A causa de una afección cardíaca, falleció ayer en Buenos Aires a los 82 años Julio Humberto Grondona, máxima figura dirigencial del fútbol argentino durante los últimos 35 años.

Grondona, que además era uno de los vicepresidentes de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), ingresó ayer de mañana en un sanatorio de Buenos Aires, aquejado por una afección cardíaca que le produjo un aneurisma en la aorta, que provocó su deceso sobre el mediodía. Así, finalizó una era del fútbol argentino, al que Grondona había dominado desde su asunción como presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en 1979. Su llegada había sido impulsada por el vicealmirante Carlos Alberto Lacoste, hombre fuerte del fútbol durante la última dictadura argentina (1976-1983), quien había liderado la organización del Mundial de 1978. Grondona había iniciado su camino en el mundo de la dirigencia deportiva en la presidencia de Arsenal, club de su localidad natal, Sarandí, cercana a Avellaneda, en el sur del Gran Buenos Aires, al que fundó junto a sus hermanos y algunos amigos en 1957. A la vez que regenteaba el negocio familiar, una ferretería, se desempeñó durante muchos años en diferentes comisiones en Independiente, el club de sus amores, y en 1976 llegó a la presidencia del rojo, paso previo a su arribo a la AFA.

Dueño de una tremenda habilidad y de un particular carisma, Grondona, Don Julio, fue ganando la confianza de los dirigentes de los clubes, principalmente de los chicos, y así se consolidó en la AFA, donde gestó un estilo de conducción que permaneció inmune a los grandes cambios políticos que se dieron en Argentina a lo largo de las últimas décadas. De origen radical, tras la dictadura Grondona afianzó su poder durante el gobierno del también radical Raúl Ricardo Alfonsín (otro hincha de Independiente), pero pasó sin sobresaltos el período menemista y los gobiernos que siguieron hasta el actual de Cristina Fernández. En 2010, después de un millonario acuerdo al que llegó con la presidenta, Grondona se reafirmó en el poder mediante el programa Fútbol para todos, que posibilitó la llegada a la televisión abierta del fútbol argentino, a cambio de una cifra millonaria que sirvió para repartir dádivas y silenciar disidencias entre los clubes que pretendían un cambio en la conducción de la AFA.

La proyección dirigencial de Grondona no se acotó al ámbito local, sino que desde 1988 integraba el Consejo Ejecutivo de la FIFA, siendo uno de los vicepresidentes del organismo rector del fútbol mundial.

El argentino solía jactarse de que había llegado al cargo sin saber hablar inglés, signo inequívoco de su gran habilidad, aunque omitía decir que tanto el brasileño João Havelange como el suizo Joseph Blatter, quienes lo tuvieron como mano derecha al mando de la FIFA, dominan el español. “Jamás mezclé el fútbol con la política”, dijo más de una vez Grondona, alineado al discurso oficial de independencia que promueve la FIFA, aunque la realidad de los hechos marca que el “humilde ferretero de Sarandí “, como él mismo se definió alguna vez, era un ser eminentemente político. Siempre en el ojo de la tormenta por las disputas intestinas del fútbol argentino y acusado en numerosas ocasiones de corrupción, tanto por su actuación en la AFA como en la FIFA, Grondona usaba un anillo que tenía inscripta la leyenda “Todo pasa”, al que solía mirar de reojo cuando las cosas se le complicaban. Sólo dejó de usarlo en 2012, tras la muerte de su esposa, Nélida, la madre de los tres hijos de Grondona, Liliana, Julio y Humberto. “Esto no pasa más”, dijo Grondona en aquel momento, tras ese golpe que lo afectó tremendamente y que marcó el declive definitivo de su vida.

En los últimos años y con sus energías menguadas, Grondona igualmente estuvo en el centro de la polémica, aun en el reciente Mundial de Brasil, primero envuelto en un duelo dialéctico con Diego Armando Maradona, con el que tuvo una relación ambivalente a lo largo de los años, y luego involucrado en una trama de reventa de entradas, en la que también aparecía su hijo Humbertito. Ahora las polémicas darán paso por algunas horas a un prudente silencio, mientras comienza a tejerse la sucesión en la presidencia de la AFA. El comienzo del torneo argentino, previsto para mañana, fue aplazado por una semana por los siete días de duelo que decretó la AFA, que se despedirá de su sempiterno mandatario mañana en el cementerio de Avellaneda.