Ya lleva más de dos semanas la última ola de violencia desatada entre palestinos e israelíes, un conflicto que involucra a autoridades de Gaza, Cisjordania e Israel, cuyos planes no apuntan, en ningún caso, a una solución cercana en el tiempo. En los 20 días que lleva la escalada, murieron ocho israelíes, un árabe israelí, un eritreo -al que asesinaron porque lo confundieron con un árabe- y 42 palestinos. La mitad de estos últimos eran atacantes que fueron tiroteados por la Policía.

La violencia de los últimos días llevó al gobierno de Benjamin Netanyahu a tomar medidas de excepción, entre ellas, el despliegue de cientos de tropas militares en Jerusalén, algo que no ocurría desde hacía más de una década, y el establecimiento de bloqueos de caminos en barrios palestinos de Jerusalén Este.

Por su parte, la ministra de Justicia de Israel, Ayelet Shaked, impulsó una ley para poder encarcelar a niños de 12 años implicados en “actos de terrorismo”. Esta propuesta surge a raíz de dos ataques con cuchillos que ocurrieron la semana pasada y cuyos autores son un palestino de 13 años y su primo de 15, que murió por disparos de la Policía israelí. A las nuevas medidas de Israel se suma una norma que aprobó el domingo el Poder Ejecutivo para permitirle a la Policía cachear a personas incluso si no son sospechosas. Todavía falta que esta medida sea aprobada por el Parlamento.

Por otro lado, Netanyahu frenó ayer la colocación de un muro de hormigón que la Policía había comenzado a instalar en Jerusalén Este -la zona árabe de la ciudad- para impedir el paso de posibles atacantes y prevenir el lanzamiento de cócteles molotov. Detuvo la instalación del muro debido a a las presiones de ministros nacionalistas que advirtieron que la medida daría la impresión de que la ciudad está siendo dividida. Por su parte, el presidente palestino, Mahmud Abbas, no condenó la treintena de agresiones provocadas por palestinos en las últimas semanas, pero tampoco incitó a cometerlas, como sostiene el gobierno de Israel, y sus fuerzas de seguridad en Cisjordania tratan de controlar a los manifestantes e impedir que se dirijan a los puestos de control militar israelíes.

Hanan Ashrawi, una dirigente política que integra el Consejo Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina, repudió ayer lo que definió como la política israelí de “disparar a matar” a los palestinos autores de los últimos ataques y criticó las medidas de seguridad que instauró el gobierno. Según explicó en una conferencia de prensa, los atacantes y participantes en enfrentamientos con el Ejército israelí en los territorios palestinos son “una nueva generación que no está dispuesta a aceptar la ocupación por más tiempo”.

Ashrawi, además, lamentó la “impunidad” con la que los israelíes matan palestinos. Anunció que llevarán varios casos ante la Corte Penal Internacional, solicitó protección internacional para Palestina y pidió que exista una presión internacional para que Israel asuma responsabilidades.

Desde Gaza, el movimiento islamista Hamas, que gobierna la zona, llamó al levantamiento contra Israel, algo que ve como una respuesta “natural” a los asesinatos de palestinos.

El viernes, Ismail Haniye, que lidera el gobierno de Hamas en Gaza, dijo que una nueva intifada, un nuevo levantamiento palestino, “está empezando y debe continuar”, y consideró que “el cuchillo de la intifada tiene que ser vigoroso en su actuación en favor de los palestinos y de las naciones árabes e islámicas para defender los lugares sagrados, especialmente la mezquita de Al Aqsa”.