Sindicalista, político y empresario. Polémico, mediático y bocón. Y además, peronista. El argentino Luis Barrionuevo es un todoterreno que desde hace 40 años transita por los caminos más embarrados de la política argentina, siempre por la senda derecha del Partido Justicialista.

Algunas confesiones valen más que una biografía. "No me gusta la izquierda. Yo soy peronista", dijo hace unos días, entrevistado por La Nación.

Este dirigente gastronómico oriundo de la provincia de Catamarca ha vuelto en las últimas semanas a las páginas de los diarios argentinos, por su cercanía política con el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, opositor al gobierno kirchnerista.

Los periodistas argentinos le agradecen a Barrionuevo ese regreso a la política -incluso más que Massa- y transcriben sus dichos con pretensiones de marcar un aire de época. Es que además de la pizza y el champagne, pocas cosas sintetizan mejor la etapa menemista de los 90 que algunas declaraciones que hizo por aquellos años el dirigente de la Confederación General del Trabajo (CGT). “Para que Argentina se desarrolle debemos dejar de robar dos años, por lo menos”. “Nadie se hizo rico trabajando”. "Soy recontra alcahuete de Menem”.

En todas las canchas

Barrionuevo tuvo además, durante muchos años, activa participación como dirigente deportivo en el club Chacarita Juniors, al que presidió durante 1993 y 2005. El popular equipo porteño que después se afincó en la zona de San Martín, localidad del Gran Buenos Aires, tradicionalmente tuvo una de las barras bravas más pesadas del fútbol argentino. Barrionuevo se valió de ello y mantuvo estrechos lazos con muchos hinchas del equipo funebrero, algunos de los cuales llegaron a integrar su seguridad personal, además de prestar servicios en otras instancias, a pedido de su jefe.

Después de haber tenido algunos éxitos deportivos, como el retorno de Chacarita a Primera División, Barrionuevo se fue del club en 2005, acusado de enriquecimiento ilícito por su involucramiento en la negociación de jugadores y también acusado por sus conocidos vínculos con la barra brava, todo esto en el marco de una gestión signada por graves irregularidades administrativas y económicas. Recién en febrero de este año, las actuales autoridades del club decidieron restituirle su calidad de socio, de la que había sido despojado tras su polémica salida.

Barrionuevo lo decía entre risas, con aire socarrón y argento, pero algunos de sus interlocutores lo escuchaban con gesto serio, propio de aquellos periodistas televisivos que llegaban a millones de hogares, antes de la expansión de la televisión para abonados. Eran los años de Mariano Grondona en Hora clave, del rumano Bernardo Neustadt en Tiempo nuevo y de Jorge Lanata en Día D.

Los duelos de esgrima verbal entre Lanata y Barrionuevo son antológicos. "Nos enteramos de que llegó Barrionuevo porque entraron nueve custodios", lo presentaba el periodista. "No, traje 20, porque vos sos un pesado", le respondía el dirigente menemista, en el mismo tono irónico.

El diálogo en aquella entrevista en el programa de Día D continuaba.

Lanata: -¿Nos tratamos de usted o nos tuteamos?

Barrionuevo: -Como quieras, vos sos bastante confianzudo.

Lanata: -Mirá quién habla. ¿Vos sos el mismo que me dijo "puto"?

Y así seguían con los dardos, siempre entre risas. Lanata mostraba declaraciones juradas en blanco de Barrionuevo, quien sistemáticamente negaba cualquier vínculo con empresas, propiedades o inversiones.

Lanata: -No tenés un mango, entonces.

Barrionuevo: -¿Y qué querés que ponga, lo que no tengo?

Lanata: -La sensación que queda es la de que es una declaración trucha. No seas malo, Barrionuevo, declará algo, aunque sea un apartamento en Once, pero algo.

“¿Vamos a hacer una vaquita para Barrionuevo?”, terminaba proponiendo Lanata, buscando la complicidad de panelistas y televidentes. Y todo entre muchas risas.

Estos momentos televisivos de los 90 han sido rescatados de los archivos en los últimos meses, en el marco del lanzamiento de la campaña presidencial del diputado y ex intendente de Tigre, Sergio Massa, que cuenta con el respaldo de Barrionuevo y de otros dirigentes sindicales del peronismo federal o disidente.

"Si Barrionuevo quiere que yo gane, que deje de hablar por dos años", suplicó Massa hace algunas semanas, dejando claro que esta cercanía política con el secretario general de la CGT Azul y Blanco podría ser fácilmente capitalizada por el kirchnerismo.

Cachivaches y BlackBerry

La figura de Barrionuevo no sólo está asociada a esa "mala palabra" conocida como "menemismo"; también sus críticas a Néstor Kirchner y a Cristina Fernández de los últimos años han sido destempladas en exceso, por decir algo. En marzo, en una nota con el programa Tierra de locos, de Rock & Pop, definió al ex presidente argentino como "un tipo que se robó cerca de seis o siete mil millones de dólares y se cagó muriendo a los 60 años; ése fue un ávaro [sic]”.

"Yo les dije hace muchos años que ya iban a conocer quiénes eran los Kirchner. Dije que iban a querer manejar a la Argentina como a Santa Cruz. Pasó una década y no me dieron bola. Éste es el gobierno de la historia, porque los milicos chorearon, robaron y masacraron, pero este gobierno fue el que más robó en nombre de los derechos humanos", continuó el aliado político de Massa.

Estas polémicas declaraciones contra los Kirchner despertaron críticas desde todo el espectro político. El senador oficialista Aníbal Fernández, por ejemplo, fue bastante elocuente en sus declaraciones a C5N: "Barrionuevo es un cachivache, es una porquería de tipo. Inventó esto para que hablemos de él. Hay cosas más importantes que este tipo, por ejemplo hacer pis".

Otra obsesión del sindicalista gastronómico son los "imberbes" de La Cámpora. Más de una vez, Barrionuevo ha trazado una línea histórica entre estos militantes kirchneristas y los Montoneros, y recuerda, con orgullo, que estuvo cuando Juan Domingo Perón los echó de Plaza de Mayo, en 1974.

De acuerdo con su relato, ese día estaba acompañado por su esposa, la diputada y ex ministra de Trabajo durante el gobierno de Duhalde Graciela Camaño, a quien muchos recuerdan por la trompada que le pegó en 2010 al diputado oficialista Carlos Kunkel, en medio de una discusión parlamentaria.

Pero volvamos a Barrionuevo y su obsesión por La Cámpora, a cuyos integrantes cuestiona por ser "apasionados del BlackBerry" y por el dinero "que se están robando". "Máximo Kirchner no tiene tiempo de contar la guita", dijo hace poco, en otra aparición televisiva.

Un obrero

Aunque cueste entenderlo a cabalidad de este lado del Río de la Plata, no hay que olvidar que Barrionuevo es antes que nada un sindicalista. En este campo, el dirigente justicialista también dejó frases memorables. En octubre de 1989 la CGT intentaba definir su conducción y se generaron graves incidentes entre los gastronómicos y militantes de la UOM (metalúrgicos) y la UOCRA (construcción), partidarios del liderazgo de Saúl Ubaldini. Ante la prensa, Barrionuevo admitió los disturbios de la siguiente manera: “No estamos eligiendo la cúpula de la Iglesia, así que hubo algunos sopapos”.

Más allá del anecdotario, resulta interesante cómo Barrionuevo analiza la relación entre el sindicalismo peronista y el poder político argentino o, en definitiva, cómo se ve a sí mismo. En la entrevista que publicó La Nación el 19 de abril, Barrionuevo afirma que el Pacto de Olivos que firmaron en 1993 el ex presidente Raúl Alfonsín y el entonces mandatario Carlos Menem -y que un año después habilitaría una reforma constitucional- fue, en realidad, pergeñado entre él y Enrique Coti Nosiglia, uno de los hombres más influyentes de la Unión Cívica Radical (UCR) desde la salida democrática hasta la actualidad. “¿Eso significaría que ustedes están... por arriba de los presidentes?”, le pregunta el periodista de La Nación a Barrionuevo. Su respuesta es contundente: “Pero no tengas dudas. Flaco, yo salgo a este balcón que da a Avenida de Mayo, veo pasar a los presidentes al Congreso, después volver, y después no vuelven más. Y yo sigo acá. ¿Qué querés que te diga? Éstos van y vienen. Nosotros seguimos”.