"Medición de la pobreza infantil en Uruguay" se titula el trabajo elaborado por el Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza de la Universidad de la República (Udelar), que fue presentado ayer por su autor, Óscar Roba Stuart, y cuatro comentaristas: Laura Nalbarte, directora técnica del Instituto Nacional de Estadística (INE), Federico González, integrante de la Dirección Nacional de Evaluación y Monitoreo del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), Marisa Bucheli, docente del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales, y Gustavo de Armas, docente de Ciencias Sociales y consultor de UNICEF.

El estudio había sido difundido por El País el miércoles, bajo el titular “Método que aplica Udelar duplica la pobreza infantil”. Tanto Roba como la psiquiatra Alicia Canetti, también integrante del equipo, destinaron un buen espacio de sus intervenciones para rechazar “lecturas parciales, superficiales y técnicamente incompetentes” y se opusieron a que los datos sean usados con intereses políticos que se desvíen de la principal finalidad: “Mejorar la situación global de nuestros niños”. Expresaron también que la publicación es parte de un ciclo que se complementará con otras tres ediciones.

En cuanto a la continuidad, mencionaron que el trabajo retoma líneas propuestas por el arquitecto Juan Pablo Terra, que a comienzos de la década de 1980 incluyó por primera vez en Uruguay “la dimensión psicosocial” al hacer trabajos de campo sobre pobreza y niñez.

Enfoque integral

El trabajo reúne información sobre formas de medir la pobreza en general y la pobreza infantil en particular, que están siendo discutidas no sólo en Uruguay. Y a la vez “es una exploración de algunos nuevos datos sobre pobreza infantil por medio de métodos que no tienen mucha difusión pública”, dijo Roba a la prensa.

El texto sostiene que, de acuerdo a la medición del INE, la pobreza ha bajado, pero aclara que eso se concluye tomando en cuenta únicamente la dimensión monetaria. Se cita la metodología aplicada por el Consejo Nacional de Evaluación de Política de Desarrollo Social (Coneval), de México, que determina el nivel de pobreza en base a varios indicadores: ingreso económico, rezago educativo, acceso a los servicios de salud y de seguridad social, calidad de la vivienda, acceso a la alimentación y grado de cohesión social.

La medición que propuso Roba agrega a la variable económica los datos de las necesidades básicas insatisfechas (NBI), que tomó del Censo 2011. De ese modo, las cifras de pobreza trepan al doble. De acuerdo a los datos del INE de 2011, 27,3% de los niños de 0 a 5 años estaba en situación de pobreza; Roba señala que contemplando las NBI, la pobreza afecta a 49,2% de la población infantil. Para eso contabilizó que tuvieran al menos una NBI. Tanto con la medición unidimensional como con la multidimensional, la pobreza bajó de 2006 a 2011 (de 55,2% a 27,3% según el INE, y de 76,9% a 49,2%, según Roba).

Cuestión de futuro

González mencionó que el Mides está desarrollando una visión multidimensional de la pobreza, y que las variables de carencias críticas han sido aplicadas para desarrollar dos de las políticas sociales más importantes: el Plan de Equidad y la tarjeta Uruguay Social. El referente del Mides domina la metodología de Coneval y resumió los desafíos que plantea: “Cuáles son las dimensiones a considerar, cuál es el criterio de agregación [si basta no tener una NBI para ser considerado pobre o no] y cuáles son los umbrales que hacen que una persona sea pobre en todas las dimensiones”.

Bucheli defendió la medición monetaria de la pobreza. Expresó que es importante para simplificar, divulgar el dato y que a la vez pueda ser monitoreado por la población, pero también destacó que el ingreso económico es el principal recurso para la mayoría de la población y que la variable permite anticiparse a otras dimensiones más estructurales de la pobreza.

Roba cuestionó que sólo se usen datos de 2004 hacia el presente, porque en ese momento el país acababa de atravesar una de las crisis económicas más profundas. En su trabajo trazó una línea comparativa que arranca en 1986. Bucheli criticó la comparación. La docente entiende que “en períodos largos, la pobreza es conceptualmente relativa” y que los estándares de vida de hoy difieren con los de hace dos décadas. Dijo, por ejemplo, que hoy es razonable tener 14 años de educación obligatoria, algo que en 1986 abarcaba sólo seis años.

Nalbarte expresó que hoy “se tiene que seguir teniendo una medición monetaria de la pobreza”, pero que “se puede complementar con mediciones multidimensionales”. Aportó que oficinas estadísticas nacionales de México y Colombia están trabajando en ese sentido, pero que está en discusión cuáles son las dimensiones a seleccionar, los umbrales y cómo se agregan. A modo de ejemplo, precisó que no es lo mismo no estar inserto en el sistema educativo que no tener calefacción.

De Armas, al igual que el resto de los expositores, valoró la contribución del trabajo y los desafíos que propone y coincidió en la coexistencia de mediciones unidimensionales y multidimensionales. Dijo que de acuerdo a la línea de pobreza monetaria del INE, en Uruguay hay actualmente 400.000 personas bajo la línea de pobreza, de las cuales la mitad, 49%, tiene de 0 a 17 años. De esos 200.0000, 103.000 viven en Montevideo, 94.000 de los cuales residen en los cuatro municipios de la periferia de la ciudad. “Un país como Uruguay perfectamente podría, a mediano plazo, reducir la pobreza total”, afirmó.