Rusia tuvo una fuerte reacción ante las nuevas sanciones impuestas por Estados Unidos por su papel en el conflicto ucraniano. El primer ministro, Dimitri Medvedev, aseguró que las sanciones adoptadas en los últimos meses por parte de Estados Unidos y la Unión Europea “no pueden no tener un reflejo” en el presupuesto ruso. Especificó que ahora se deberá prestar “más atención a los gastos destinados a la defensa y la seguridad nacional”, y advirtió que esto crea un clima de confrontación económica, política y militar similar al que había en la Guerra Fría.

La cancillería de Rusia emitió un comunicado en el que criticó las sanciones económicas adoptadas el miércoles por Estados Unidos, que están dirigidas contra algunas de las empresas públicas rusas más importantes, incluidos bancos y estatales energéticas. “Se trata de un intento primitivo de vengar el hecho de que los acontecimientos en Ucrania no se desarrollan según el guion de Washington”, y una reacción por “el fracaso de la estrategia de Estados Unidos y de sus clientes en Kiev para apaciguar por la fuerza el amplio descontento popular” de los ciudadanos del este ucraniano.

Las sanciones se conocieron mientras el presidente ruso, Vladimir Putin, volvía de Brasil, de participar en la VI Cumbre de los BRICS, el grupo que reúne a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. En ese ámbito, Putin destacó que “recientemente, Rusia ha estado expuesta a ataques con sanciones de Estados Unidos y sus aliados”.

La visita de Putin a varios países de América Latina y la reunión de los BRICS pueden ser interpretadas como una demostración de Rusia de que tiene a dónde recurrir si Estados Unidos y la Unión Europea aumentan las medidas en su contra. Un analista consultado por la agencia estatal rusa RIA Novosti, Alexei Mujin, dijo que las sanciones se tratan de una “respuesta histérica de Estados Unidos a las negociaciones exitosas que Rusia mantuvo en América Latina y la restauración de sus antiguas relaciones con Cuba”.

El caso del avión

La reacción rusa se produce además mientras desde Ucrania se acusa a este país de haber derribado a un avión de pasajeros de la compañía Malaysia Airlines que viajaba con 295 personas a bordo y cayó cerca de la región ucraniana de Donetsk, bastión de los milicianos pro rusos que enfrentan al gobierno. Un comunicado del presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, manifestó que el avión, que recorría la ruta Ámsterdam-Kuala Lumpur, fue derribado con “un arma de misiles poderosa que probablemente fue disparada desde el territorio de la Federación Rusa”, citó CNN.

Por su parte, representantes de la autoproclamada República Popular de Lugansk, la otra de las dos regiones separatistas, aseguraron que el avión fue derribado por un cazabombardero de la Fuerza Aérea ucraniana. Una fuente de la Aviación de Rusia, citada por la agencia de noticias rusa Interfax sin dar su nombre, llegó a afirmar que el objetivo del misil era el avión presidencial ruso que, aseguró, había pasado por el mismo lugar.

Más tarde, CNN y The New York Times informaron que según los servicios secretos de Estados Unidos, el avión fue derribado. El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, dijo poco después en un acto público: “No fue un accidente, estalló en el cielo”.