Una autopsia contratada por la familia de Michael Brown, el adolescente negro estadounidense asesinado por balazos efectuados por un policía la semana pasada, reveló que antes de morir recibió seis disparos de bala, dos de ellos en la cabeza. En el informe de la autopsia se revela que el disparo que causó la muerte de Brown, de 18 años, impactó en la cabeza y entró por la parte posterior. Esto podría sugerir que Brown se estaba entregando, ya que en Estados Unidos algunos policías hacen que los detenidos retrocedan de espalda para esposarlos.

Ésta es la primera autopsia cuyos resultados se conocen, aunque antes hizo una la Policía de Ferguson (la localidad en la que fue asesinado), que no reveló sus conclusiones. Hay una tercera autopsia pendiente, ordenada por el Departamento de Justicia por la “naturaleza relevante de este caso”.

Las protestas violentas volvieron con toda su fuerza el fin de semana, después de que el jueves las manifestaciones fueran pacíficas. La calma parecía obedecer a que el control de las protestas pasó de las manos de la Policía de Ferguson -contra la cual hay varias denuncias de abusos- a una fuerza policial superior, conocida como Patrulla de Carreteras y liderada por un negro, Ronald Johnson. Pero el clima se distorsionó el viernes, cuando trascendió que la Policía sospechaba que Brown podría haber robado un negocio antes de ser tiroteado por uno de sus agentes, y volvieron a actuar los policías antidisturbios, considerados por los manifestantes como los responsables de la violencia.

Jay Nixon, el gobernador de Missouri, convocó a la Guardia Nacional, pero aseguró que ésta se limitaría a proteger el comando policial de Ferguson, que según las autoridades fue atacado el domingo. El toque de queda estaba previsto sólo para sábado y domingo, pero Nixon lo extendió por una noche más, con el argumento de que la situación de caos es aprovechada por algunos para cometer saqueos y enfrentamientos armados.

Ayer también habló Barack Obama sobre este tema. “No hay excusas para el uso excesivo de la fuerza por la Policía”, dijo el primer presidente negro de Estados Unidos. Agregó que “la mayoría de las protestas son pacíficas, pero hay una minoría que no lo son”.

Obama también dijo que estaba dispuesto a revisar la militarización de las policías estaduales para asegurar que “no queden diluidas las diferencias” entre las fuerzas armadas y las policiales, uno de los reclamos de los habitantes de Ferguson.