El presidente interino de Ucrania, Alexandr Turchinov, anunció ayer en un mensaje al país que su gobierno prepara medidas antiterroristas contra los manifestantes pro rusos -opuesto a su gobierno- que tomaron las armas en el este de Ucrania y que ocuparon varias sedes administrativas estatales.

El mandatario acusó a Moscú de orquestar las manifestaciones pro rusas y también de los asaltos a edificios gubernamentales, y aseguró que la protección de la frontera con Rusia fue reforzada. “Lo que hemos presenciado ayer es la segunda ola de la operación especial de la Federación de Rusia contra Ucrania”, dijo Turchinov, en referencia a nuevas manifestaciones en el este.

“Respeto las distintas posturas políticas, incluidas las de nuestros oponentes. Pero el separatismo y el empleo de las armas contra el propio Estado, algo que amenaza directamente la seguridad y la vida de nuestros ciudadanos, no es política, es un crimen grave. Y contra los criminales actuaremos con determinación”, agregó.

El Parlamento de Ucrania debate hoy un posible endurecimiento de la ley en contra de los separatistas y responsables de “otros crímenes contra el Estado”. El proyecto incluye la prohibición de organizaciones separatistas o que “trabajan en contra de su propio Estado”, informó el presidente interino.

Ayer también se anunció un proyecto de ley para establecer el Estado de excepción y limitar las libertades en las regiones que son más culturalmente afines a Rusia, por su cercanía geográfica y porque su población es de origen o de habla rusos. Pero no se conocían los detalles del texto.

La felicidad de unos

Desde la caída del presidente Viktor Yanukovich, el 22 de febrero, casi todos los fines de semana hay manifestaciones pro rusas en las calles de Donetsk, Jarkov y Lugansk, en reclamo de la federalización de Ucrania y de que se celebren referéndums sobre el estatus de esas regiones. El domingo, en Donetsk y Jarkov, los manifestantes ocuparon las sedes de las autoridades regionales, y en Lugansk, la del departamento local de Seguridad. En Jarkov, la segunda ciudad del país, los manifestantes exigen un modelo de Estado federal para Ucrania y que el ruso sea idioma oficial, dado que es el más hablado en todo el este ucraniano. Ayer desocuparon una sede del 
gobierno.

La Policía bloqueó todos los accesos a Lugansk, alegando que los manifestantes “tomaron la armería y se hicieron con sus armas”, según un comunicado del Ministerio de Interior, que además denunció que la toma del edificio fue organizada por ex militares.

En Donetsk parecía repetirse ayer lo ocurrido en Crimea hace pocas semanas. Los manifestantes pro rusos que seguían ocupando el edificio del gobierno proclamaron la independencia de esa zona rusoparlante y convocaron un referéndum de adhesión a Rusia para el 11 de mayo a más tardar.

“Sólo en Rusia vemos al defensor de nuestra cultura. Únicamente un contingente de paz del Ejército ruso puede mandar una clara señal a la Junta de Kiev, que ha tomado el poder con armas y sangre”, dijo uno de los líderes del autoproclamado Consejo Popular de Donetsk, que no reconoce a las nuevas autoridades de Ucrania, que asumen una postura claramente pro europea.

“La República Popular de Donetsk se crea dentro de los límites administrativos de la región. La decisión sobre esto entrará en vigor después de la celebración del referéndum”, dice el documento que leyó. Además, pidió ayuda a Moscú “para resistir ante la Junta de Kiev”.

Rusia pidió a Ucrania que deje de responsabilizarla por su crisis interna. “Ya es hora de dejar de apuntar a Rusia como responsable de todas las desgracias que atraviesa hoy Ucrania. El pueblo ucraniano quiere escuchar de Kiev respuestas claras a todas las preguntas”, dice un comunicado de la cancillería. La nota advierte además que “si aquellas fuerzas políticas que se denominan autoridades ucranianas siguen con la actitud irresponsable hacia el destino de su país y el destino de su pueblo, Ucrania tropezará de forma inminente con nuevas dificultades”.

Por otro lado, Moscú reiteró su reclamo de una reforma constitucional y de que Ucrania se convierta en una federación, algo que Kiev no tiene ninguna intención de hacer. El primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, dijo que la idea de Moscú de “federalizar Ucrania” es un “intento de destruir la integridad del Estado, un escenario ideado por Rusia para desmembrar y destruir a Ucrania”.

Desde afuera

El gobierno de Estados Unidos volvió a pedir al presidente ruso, Vladimir Putin, que “cese todos sus esfuerzos por desestabilizar Ucrania” y advirtió sobre nuevas “consecuencias” si no lo hace. “Si Rusia se mueve hacia el este de Ucrania, ya sea abiertamente o de forma encubierta, esto sería una escalada muy grave”, dijo el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, que comunicó la “preocupación” de Washington por las manifestaciones pro rusas del fin de semana. “Hay pruebas que sugieren que algunos de estos manifestantes fueron pagados y no eran residentes locales”, dijo.

Desde Bruselas, la Comisión Europea (CE) también expresó su inquietud, pero en términos más moderados. “Estamos siguiendo la situación de cerca y con preocupación. Recuerdo que cualquier demanda política en Ucrania tiene que ser perseguida con medios no violentos, en línea con los estándares democráticos y el Estado de derecho”, dijo la vocera de la CE, Maja Kocijancic. La funcionaria instó a los ucranianos a que canalicen sus reclamos por medio de las urnas, en las elecciones del 25 de mayo. Además destacó que la Unión Europea “apoya firmemente la soberanía e integridad territorial de Ucrania”, y volvió a pedir “rebajar la tensión de la crisis y que se evite más desestabilización” en el país.

A fines de marzo, y por motivos inversos, los tártaros de Crimea decidieron crear una autonomía territorial después de que esa península se adhiriera a la Federación Rusa. La Asamblea Popular tártara aprobó una resolución sobre “la ejecución del derecho a la autodeterminación del pueblo tártaro en su territorio histórico: Crimea” y pidió a la Organización de las Naciones Unidas, a la Unión Europea y a otros organismos que apoyaran su decisión.

Los tártaros rechazaron todas las ofertas de las nuevas autoridades de Crimea, que les ofrecieron participación política. Hace una semana Putin anunció su intención de resarcir con distintas medidas a ese pueblo, deportado por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial y al que Rusia había acusado de haber apoyado a los nazis. Por ese motivo los tártaros pasaron 50 años lejos de Crimea, antes de poder regresar.