Su califato varía de 40.000 a 90.000 kilómetros cuadrados según las distintas estimaciones, o sea, entre una superficie equivalente a la de Bélgica y una como la de Jordania. Unos ocho millones de personas viven bajo su control, que incluye la aplicación de la ley islámica o sharia: mujeres con velo, castigos que incluyen ejecuciones y crucifixiones, y la prohibición de hábitos como fumar o tomar alcohol.

Se estima que integran el grupo entre 30.000 y 50.000 personas, en su mayoría hombres, pero su composición es muy heterogénea en cuanto a nacionalidades. Hay muchos sirios e iraquíes, y también personas provenientes de otros países árabes y de Europa. Además, EI ha logrado reunir a decenas de grupos yihadistas, algunos de los cuales se han escindido de Al Qaeda en la Península Arábiga o en el Magreb Islámico, y otros de reciente formación, como Ansar al Sharia, de Túnez y Libia, o Abu Sayaf, de Filipinas.

A medida que avanza mejora su capacidad de fuego. Con cada victoria militar, EI se hizo de más armamento, y varias de las ciudades que tomó le permitieron acceder a arsenales de los ejércitos de Irak o Siria. Actualmente cuentan con artillería pesada, ametralladoras, lanzadores de cohetes, baterías antiaéreas, tanques de guerra y otros vehículos blindados. En Mosul lo esperaba un depósito con centenares de armas del gobierno iraquí, provistas por Estados Unidos.

Además de reunir armas, recluta militantes. Lo hace al liberar a las personas de las cárceles a condición de que se unan al grupo, y cuando convence a los jóvenes locales para que se unan a su lucha.

De cerca

La ciudad de Mosul, en el norte de Irak, fue tomada en junio y es considerada la capital del califato del Estado Islámico en ese país, en particular porque allí se presentó su califa, Abu Bakr al Bagdadi, para que le juraran lealtad. Esto ocurrió después de que varios sunitas cuestionaran que se jurara lealtad a alguien a quien nunca se había visto.

Una de las primeras acciones de EI después de expulsar al gobierno iraquí de Mosul fue la destrucción de los templos religiosos que no correspondieran con su lectura del Islam, así como ciertos lugares de culto, como la Tumba de Jonás, construida en el siglo XIV. La destrucción de la tumba de esa figura de la Biblia y el Corán, y de la mezquita que estaba sobre ella, fue interpretada como una advertencia para los cristianos y también para los musulmanes. Los radicales islámicos rechazan que se adore a cualquiera que no sea Alá, y eso incluye a los profetas. Así lo especificó EI en el “documento de la ciudad” que impuso a los ciudadanos de Al Raqa, ciudad que es su bastión en Siria y que domina desde marzo de 2013. En el texto subraya que está en contra de “templos y santuarios politeístas”.

En Mosul los cristianos han sido los principales objetivos de EI. Unas cuatro semanas después de tomar la ciudad se les dio un ultimátum para adherirse a la dhimma, un antiguo contrato que ofrece protección a los no musulmanes que viven en sociedades islámicas a cambio de que se conviertan al Islam o paguen un impuesto especial.

En un reportaje realizado en julio por la revista Time, varios residentes de Mosul dijeron que si bien se generó una huida masiva de población local con la llegada de EI, mucha gente volvió poco después. Sus declaraciones a varios medios internacionales dan la impresión de que estaban casi aliviados por la llegada de este grupo por la seguridad que brinda a la zona. “¿Sabés cómo estaba Mosul antes de la llegada de EI? Teníamos ataques con bombas y asesinatos casi todos los días. Ahora tenemos seguridad”, dijo a Time Abu Sadr, uno de varios residentes de Mosul que se manifestaron en ese sentido.

“No tenemos agua o electricidad, pero tenemos seguridad”, destacó Omar, otro de los habitantes de la ciudad. Todos los servicios públicos están afectados, algunos porque Bagdad los cortó y otros porque la gente de EI no sabe cómo gestionarlos. Durante 22 horas diarias no hay electricidad -en pleno verano- y el suministro de agua y combustible es limitado. La población de Mosul viaja al Kurdistán iraquí, cercano a la ciudad, para comprar combustible y volver. Mosul sigue funcionando igual, según los residentes, excepto por algunos organismos que presentan demoras porque la mayoría de sus trabajadores huyeron.

Hassan, un ciudadano de Al Raqa que viajó a Mosul por asuntos de negocios, dijo a Time: “EI lleva sólo unas semanas en Mosul, esperen a que pasen seis meses... Al principio hacen que los ames, pero esperen”. Medios internacionales cuentan que en Mosul se siente la tensión, porque hay cierto convencimiento de que, algún día, la pisada va a cambiar y la vida con EI va a ser más difícil.

Bajo control

Una vez que llega a una ciudad, el grupo yihadista instala centros de difusión de sus doctrinas y un sistema judicial rudimentario que aplica la sharia. Más adelante se integran las Patrullas Islámicas, una Policía religiosa que recorre las calles para verificar que se cumpla con esa ley. En una tercera etapa, a la que se ha llegado en ciudades tomadas hace más tiempo, como Al Raqa, se instala una especie de reforma educativa: se obliga a los maestros a abandonar la enseñanza de materias como química y filosofía y a incorporar más materias vinculadas con el Islam, bajo amenaza de perder sus cargos, informó la revista The Economist.

Los residentes de Mosul que han brindado declaraciones a distintos medios internacionales, cuentan que al comienzo las fuerzas del EI eran principalmente extranjeras, pero después de dos meses se puede reconocer a los iraquíes que se unieron al grupo yihadista y hoy integran las Patrullas Islámicas. Además, varios grupos yihadistas juraron lealtad al califa Al Bagdadi, algunos de ellos armados, como Asar al Islam, pero también lo hicieron organizaciones tribales, que ven en EI la garantía de cierta seguridad y consideración que no tenían con el gobierno de Bagdad.

El reclutamiento individual es frecuente entre jóvenes de entre 15 y 30 años que juran su lealtad al califa y se ponen a disposición de EI, aunque también se ha visto a niños de menos de 12 años haciendo lo mismo. Uno de los nuevos reclutas de Mosul, Ahmed Habib, contó al portal de noticias y análisis Niqash, iraquí, que cuando preguntó qué implicaba unirse a EI le dijeron que debía hacer un juramento, obedecer a Al Bagdadi hasta la muerte y que, si en algún momento quería irse, sería considerado un apóstata y sería castigado con la muerte. A cambio de cumplir con su juramento recibiría un sueldo de 65 dólares mensuales y 25 dólares por hijo en caso de ser casado.

Tras las primeras semanas, el grueso de los milicianos de EI eran locales y la mayor parte de los extranjeros dejaron la ciudad. El grupo mantiene enfrentamientos en varios frentes, pero el más fuerte es en Irak, donde es combatido por las tropas kurdas, que cuentan con la colaboración de Estados Unidos. Se presume que los dirigentes del grupo yihadista dejaron Mosul y las otras ciudades tomadas para concentrarse en ese enfrentamiento, y que esto explicaría que no cometa crímenes violentos en su capital iraquí.

Además, la heterogeneidad de Irak garantiza que en cualquier ciudad haya algún grupo religioso o tribal, probablemente con su propia fuerza armada, que intente adueñarse del poder. Para darle menor cabida a esta posibilidad, EI parece manejar con cautela la situación en las distintas ciudades iraquíes que tiene bajo su control.

Con orden

La ciudad puede seguir funcionando, pero la vida cotidiana está alterada en aspectos tan rutinarios como la forma de vestirse, los hábitos (fumar, tomar alcohol, etcétera) y otras costumbres. Las Patrullas Islámicas recorren las calles de las ciudades tomadas por EI haciendo cumplir la sharia, y no se les escapa ningún detalle.

Ya quemaron centenares de cajas de cigarros y paquetes de tabaco, ingresaron en bares y prohibieron la venta de alcohol, y en tiendas de ropa advirtieron que ya no se puede vender prendas ajustadas, ni para hombres ni para mujeres. Los locales de lencería ya fueron cerrados, porque este tipo de ropa se puede vender sólo en el ámbito privado, y los carteles que mostraban mujeres fueron removidos. En los mercados las patrullas recorren tienda por tienda, verificando los productos que se venden, los precios y que el intercambio se haga de forma legítima (por ejemplo, que las garrafas estén llenas de gas).

Los patrullajes sirven para supervisar la actuación de la gente en la calle. Un equipo del portal de noticias Vice News acompañó a una de estas patrullas y, en un video, mostró cómo sus integrantes recorren la ciudad. En un momento ven a una pareja, detienen la camioneta, llaman al hombre, la mujer se aleja, y el líder de la patrulla, identificado como Abu Obida, le pide que le diga a su mujer que cambie el material de su velo, porque se trasluce mucho, y que alargue su burka, porque se veía lo que vestía debajo. “Es tu mujer, preservala para vos”, le dice al hombre, que asiente continuamente. Obida le cuenta al periodista que piden las cosas de buena manera, pero aclara que se obligará a quienes no obedezcan.

En otro de esos videos -se trata de una serie de cinco- se puede ver a niños montados en las camionetas utilizadas por EI para recorrer las ciudades o sobre los tanques de guerra que se ven en algunas esquinas. En los videos de Vice los integrantes de EI se refieren a los niños (de cuatro a 13 años, más o menos) como “la generación del califato”. Si tienen menos de 15 años y quieren unirse a EI son enviados al campamento de la sharia, donde aprenden la teoría del movimiento. Con más de 16 años van al campamento militar, y a esa edad también pueden, si lo desean, ir al frente de batalla.