Por primera vez desde la creación del Partido de los Trabajadores (PT) no aparece el concepto “reforma agraria” en todo el programa de gobierno que presenta a las elecciones de octubre. El programa de Rousseff promete continuar con “el apoyo al agronegocio y a la agricultura familiar” brindado durante los gobiernos del PT, para luego destacar los récords que ha alcanzado la producción de granos en los últimos años. Su gobierno ha recibido muchas críticas por ser el que menos tierras ha entregado a pequeños agricultores, pero esto no logró que el programa incluya cambios en la distribución de la tierra.

Los diputados petistas y ex ministros de Desarrollo Agropecuario, Afonso Florence y Pepe Vargas, aseguraron que la ausencia se debe a que todavía se está trabajando en el tema y que en el próximo gobierno se deberá “intensificar” las políticas en este sentido. Sin embargo, la omisión también puede ser atribuida a la cercanía que el gobierno ha tenido con el agronegocio y los grandes productores, cuyo crecimiento ha beneficiado económicamente al país en demérito de la inclusión social en las zonas rurales. Es en este marco que el Ejecutivo de Rousseff impulsó programas para pequeños productores con créditos y beneficios fiscales. La bancada ruralista ha sido una aliada del PT en los últimos años, y no ha dejado de crecer: pasó de 89 parlamentarios cuando comenzó el primer gobierno del PT, en 2003, a 160 cuando Rousseff llegó a la presidencia, en 2011.

La principal novedad del programa de Rousseff es la reforma urbana, que “enfrentará el desafío de incluir en la ecuación el déficit habitacional, la cuestión de la movilidad urbana, del saneamiento y de la seguridad pública”. La cantidad de párrafos y páginas que solía llevarse la reforma agropecuaria está ocupada ahora por la reforma política, la urbana y las promesas de mejores servicios públicos. Esto parece responder a las protestas del año pasado y de 2014, en las que estos temas eran centrales.

No faltan tampoco tres párrafos destinados a la reforma política, “urgente y necesaria” para “resolver las distorsiones del sistema representativo” de Brasil. Pero no figuran pasos concretos para avanzar en este sentido, ni tampoco hacia una reforma federativa “que defina mejor las atribuciones” de cada nivel de gobierno -nacional, estadual y municipal-, o de los servicios públicos, “que sirva para dar más agilidad a la gestión”.

Un fenómeno similar se repite en los programas de los otros dos candidatos con posibilidades de ganar las elecciones: Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña, y Eduardo Campos, del Partido Socialista Brasileño. Según el último sondeo, de Ibope, Rousseff 
es favorita para la primera vuelta, con 38% de intención de voto, y en una segunda vuelta vencería tanto a Neves como a Campos.

En su programa, Neves habla de brindar “apoyo a la reforma agraria” y Campos promete “retomar y mejorar la reforma agraria”, pero en ambos casos son referencias genéricas, que están acompañadas por otras a la agricultura familiar. Tampoco mencionan la entrega de tierras ni critican al gobierno por haber enlentecido este proceso. Ellos también dan una posición destacada a la reforma urbana, aunque con generalidades, como en el caso de Rousseff. Ambos critican, por ejemplo, una supuesta falta de planificación en el aumento de la población urbana, que representa casi 85% del total de los brasileños.