante.

-¿Cómo surgió la idea de que Fernando Cabrera hiciera la música para el documental?

-Nosotros tenemos una afinidad de muchos años con Fernando, sabemos de su sensibilidad como artista y que ya había hecho la música de la película El dirigible, entonces se nos ocurrió. Se lo propusimos a Gabi y le pareció bárbaro, y después le dijimos a Fernando y nos dijo que sí, pero que él quería componer y que nosotros interpretáramos esas composiciones. Nos encerramos y nos hizo grabar. No sabíamos para qué parte de la película era; grabamos lo que él nos dijo y está buenísimo.

-En el documental queda plasmado el trabajo previo a la grabación del disco, cuando eligen las canciones que van a grabar, de un total de casi 30. ¿Es la parte más complicada del proceso?

-Sí, ese momento es muy traumático, porque ahí estamos todos peleando por nuestro gusto personal. Ves cómo, por decidir democráticamente, se te esfuma una canción que para vos era lo más importante del mundo. Después, cuando se reduce el número de canciones, empieza a ser todo más consensuado y hablado, y pasa por otro lado más que por la votación. Pero la idea es que todos nos sintamos representados a la hora de grabar o tocar el disco, que todos estemos contentos y tirando para adelante, porque eso es lo que nos hace un grupo.

-En la película decís que deberías tomar menos alcohol para subir al escenario. ¿Lo hacés por timidez?

-Sí. Fijate que si en un año tocamos ciento y pico de veces, son ciento y pico de días que estoy tomando alcohol. Igual, eso ya mejoró bastante. Pero es algo que hubiera preferido que no saliera en la película. Le comenté a Gabi: “Estoy exponiendo cosas”, y me dijo: “Pero sos el hilo conductor de la película y muestra un poco lo vulnerable que cada uno puede ser en diferentes momentos”. Y bue, ahí está…

-En una entrevista, hace tiempo, decías que estabas escuchando mucho a Leonard Cohen. ¿Fue antes o después del accidente de Marcel?

-Antes y después; y después, bastante, bastante.

-A veces, para superar la tristeza, hay que escuchar música de igual atmósfera para seguir bajando, así sólo queda subir.

-Sí, pero eso depende de la personalidad de cada uno. A mí me gusta, si estoy triste, tocar fondo. Me parece que es como vos decís: después lo que resta es todo para arriba. Y muchas veces, cuando estás triste la música triste es la que te saca de ahí. Hay gente a la que, al contrario, le pega para otro lado y se va a bailar.

-Hace pocos meses se cumplieron diez años del primer Pilsen rock y aquella explosión del rock uruguayo que tuvo a NTVG como una de las bandas protagonistas. ¿Cómo lo ves a la distancia?

-Era algo que sabíamos que era un poco artificial o exagerado, porque en un país de tres millones de habitantes, que vayan 150.000 personas a ver un concierto de rock a la mitad del país… el que no se daba cuenta de que estaba pasando algo raro… Igualmente, el piso subió a partir de eso en muchas cosas: desde la infraestructura de los conciertos hasta la calidad de los discos; eso ayudó a levantar. Ahora no hay grandes diferencias entre un espectáculo que viene de afuera y uno que se puede hacer acá. Hubo un crecimiento. Antes de eso venía una banda argentina y se sonaba todo, mientras que la uruguaya iba y hacía lo que podía. A nosotros nos fue muy bien, como a muchos otros artistas, pero también fuimos de los que no nos quedamos en eso y tratamos de tocar fuera del país. Aunque acá estábamos haciendo dos Velódromos, tocábamos para nadie en otros lugares. Creo que fue una buena decisión, porque no sé qué hubiera pasado con nosotros si nos hubiéramos dedicado a tocar sólo en Uruguay.

-Mientras preparaba la entrevista estuve repasando la discografía de NTVG y me entusiasmé más con los primeros discos. ¿Eso puede sucederles a los que los siguen desde el principio?

-Sí, claro. Lo que pasa es que nos sucede a todos con todo. Yo no sé si el mejor disco de los Rolling Stones es Sticky Fingers, pero es el que escuché de principio a fin durante tanto tiempo que para mí es el mejor y no hay un disco como ése. Es lo que a vos te genera. Lo que nosotros no podemos hacer es claudicar ante eso, ante la gente que viene y te dice: “Ah, lo que hacían en los primeros discos, ¿por qué no vuelven?”. Porque no, porque éramos esas personas en ese momento y sería faltarnos el respeto a nosotros mismos tratar de emularlos. Ojo, muchos artistas lo hacen, pero no son los que más me gustan, son los que no evolucionan nunca. No vas a escribir de las mismas cosas que a los 18 años, porque no te pasa lo mismo, no te preocupan las mismas cosas, tampoco escuchás lo mismo -aunque en algunos casos sí- y hay otras cosas a las que no te animabas y ahora sí. Pasa más por ser coherente con vos mismo, y ése es el camino que a nosotros nos ha dado resultado. No vamos a renunciar a eso, porque si siendo coherentes con lo que a nosotros nos gusta en el momento podemos decir que la banda está en pie y yendo para adelante, no vamos a tomar otro camino.

-Un canal de televisión arrancó la promoción de la transmisión del Mundial de Brasil y suena de fondo “Cielo de un solo color”, de 2004. ¿Cómo te cae el giro que ha tomado la canción?

-¿Ya la están pasando?... O sea, no deja de darte orgullo -más allá de que el tema no fue escrito ni siquiera para eso- porque es un reconocimiento a una canción a la que la gente le tiene cariño. Nosotros la escribimos en otro contexto, hablando en términos futboleros de algo que estaba pasando: la gente se iba al exterior y era todo un desastre. Era una canción de amor al país que se estaba cayendo a pedazos. Pero bueno, la seguimos tocando, incluso afuera; la tocás en Argentina y a la gente le encanta.

-Comentabas que fueron al recital de Rod Stewart. ¿Te ves con 70 años cantando “No era cierto”?

-No sé qué me veo cantando. Ojalá pueda estar cantando. Lo que más me gustaría es envejecer con dignidad.

-Entonces, sin tintazo en el pelo…

-No, espero que no, que ni se me 
ocurra.