Los caminos de la vida a veces tienen esos explicables o inexplicables patrones, que, como en este caso, marcaron a Deportivo Cali como un rival molesto, difícil de superar para Peñarol, algo que había sucedido en 1978, cuando se enfrentaron por primera vez en torneos de la Confederación Sudamericana de Fútbol. Fue la primera vez que un club colombiano ganó en el Centenario, venciendo 2-0 al Peñarol de Nando Morena.

Ese patrón de dificultad que se repite casi 36 años después es explicable por el buen juego, rico en técnica y velocidad, de las oncenas colombianas.

El partido tuvo un arranque trepidante, en tanto que Peñarol propuso un juego vertical y ofensivo con la velocidad de Núñez, que debió jugar en el lugar de Jonathan Rodríguez, y los caleños muy ordenados tácticamente, con una oncena apretadita y que se desplegaba con facilidad.

Es interesante ver un juego así, aun cuando finalmente sean yerros defensivos los que permitan las mejores jugadas de gol. Peñarol las tuvo en los pies de Zalayeta y Pacheco; la más reseñable fue un cabezazo a lo Chengue del Zala, que si no hubiesen pasado tantas cosas seguro quedaría en el recuerdo hasta fin de año, para el especial de Navidad de TyC.

El empate del primer tiempo confirmaba el alto grado de dificultad que puede tener esta conformación carbonera cuando es atacada, y anunciaba muchas cosas para el segundo tiempo.

En 2 minutos, a Carlitos Núñez le alcanzó para poner dos enormes alertas de gol: la primera acarició el caño izquierdo del arquero, y la segunda fue una rápida y suntuosa triangulación que terminó con pase-centro-atrás para el canario Núñez -que esta vez no necesitó que le sugirieran terapia ni psicólogo- para definir, de forma excelente, cruzado al caño derecho del joven Hurtado. Peñarol no marcó los tiempos del partido y a los 8 minutos los azucareros empataron con una pelota que salió de un despeje del área caleña, controlada por Herrera en el mediocampo. Éste abrió a la derecha para Mosquera, que empezó a moverse a la izquierda hasta que el experiente Sergio Herrera quedó solo ante Migliore y se la cruzó.

Un cronista tipo podría, tras el empate, tener una visión conceptual del partido y su proyección, pero este tipo cronista quedará para siempre embobecido con el maravilloso golazo de Marcelo Danubio Zalayeta, un crack poco reconocido, que recuperó la pelota en su área y puso fuerza, competencia y velocidad para atravesar el ecuador del primer tercio del campo, elegir el mejor destino de descarga en el segundo tercio, y definir con una maravillosa palomita para hacer el segundo de Peñarol. En 12 minutos, tres goles y un partidazo, pero habría más: a los 23, cuando el Cali seguía atacando con tranquilidad, los problemas fueron para el brasileño Diogo Silvestre, absolutamente desbordado. Le llegó otra vez de derecha a izquierda la pelota a Carlos Rivas, que en la puerta del área grande se la cruzó a Migliore para poner el 2-2, resultado definitivo que dejó a los aurinegros en una posición algo incómoda para la revancha que se jugará la semana que viene en el Pascual Guerrero caleño.