El secretario de Derechos Humanos de Presidencia de la República, Javier Miranda, junto a la representante en Uruguay de la Organización Internacional de Migraciones, Alba Goicoechea, y el embajador de la Buena Voluntad del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Osvaldo Laport, dieron ayer una conferencia de prensa sobre el reasentamiento de familias sirias en Uruguay.

Miranda encabezó la misión oficial que estuvo del 23 al 30 de agosto en Líbano, donde residen 1,2 millones de refugiados sirios. Se entrevistó a 160 personas (16 familias) que habían sido seleccionadas por ACNUR y cuyos legajos ya habían sido leídos desde aquí. La delegación uruguaya indagó sobre la situación actual de las familias, su composición, sus expectativas, su capacidad de inserción laboral en Uruguay, su estado de salud -por si deben proseguir aquí algún tratamiento específico- y su documentación. Se les dio información sobre Uruguay y el programa de reasentamiento, intentando no generar falsas expectativas y mencionar las dificultades que podrían encontrar.

Miranda dijo que una de las preguntas frecuentes refería a las posibilidades de inserción educativa de niños y adolescentes, y en ese sentido comentó que Uruguay tiene una posición “formidable” por la red educativa que está en todo el territorio. También les comentó que la educación es laica, gratuita y obligatoria.

La delegación oficial compartió con Laport una visita al Valle de la Beca, ubicado en una zona rural libanesa, a 20 kilómetros de la frontera de Siria. Laport transmitió que ACNUR reconoce la solidaridad del gobierno uruguayo al recibir a la población afectada por la guerra de Siria, que como vio en Líbano “llegan en un estado terrible, exhaustas, desesperadas y sin medios de vida”.

Echar raíces

La secretaría está terminando de cruzar la información de las entrevistas con la de los expedientes, y la decisión definitiva la tomará esta semana la Comisión de Refugiados, que tiene su sede en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Luego, el gobierno le transmitirá la decisión a ACNUR, que se comunicará con las personas que sean seleccionadas. A fines de setiembre llegarán las primeras 40 personas y en febrero otras 80. El traslado será coordinado por la Organización Internacional para las Migraciones de modo de “garantizar la llegada de manera segura y en el marco de la protección de los derechos”, aseguró Goicoechea.

Serán alojados en el hogar San José de los Hermanos Maristas de seis a ocho semanas, durante las cuales harán el primer proceso de adaptación a la realidad sociocultual uruguaya; una aproximación al idioma, las leyes, las costumbres, de modo de facilitar la posterior inserción laboral y educativa. Miranda expresó que “posteriormente van a ir a residir a sus domicilios ‘definitivos’ en distintas localidades, que aún no hemos determinado”. Puso entre comillas “definitivos” enfatizando que “no se trata de un proceso de migración”, sino que la idea es “que puedan volver a su tierra” una vez que termine la guerra, aunque, si lo desean, podrán continuar viviendo en Uruguay. Cuando se le preguntó por qué apenas llegarán 120 personas, considerando el número global de refugiados sirios, afirmó que “es el compromiso que Uruguay se siente capaz de llevar responsablemente adelante” y que “para cada una de las personas que se reasienten en Uruguay es el 100% de los casos, entonces tiene sentido. Es la gota en el océano que pone Uruguay, pero gota a gota se construyen los océanos”.

Comentó que las familias son muy numerosas; suelen tener entre diez y 12 hijos. Expresó que preveían que habría un perfil más marcado de productores rurales, pero se encontraron también con otros oficios, como la construcción, el trabajo con maquinaria y el transporte. Se prevé que el reasentamiento pueda darse en localidades del interior, no en el medio rural profundo, y podría haber algún caso de radicación en Montevideo, de acuerdo a las posibilidades de inserción laboral. Reconoció que Juan Lacaze es uno de los lugares en los que se ha pensado; ya concurrieron a la ciudad para dialogar con la comunidad y prever la mejor capacidad de acogida. También dijo que las propias familias serán quienes elijan el lugar donde vivir; no se las destinará a un lugar “compulsivamente”.

Miranda precisó que el factor trabajo es uno de los determinantes, porque será el que permita a estas personas lograr la mayor autonomía y un mejor proceso de inserción social. Añadió que se dio “el lujo” de aclararle a una periodista libanesa que “no estamos importando mano de obra barata”.

Comentó que desde que volvió la delegación se han visto “desbordados con aportes solidarios” de la población uruguaya, entre los que se cuentan donación de ropa y juguetes y la posibilidad de acompañar a las familias o dar una mano con el idioma (de parte de hablantes de árabe). Respecto de esto último, comentó que vendrán estudiantes de Español del Instituto Cervantes de Líbano, que harán pasantías de tres a siete meses.