El ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, dijo que si el país quiere mejorar su nivel educativo los trabajadores de ese sector no pueden tener salarios menores que los de la Policía. En un próximo gobierno, dijo el jerarca, la apuesta “debe ser al salario educativo; no puede ser que sea menor que el salario de la Policía, con todo lo bueno que ha significado para el país la mejora de los recursos y de los salarios en el Ministerio del Interior, pero tenemos que tener un salario en la educación que estimule a los jóvenes a ingresar al sistema, y hoy eso no está pasando”.

Olesker admitió que, en materia de desarrollo económico, el gobierno no logró avanzar en la imposición de valor agregado en la producción ni en la desprimarización de la economía del país. Remarcó también la importancia del Fondo para el Desarrollo (Fondes), pero dijo que la etapa del apoyo a empresas recuperadas por los trabajadores que se fundieron entre 1999 y 2004 “ya está y ya se superó, se terminó y esperemos que no haya más fábricas fundidas en el futuro”. En ese sentido, el ministro consideró que se debe impulsar una nueva etapa: “De lo que se trata ahora es que el Fondes se oriente hacia nuevos emprendimientos autogestionarios que de alguna manera hayan ganado terreno, u otros que no nacieron como empresas cerradas, sino que nacieron como proyectos de economía social y solidaria”, comentó.

Por último, destacó la necesidad de elevar aun más los salarios mínimos y ampliar, para toda la población que forma parte de la pobreza estructural del país, los programas de inclusión social definidos como prioritarios por su cartera, en referencia a Jóvenes en Red, Uruguay Crece Contigo y Cercanías, de los que dijo que son “costosos” pero no “caros”, y también “debatidos en nuestras propias filas”. Enfatizó que es necesario también aumentar la oferta de cuidados, la capacitación laboral y los programas focalizados de revinculación educativa.

Estas declaraciones fueron realizadas en una mesa redonda sobre inclusión social organizada por la Intendencia de Montevideo en la Criolla del Prado, en la que Olesker participó junto con su par de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Francisco Beltrame, y el secretario general del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Afines (SUNCA), Óscar Andrade.

Beltrame, por su parte, destacó la importancia del subsidio a la cuota de vivienda como mecanismo de inclusión social. Ilustró esto señalando que 60% de las familias que tuvieron acceso a esta prestación luego volvieron a recurrir a ella “en menor medida, o directamente han dejado de recurrir al subsidio estatal”. Además, destacó que la Ley de Promoción de Vivienda de Interés Social está “dando sus frutos en Montevideo”. Informó que actualmente “se están construyendo conjuntos habitacionales en 32 barrios”, 28 de los cuales “no conocían la construcción de conjuntos habitacionales en los últimos 60 años en nuestro país”.

En tanto, Andrade apuntó contra la dictadura y los años 90 como las principales “tragedias” que generaron la exclusión social que se vive actualmente. Para el sindicalista, se retrocedió mucho “en construir comunidades y barrios” y se impuso un “individualismo brutal”. “Hay que ver lo que es Carlos Gutiérrez”, ilustró, para describir la vorágine consumista.

Andrade recordó que antes “uno se identificaba por su trabajo” y ahora “estamos en un retroceso, por pasar a identificarnos por lo que consumimos”. Recordó que viene de un barrio en el que antes “ir con pilchas caras estaba mal visto, pero hoy es la obsesión tener esas pilchas”. “El que no tiene no existe, no es nadie, y esto a los niños los golpea de forma más dura”, sostuvo.

Aseguró que la “batalla de la inclusión” es “política” y debe tener “a todas las trincheras trenzadas, o vamos a salir derrotados”. “Ni el mejor de los gobiernos con la lógica de inclusión va a alcanzar” trabajando solo ese objetivo, por lo que es necesario pensar el tema “como un compromiso de la práctica cotidiana”, afirmó.

Finalizó diciendo que no le extraña que la “gurisada” de barrios como Casavalle tengan “admiración por el narco”, ya que éste “tiene buenos autos y anda con las mejores cosas”. Contó una anécdota que le sucedió también en Casavalle: un niño le preguntó si “los del SUNCA” le iban a hacer una casa “de verdad”. Cuando le respondió que sí, el niño contestó: “Yo, cuando sea grande, quiero hacer eso, casas para otros”. “La batalla de si el botija en su cabeza quiere ser narco o hacer casas para otros hay que darla todos los días, y no en un curso o en un seminario, sino en la práctica”.