La película Selma, dirigida por Ava DuVernay, es ya, apenas estrenada, una seria candidata al Oscar a Mejor Película. Al menos su tema, la marcha por los derechos civiles encabezada por Martin Luther King en 1965, es uno de esos temas cantados para alzarse con la estatuilla dorada, máxime en un año marcado por los confllictos raciales, como lo fue 2014. Pero la película ha sido ya acusada de algo que últimamente ha puesto piedras en el camino de los favoritos al Oscar: la inexactitud histórica de lo narrado.

Si bien Hollywood siempre se ha tomado unas enormes libertades a la hora de narrar hechos históricos, existe una gran sensibilidad cuando se trata de hechos recientes y de temática aún no resuelta, como lo es el problema de los prejuicios raciales. El principal cuestionamiento provino de Joseph A Califano Junior, un político demócrata que estuvo involucrado en la organización de la marcha que narra el film. Según él, por motivos exclusivamente dramáticos, la directora afroestadounidense Ava DuVernay inventó un conflicto entre Luther King y el entonces presidente de Estados Unidos, Lyndon Johnson, que según Califano no existió jamás. Califano asegura que Johnson fue un firme entusiasta del movimiento de los derechos civilies y que colaboró activamente en la realización de la marcha. La directora respondió en forma bastante ambigua: se limitó a descalificar a Califano como un allegado a la administración de Johnson.

Lyndon Johnson o LBJ, como se lo conocía en su momento, fue un presidente bastante impopular por haber sido responsable de la escalada bélica en Vietnam, pero simultáneamente fue el presidente que legalizó los reclamos de igualdad racial que su predecesor, el mucho más simpático John Fitzgerald, apenas amagó a autorizar. Johnson fue también responsable de la persecución y el desmantelamiento del entonces aún poderoso Ku Klux Klan.