Con la convocatoria del referéndum se alcanzó un récord de escoceses mayores de 16 años registrados para votar: 97%. Al cierre de las urnas, se informaba ayer que hubo una participación masiva en la votación que cambiaría a la futura Escocia, ya sea independizándose o porque Londres le brinde mayor autonomía.

Los resultados, que se conocieron de madrugada, confirmaron la victoria del “No” -con 55% a 45% por el “Sí”-. El desenlace de la consulta era esperado con ansiedad no sólo por Escocia y Reino Unido, sino también por varios países europeos que tienen sus propios movimientos soberanistas o independentistas. Ya lo dijo ayer el presidente francés, François Hollande: el referéndum de Escocia puede decidir no sólo el “futuro” de Reino Unido, sino también el de todo el continente.

Son varios los movimientos europeos que buscan caminos similares al de Escocia. El más visible en los últimos meses ha sido el catalán, que el 11 de setiembre festejó una masiva Diada. La situación en Cataluña es diametralmente distinta de la escocesa: británicos y escoceses lograron un acuerdo, en 2012, para realizar un referéndum vinculante, y ya tienen un cronograma para la implementación de su resultado. En cambio, Madrid se ha negado a permitir que los catalanes realicen la consulta popular prevista para el 9 de noviembre.

La amenaza para el gobierno español es doble, porque la intención independentista se puede ver también en el País Vasco. “Hay que avanzar por el camino de Escocia”, dijo ayer el presidente de esta provincia, Iñigo Urkullu, del Partido Nacionalista Vasco.

Desde Cataluña, Alfredo Bosch, el portavoz en el Congreso de Esquerra Republicana -partido que hizo campaña por el sí en el referéndum de ayer-, aseguró que Escocia “demuestra hoy que votar es normal en un país normal”. Advirtió al presidente español, Mariano Rajoy: “Las gaitas de la historia llaman a la puerta de [la residencia presidencial, el Palacio de] La Moncloa”. La metafórica expresión de Bosch vino luego de que Rajoy pronunciara otra todavía más compleja: “[La independencia de Escocia] sería un torpedo en la línea de flotación del espíritu europeo”.

No sólo los independentistas españoles seguían con atención el proceso: el gobierno del Partido Popular (PP) estaba aterrado, y algo parecido le pasaba al opositor Partido Socialista Obrero Español, cuyo número dos, César Luena, reconoció: “Vamos casi a rezar para que gane el no”. El portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, aseguró que el primer ministro británico, David Cameron, fue “francamente imprudente” al permitir la realización del referéndum. “Es irresponsable y creo que injusto desde un punto de vista democrático, porque algunos están obligados a ser espectadores”, agregó, refiriéndose al resto de los británicos.

Sin embargo, el propio Cameron defendió ayer su decisión: “Soy un demócrata y gobierno en un país democrático. Pienso realmente que el apoyo a la independencia sería aun mayor si hubiera negado la posibilidad del referéndum. Habría sido como esconder la cabeza en la arena”. Sonó casi como un consejo al gobierno de Rajoy, al que Cataluña sigue presionando. Para esta tarde está prevista la aprobación de la ley de consultas que permitirá al presidente catalán, Artur Mas, convocar la consulta del 9 de noviembre, y se rumoreaba que hoy mismo podría firmar el decreto para convocarla. Será Rajoy el que defina si deja pasar la ley, en pos de que se realice el referéndum, o si recurre al Tribunal Constitucional, que probablemente prohibirá la consulta.

Otros protagonistas

También llegó a Reino Unido un grupo de militantes de Córcega, la isla francesa que reclama la independencia que tuvo entre 1729 y 1768, y que recurrió a métodos violentos para obtenerla mediante su Frente de Liberación Nacional Corso. Al menos hasta junio, cuando este frente anunció que dejaba las armas.

Al sur de Córcega está la isla italiana de Cerdeña, que también tiene un movimiento independentista, representado por Michela Murgia en las últimas elecciones para el Parlamento regional. Accedió a su banca con 10% de los votos, un porcentaje igual al de los ciudadanos independentistas de Cerdeña.

No hay amenazas fuertes a la integridad territorial de Italia, pero este país tiene al menos una docena de movimientos independentistas regionales. La Liga Norte es uno de ellos, y reclama la independencia de “Padania”, el norte italiano, “el único tercio que trabaja”, según su líder, Umberto Bossi; una especie de nación sin fronteras cuyo denominador común es el desprecio a Roma y las ganas de pagar menos impuestos. La Liga Norte incluye a los movimientos independentistas de Lombardía, y otros grupos como el que exige que se proclame la “Serenísima República de Venecia”.